sábado, octubre 15, 2016

¿RESPUESTA LAICA A LA INVASIÓN MUSULMANA?

Existe actualmente una corriente en Francia -interesante en extremo- dentro del magma de grupos y grupúsculos anti-inmigración que plantea serios interrogantes en el nombre de la laicidad, una noción que tuve siempre (confiteor) entre paréntesis en mi espíritu. Por razón sin duda de mi herencia socio/cultural, de mi formación, de mi trayectoria, todo lo cual erigiría en mi una barrera que se vería ahondada a mi paso por la Universidad Libre de Bruselas faro de la “libre pensée” y bastión -sin parangón en el resto de las universidades europeas- de defensores de la laicidad (laicité) y de los derechos del Hombre (con mayúsculas) de donde salí con un titulo -equivalente al máster- en el bolsillo (Licencia Especial en Historia del Cristianismo y de la Laicidad) y sin que me convenciera no obstante del todo, y no poco hastiado en cambio también de los ejemplos de sectarismo y de intolerancia que me fue dado presenciar o registrar entre sus aulas (y de los que yo mismo me vi víctima) ¿El árbol no me dejaba acaso ver el bosque? Es posible, y estoy haciendo alusión a un conflicto (irreductible) de memorias que opone a españoles y a belgas y me refiero a los instancias oficiales laicas (laïques)  y a la memoria oficial del estado belga en relación con la guerra civil española (del 36) y en relación también con la guerra de los Treinta Años y con los tres siglos de presencia española en los Países Bajos. un problema específicamente belga o hispano/belga -hay que convenir- y en el que os franceses por ejemplo poco tienen que ver. ¿Laicidad versión francesa en las antípodas de la laicidad versión belga? La hipótesis se admite tras la irrupción de esa corriente de opinión,-no poco refrescante- que defiende una postura anti-inmigración, anti-Islam (integrista), en nombre del patriotismo y de la defensa de la propia identidad (individual como colectiva) -racial y cultural y de civilización a la vez- y que postula la separación estricta de la iglesia y del Estado -como lo hacia nota bene Falange Española en el punto veinticinco de su Norma Programática- y critican sin miramientos a la jerarquia eclesiastica francesa -en reciente documento por ejemplo de los obispos franceses (encabezados por el cardenal de París Vingt-Trois) rezumante de buenismo que tacha de falso el diagnóstico realista de los movimientos anti-inmigración sobre la situación en Francia (y en el resto de los países europeos)-, y que postulan la relegación de las creencias religiosas al fuero interno. Y que asumen a la vez toda la historia de Francia “en bloque” De antes y de después de la batalla de Poitiers (732) Esa laicidad (o laicité) -que proclamaron en teoría y que desmintieron con su sectarismo tan a menudo los institucionistas españoles (hasta la implosión de la Institución con el estallido de la guerra civil española)- no nos plantean problemas mayores a los que nos sentimos siempre irreductiblemente extraños a la tradición laicista (francesa) Aunque no seamos franceses de nacimiento ni corra ni una sola gota de sangre francesa en nuestras venas. ¿El mas bello país del mundo “la France” como lo proclamaba el líder de “Riposte Laïque” en su intervención rebosante de vehemencia y de convencimiento en el marco de un encuentro reciente de las corrientes “identitarias”? ¿Y por qué no? Bonito (y variado) sí que lo es, el paisaje francés. "¡Francia es un vergel!", le oí yo siempre -en tono de exaltación incluso- a mi difunto padre, militar y patriota español fuera de toda sospecha. “Si nos hubieran dicho que el amor era eso”, tituló Umbral una de sus obras primeras. Y si a mí me hubieran dicho que mi afrancesamiento de antiguo -sincero y no menos vehemente- que me llevó a un expatriación duradera (que tendría no poco de lingüística), no era en suma más que una prenda de la autenticidad de mi patriotismo español y de la fidelidad a mis raíces, hubiera puesto (muchas) más picas en Flandes de las que aquí habré podido poner hasta ahora

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