domingo, octubre 30, 2016

Bajo el Signo de Pegaso

Aprendí a reírme de mí
por la tarde (de una vida)
y no me daba aún cuenta
de lo que decir quería

lo hondo y bronco y estentóreo
de la carcajada abrupta
que me salía de dentro,
de aquella risa explosiva

que dejaba boquiabiertos
a todos los que me oían
y es que no caían en sí
de la Sorpresa (y la Risa)

de quien creían conocer
(o poco más que de vista),
como si se imaginasen
la historia de aquella risa

que tuve dormida un tiempo,
que empezó siendo muy tímida
y fue perdiendo su miedo,
cada vez más atrevida

sin arredrarse ante nada
y sin pensarlo a fe mía,
que si me paraba a pensar,
la tristeza me invadía

que me acompañó después
y sólo te ofrezco hoy ¡linda!
que hiciste renacer ¡mi amor!,
que a ti te debo ¡vida mía!

Reír, y reír, sí, sin parar
de mí, y de mis fatigas
reírme de mí sobre todo
cada vez que tú me miras

de arriba hacia abajo y vuelta
sin merecerte tu estima
sin decirme lo más mínimo
siquiera esta boca es mía

Y yo creo que fue eso, sí,
ese amor (¡de mis desdichas!)
el que acabó alumbrando en mí
esa risa amor ¡tan mía!

Que tanto llamó la atención,
la que me descubrí yo un día
sin llegar a captarla aún
entre humor (negro) y poesía,

la que me mantuvo en pie
a pesar de mis heridas,
la que le anunció a mi alma
una era de armonía,

que cabalga desde entonces
ebria de amor y sonámbula
en un (dios) Pegaso al trasluz
(buscando el hacerte mía)


Como mariposa blanca
vuelas por tu mundo airosa
en la noche de domingo
de ese reino de luz y sombras,

que no sé de donde vienes
ni a donde vas, mañosa,
cuando te pierdes de vista
sola por la vida ¿Sola?

¡De la mano de tus sueños
de muñeca caprichosa,
de esos caprichos de niña,
de tus amores en broma!

De esas sombras que te siguen
buscando el pillarte a solas
sin defensa, por las bravas,
cual si fueras mariposa

y tú amor, les desprecias
por lo que de ellos ignoras:
todo, por más que aparentes,
niña/mujer misteriosa,

que el día que muerdas al fin
del fruto que aún ignoras,
todas esas sombras huirán
de tu luz esplendorosa

que serás niña por siempre
y mujer, como una diosa
o como vestal antigua
que hacía ver la vida en rosa

Y yo así es como te veo
cuando te veo, cuando asomas
en la noche de verbena
o en las aulas silenciosas

del rosa de tus mejillas
siempre frescas, primorosas,
del rosa de tus blusitas
de flores que me enamoran

del rosa de tus figuras
y de toda tu persona
de mujer/mujer, de fémina
femenina (que perdona)

y me hace ofrenda (en su perdón)
de su juventud ¡Hermosa!

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