lunes, octubre 31, 2016

REBELIÓN EN EL FBI

Portada del suplemento acabado de aparecer del diario francés le Monde (fuera de toda sospecha) Las palabras sobran. Ante una foto más elocuente que todos los análisis y comentarios del desafío que están riñendo “las dos Américas”, “frente a frente” -como lo glosa (“en blanco y negro”) el diario francés- en esta recta final de las próximas elecciones norteamericanas. Y es del despertar de una Norteamérica profunda -blanca y europea- frente a unas élites que la habrán llevado a una situación de postración y de declive irreversible en apariencia, y ello al precio de haber acabado poniendo al mundo entero al borde de una tercera guerra mundial, que es la (grave) amenaza que se escurre silenciosa tras la figura de la candidata demócrata, que enfrenta a todas luces una rebelión generalizada (Trump dixit) en las filas del FBI las horas que corren
Mientras me disponía a dar inicio estas lineas nos llega la noticia por el servicio exterior de la BBC (world service) -fuera de toda sospecha- que Barak Obama acaba de hacer declaraciones en la que niega explícitamente -sin duda en respuesta a las acusaciones, emanadas de su propio campo sobre todo- que el director del FBI haya tratado de interferir en el proceso electoral en curso en los Estados Unidos, con su decisión de reabrir la investigación que se le viene siguiendo a la candidata demócrata Hillary Clinton en el asunto de la supresión (por su cuenta y riesgo) de una parte sus correos electrónicos -mas de dos mil-, de sus tiempos de la Secretaría de Estado, qué hizo desaparecer, entre ellos material clasificado.

¿Un nuevo Watergate? ¿Multiplicado a la enésima potencia por su potencialidad explosiva y por la gravedad de las acusaciones que se ventilan? Como sea, de la gravedad de la situación -para el clan Clinton- da idea el que los grandes medios de la prensa global hayan salido al quite de la candidata presidencial demócrata al unisono. Qué va a suceder? Dimisión del Director del FBI acusado de parcialidad en los medios mas influyentes -como el Nueva York Times- y por los representantes legales de la candidata? Así a primera vista parecería probable. No se ve si no como el campo demócrata podría contrarrestar la influencia deletérea que en la campaña de su candidata están ya teniendo la reapertura del caso -incluso sin que se sepa hasta ahora (oficialmente) nada nuevo sobre el mismo- como lo ilustran a la saciedad los últimos sondeos.


¿Qué esta ocurriendo en el mundo, qué esta ocurriendo en los Estados Unidos, que parece como si el escándalo al que asistimos pueda venir invertir radicalmente los pronósticos en un proceso electoral del que depende la suerte de (al menos) setecientos millones de habitantes del planeta? Una cosa, cmo sea, parece salir a la luz de todo lo que está pasando, y lo es la sacudida interna a la que asistimos que afecta al FBI -y que el candidato republicano Donald Trump acaba de calificar de rebelión -revolt (son sus palabras)-, que parece encontrarse por detrás de esta decisión del director de aquél de ultima hora, tan sorprenderte e inesperada y tan criticada en los medios y también por una parte considerable de la opinión publica norteamericana.

Sacudidas sísmicas de la opinión norteamericana no son algo nuevo en los últimos treinta años, como lo prueban las que protagonizarían la Moral MajoritY en la era Reagan (años ochenta) y más tarde, fenómenos prototípicos de la actualidad norteamericana de las últimas décadas, como la emergencia de milicias (civiles) en muchos estados de la Unión en los últimos tiempos de la era de Bill Clinton -marido de la actual candidata demócrata- que prepararían el terreno al triunfo electoral(discutido) de Georges W. Bush en el 2000, o mas cerca en el tiempo, la irrupción del Tea Party en los primeros tiempos de la era Obama.

Y lo dramático y en cierto modo habrá servido de trasfondo a la emergencia de la candidatura tan insólita e innovadora -sin duda por lo desafiante y transgresora- de Donald Trump se lo dan sin duda los grados de paroxismo que habrá venido alcanzando la crisis que sacude de antiguo a la sociedad norteamericana y en particular sus estratos antiguamente dirigentes y hoy en cambio venidos a menos viéndose presa de un declive aparentemente ineluctable, esa América blanca que viene llenando a abarrotar las últimas semanas estadios y auditorio, escenarios de los mítines multitudinarios del candidato republicano -frente a las discretas concentraciones de partidarios de su rival-, tal y como lo ilustra (en “blanco y negro” por decirlo así) una foto en la portada de un suplemento de reciente aparición del influyente semanario Le Monde -fuera de toda sospecha-, como si una gran mayoría silenciosa americana estuviera en trance de despertarse de una somnolencia de décadas, y se agarrase de pronto a la candidatura inconformista del magnate neoyorquino, como a un clavo ardiendo, como a su ultima esperanza.

No soy especialmente pro-yanqui ya me tengo explicado en detalle y por extenso en estas entradas al respecto. Mentiría a no obstante si dijera que ese sobresalto -¿salvador?- de la primera potencia del planeta, me deja indiferente, y que no siento en cambio despertarse en mi una llamada de alerta en lo mas hondo, de que esta en juego el destino nuestra civilización, de que nuestro futuro individual como colectivo en los tiempos por venir depende -en gran parte al menos- de lo qu decidan las urnas o lo que de estas venga a salir a la luz tras las elecciones presidenciales norteamericanas del próximo martes ocho de noviembre.

Tuve además compañeros norteamericanos -de ascendencia europea (anglosajona y no sólo)- en el seminario de Ecône representativos de un catolicismo tradicional norteamericano que al contrario que en España opuso no poca reacción al concilio vaticano segundo- y algunos de ellos testimoniaron valientemente en mi favor de vuelta a su país,cuando me detuvieron en Fátima, no dudaron en salir en defensa mía desafinado la presión de los medios que no dejaron de lincharme allí por cierto, como en España y otros países. Y alguno de ellos también se vio objeto de medidas cautelares -de control y vigilancia- de las autoridades de su país, por causa de aquello. Y ni lo olvidé, ni lo olvido por supuesto.

¿La voz de la sangre que nos liga a los destinos de Europa (José Antonio díxit)? Sin duda. Y es en la medida de lo que esa América que parece estar sacudiéndose ahora el sopor y la somnolencia, tiene de blanca, léase de europea

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