viernes, octubre 28, 2016

EL LÍBANO Y LA BATALLA DE ALEPO

General Michel Aoun, antiguo jefe del ejército del Líbano, de confesión maronita (del bando de los vencidos de la guerra civil libanesa) Representó en los ùltimos años la facción pro siria -y pro iraní- de los cristianos libaneses profundamente divididos tras el final de la presencia siria en el Líbano. Y ahora está a punto de acceder a la presidencia de su país -tras dos años de vacancia del cargo- después de haber conseguido el pasado mes de enero la adhesión de Samir Geagea, su gran rival entre los maronitas del Líbano, antiguo jefe militar de las Fuerzas Libanesas -antiguas Falanges (Kataeb)- y sucesor de Bachir Gemayel a la cabeza de aquellas (que apoyó a la insurrección anti-Assad en sus comienzos) Un signo mayor de la evolución de la guerra en Siria y del desenlace inminente de la batalla de Alepo, con la victoria de las tropas del régimen (y sus aliados rusos e iraníes)
El Líbano, país de los cedros (cedros dei), es el Oriente Próximo para españoles propiamente dicho (mucho más que el resto de lo que viene a denominarse así que nos pilla mucho mas lejos en todos los sentidos) Y lo es por razones confesionales -de su cristianismo o catolicismo maronita, confesión dominante o hegemónica sino mayoritaria allí hasta el final de la guerra del Líbano por lo menos, y también por razones históricas y culturales, derivadas de la dominación francesa en el periodo de entreguerras y mucho más atrás y remoto en el tiempo a la época de las cruzadas, que dejaron mucha más huella en aquella región de lo que comúnmente se admite. No soy sospechoso, fui pro falangista en la guerra del Líbano -magia del nombre obliga-, por mas que por momentos me perdiese entre tanto cambio de alianza -o medias vueltas por decirlo en claro y crudo- y entre tantas disensiones internas e intestinas -con sus correspondientes ajustes de cuentas (en sangre)- del campo cristiano maronita.

Y prueba mis simpatías (claras) de entonces la aporta una reunión con patrocinio de las Fuerzas Libanesas -corría el años de 1981 o 82-a la que asistí en mi calidad de sacerdote tradicionalista de la fraternidad San Pío X que como tal mantenía lazos estrechos con los cristianos maronitas y en articular con los falangistas, y fue una reunión de propagada de las Fuerzas Libanesas en las inmediaciones de Ruan donde yo ejercía ministerio entonces, donde se nos proyecto un film de la toma del campo palestino de Tel-al-Zaatar (agosto de 1976) -en represalia de la matanza de cristianos de Damour- por las Fuerzas Libanesas (de Bachir Gemayel) con ayuda (nota bene) de sus aliados de entonces, el ejercito sirio de Hafez-el-Assad padre del actual mandatario (con el que aquellos debían romper justo después) Un dato todo menos trivial que confieso que entonces me pasó completamente desapercibido.


El desenlace de la guerra civil libanesa me dejó no poco desconcertado entre tanto, hasta hoy. Sobre todo por el espectáculo de división que dieron entonces más que nunca los cristianos maronitas. Y por culpa también de sus alianzas de entonces -con Israel y el Irak de Sadam Hussein- que llegado el momento les dejaron caer estrepitosamente, tras el estallido de la primera guerra del Golfo, y a raíz -justo antes- de la conclusión de los acuerdos de Taef (Arabia Saudita) donde todos las partes contendientes hicieron común profesión de fe en un Líbano árabe (sic) Desde entonces las décadas que se siguieron hasta hoy el Líbano dieron paso a una hegemonía musulmana -tras el final de la hegemonía maronita- y por la división del campo cristiano libanés, que el estallido de la guerra en Siria (en el 2011) agudizaría hasta unos extremos nunca alcanzados hasta entonces.

Y también por la rivalidad irreconciliable de sus lideres principales, de un lado el jefe de las Fuerzas Libanesas -o de lo que quedaba de ellas- Samir Geagea que iría a cumplir once años en las prisiones sirias tras haberse visto juzgado y condenado -en 1993- dos años después de la terminación de la guerra, por hechos derivados de la guerra civil y en particular por los ajustes de cuentas con clanes rivales pro-sirios (maronitas) Del otro, el general Michel Aoun, jefe del ejercito libanés que al final de la guerra civil entraría en conflicto armado con su rival (que gozaba del apoyo israelí) La guerra civil libanesa me pilló si cabe mas cerca que a una gran mayoría de españoles y fue por razón de haber venido transitando la mayor parte de los años que aquella duró por países de francofonía -Suiza, Francia y Bélgica- donde aquel conflicto se seguiría de muy cerca.

En España en cambio la guerra civil libanesa se siguió sin duda de muy lejos, en todos los sentidos del término, y lo ilustra algo que me viene de pronto a la memoria y lo fueron las palabras de Blas Piñar en un acto que se celebro en la sede de Fuera Nueva en Madrid en favor del campo falangista en la que el fundador y dirigente de aquella organización se vio en la obligación de explicar su postura en un situación de guerra -como la que se vivía en el Líbano entonces- tan inextricable y laberíntica para españoles, entonces sin duda como lo sigue siendo (en arte) ahora. No asistí a aquel acto -por encontrarme fuera de España- pero recuerdo haber leído en su revista una reseña de aquel y de las palabras que en él pronunció Blas Piñar en las que venía a justificarse la presencia de los falangistas libaneses allí, en una sede que habia acogido anteriormente alguna que otra figura representativa de los defensores de la causa palestina, a partir entonces enfrentados sin remedio en el Líbano en una guerra sin cuartel con los cristianos maronitas.

Las cosas en aquella región y en aquella zona geoestratégica se aclararon definitivamente para mi -y sin duda también para muhcos otros- con el estallido de las primaveras árabes, y de la guerra civil en Siria como en Libia -y de la ejecución (nota bene) del coronel Gadafi- donde me encontré sin buscarlo (mi palabra) del lado de los pro sirios del Líbano de años atrás, el general Aoun en primera fila de todos ellos en lo sucesivo. Y ahora en un claro signo de los tiempos y de la evolución del conflicto en Siria y de la batalla de Alepo, el campo maronita (¡oh sorpresa!) se muestra de nuevo unido tras superar sus (profundas) divisiones, y esta a punto de llevar aL general Aoun a la presidencia de un país como el Líbano que habrá estado dos años sin presidente.

Mi aplauso sincero e incondicional a la figura del general maronita, que vivió en el exilio en Francia y supo mantener su independencia y su distanciamiento de los designios geoestratégicos de las grandes potencias occidentales en relación con su pais y el conjunto de la región aquella (Estados Unidos, Inglaterra y Francia) ¿La hora de un resurgir maronita en el Líbano tras el final de la guerra civil siria (y la derrota de la rebelión islamista)? Vivir para ver fantasmas míos!

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