viernes, septiembre 30, 2016

¿ROJA "LA SULTANA" DE SEVILLA?

Susana Díaz, en la reunión del comité del PSOE andaluz hoy jueves, tras el estallido de la crisis en su partido. La sultana de Sevilla -como algunos la llaman- es a todas luces una señorita andaluza a la que se le pegó (en parte) el rojerío con el agua bendita y la semana/santa. Como a tantas y a tantos de su generación y de la precedente (la mía propia) Que se equivocaron de partido en suma y sólo ahora se dan cuenta. Más vale tarde que nunca. Andaluza y mujeraza
Cristina Cifuentes con esa especialidad tan suya de conseguir ponernos de los nervios con declaraciones intempestivas e inoportunas -a cuento del 15-M por poner solo un tipo de ejemplos- viene a decir ahora que desea (fervientemente) que el PSOE se recomponga (sic) porque España necesita (sic) un partido socialista. Eso lo dirá ella. Nadie les pide tato. No se les pide que les den la puntilla -que se la den entre ellos- pero tampoco que echen balones de oxigeno a un partido que lleva ya ochenta años a rastras una siglas de guerra civil que es lo que le sigue dando mayormente su morbo y su fuerza de agarre entre gran parte de su electorado -de padres a hijos (y nietos)

 Pactaron con ellos en la transición (hace ya al friolera de cuarenta años) muy bien, pero en el testamento de Adán (como hubiera dicho José María Aznar) no esta escrito que ese pacto sea eterno, y que no pueda ser revisado o denunciado por una de las partes, máxime cuando la otra lo habrá venido haciendo -mas o menos subrepticia o solapadamente- en los años de gobierno de José Luis Zapatero, por cuenta de la ley de la memoria histórica. La crisis del PSO se agudizado hoy todavía un poco más si ello era posible aún, con un secretario/general atrincherado en su sede de Ferraz, mientras que los críticos le daban por dimitido.

Y algunas de las instantáneas que habrán venido a surcar la cobertura mediática de los recientes acontecimientos van mas alla de la pura anécdota. Como la de esos vecinos de la sede madrileña del PSOE que habrán puesto a hacer oír el himno del PP por el balcón a todo volumen. O el del pequeño grupo de manifestantes -mayormente jubilados- que mostraban su adhesión al secretario (dimitido) a su llegada a la sede esta mañana, o el grupo -esta vez mas jóvenes- de partidarios (contados) de Zetapedro aplaudiéndole a la salida de la sede ya tarde, y denunciando (sic) un golpe de estado. O la de la (pequeña) manifestación de banderas del PSOE y republicanas (nota bene) delante de la sede de la Genralitat valenciana en apoyo a Sanchez y de protesta contra el presidente de aquella que figura en la lista de los críticos dimisionarios. Habas contadas.

Como ya lo di a entender ayer, no creo que sean las masas las que salven a Zetapedro sino que su suerte se cuece a los mas altos niveles del estado, concretamente del lado de la Zarzuela y es que es el monarca el único a decir verdad que puede impedir la caída del secretario general del PSOE (hasta ayer) tal como están las cosas. ¿Felipe González de derechas como les están acusando ahora algunos de los mas acérrimos partidarios del cuatro caminero? No lo creo pero esta claro que su enfrentamiento con Sánchez viene ahora a sacar a la luz trazos de su personalidad que nos resultaban perfectamente insospechados, y que ponen sin duda de manifiesto lo complejo de una figura y de una trayectoria que tanto marcaron (para bien o para mal) las últimas décadas de la historia de España.

“A tout seigneur tout honneur” reza el refrán francés (difícilmente traducible) Y esta claro para mí -nobleza obliga- que Felipe González habrá sido una de las grandes figuras de la política española en la era que dio inicio con la transición. Del que me distancié siempre hasta hoy, lo que da sin duda mas fuerza (moral) a los juicio que sobre él me permito. Le odié mucho. o digamos que ese verbo sea tal vez un pco fuerte par expresar mi actitud hacia su persona. La verdad -salvedad hecha del enfrentamiento (verbal) que nos puso en el aeropuerto de Orly ano y medio antes de su ascensión al gobierno de la nación,- es que yo no le conocía, y que mi estado de espíritu hacia él se veía en gran parte condicionado por los medios que nos le metían por los ojos a todas horas, y así durante año y años (…)

Dominique Venner confiesa también en el libro que dedicó al general De Gaulle haberle odiado mucho en su juventud, para a la postre acabar forjarse de él un juicio mucho mas ecuánime y matizado, tal y como lo recogería en su libro de un valor histórico y literario indiscutibles. Comparaciones odiosas, y ni los españoles participamos directamente en la Segunda Guerra Mundial ni figuramos por lo tanto en el bando de los vencedores como si ocurriría con que fue militar prestigioso y jefe del estado francés- ni los franceses conocieron tampoco cuna guerra civil tan terrible como la que vivimos los españoles. A los del PSOE andaluz -que siguen teniendo en Felipe González una referencia indiscutible- les trataban los jubilados partidarios de Sánchez agrupados hoy por la maña delante de la sede de Ferraz, de señoritos andaluces.

Señoritismo andaluz de izquierdas ¡aparta de mí ese cáliz! Que tanto me hicieron rabiar. Hasta que el ejemplo de Felipe González me obligase a acabar asumiéndolos como una fatalidad mas de nuestra historia y de nuestra identidad colectiva de españoles, de un pueblo en suma marcado (al rojo) por un problema de lucha de clases como pocos pueblos del planeta. ¿Señorita andaluza la Sultana de Sevilla (como algunos la llaman)?

Una andaluza, apuesto, a la que se le pegó el rojerío con el agua bendita y la semana santa como a tantas (y tantos) de su generación, y de la que le precedieron (a saber, la mía propia) Que se equivocó de partido y por eso ahora ponen el grito en el cielo que ese no es su partido, que se lo han cambiado. Equivocarse de noche (“se tromper de nuit”), le llaman a eso los belgas

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