domingo, septiembre 18, 2016

Reina de la Selva

Una vida cara al viento
en puente aéreo ida y vuelta
la mía, hace ya tanto,
pero ahora con más fuerza

como si oyendo un silbato
me echase a correr a ciegas
siempre huyendo hacia adelante
tras el Tiempo que se aleja

que no quiso esperar ya más
verte llegar, princesa,
esperando tu llegada,
al acecho de tu estela

y dijo adiós y se fue
y yo le dejé marchar ¡de veras!
Y cuando le vi marchar
me entró el vértigo (¡qué hora huera!)

y me puse a correr tras él
con esa esperanza -¿enferma?)
de que vayas tú a ese encuentro
por mi ruta caminera

que nos junte él a ti y a mí
a su aire, por su cuenta
harto yo de aguardar,
de que me pongas a prueba

no por desdén o despecho
que así no soy, no te creas,
sino por amor al arte,
de la caza, sí, de estrellas

¡cazador de estrellas, mi amor!
igual que si fueran fieras,
de la fiera de mis sueños,
de mis fiebres y quimeras,

tigre/hembra de Bengala,
así te cantó el poeta
que estaba hablando de ti
profeta en tierra desierta

como una prefiguración
de ese amor que te atormenta
de ese amor de mil amores
que es el amor del profeta

ese que yo te ofrezco
tan raro que no se encuentra
y que no encontraste hasta hoy
entre tantas volteretas,

mera cuestión de porfía
de mansedumbre y paciencia
ese arte de poseerte
a ti o a la tierra entera

tierra virgen de mis sueños
tierra de conquista guerrera
tu alma igual que tu cuerpo
reina (y diosa) de la selva

do peregriné sin pausa
en busca de la Belleza


Mujer, así te veo yo,
en mi visión de vidente
cuando dejes por fin de ser
esa joven indolente

a la que todos sonríen
sin asociarse a su suerte,
tan cargada de promesas
tan brillante y tan vehemente

que todos te dejan paso
sin atreverse a vencerte
a derrotarte, a rendirte
(en el campo del Amor, se entiende)

a hacer de ti una mujer
que sabe ya lo que quiere
que sabe como hay que hacer
para seducir a un hombre

que aprenderás mucho de mi
si eres buena y obediente,
y sin tener que esforzarte
amándome simplemente

de ti misma, no te rías,
de tu cuerpo y de tu mente,
de poses y movimientos
de zapatos y pendientes

todo a la luz de ese amor
que nació y crece y crece
sin darme siquiera cuenta
hasta que me vi en tus redes

que te ilumina (y desnuda)
de día como de noche
como un espejito mágico
que sabe cuánto me quieres

que te hace aún más bella
como si estuviera viéndote
(yo) en el fondo de la imagen
ya a punto de poseerte

que te embellece si
de niña hecha ya mujer,
hecha y derecha mi reina,
de la cabeza a los pies

(pasando por tus anchuras)

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