jueves, septiembre 22, 2016

"¡VIVA LA MUERTE!" UN GRITO DE SAMURÁIS

Yukio Mishima el célebre escritor y poeta japonés, momentos antes (el 25 de noviembre de 1970) de su suicidio ritual -sepuku (mas vulgarmente conocido como harakiri)- tras fracasar en su intento de sublevar, en la capital japonesa, una guarnición militar del ejército de tierra. Su gesto serviría décadas mas tarde de modelo de inspiración -sin duda no el único- del gesto no menos ritual de Dominique Venner admirador del espíritu de los antiguos samuráis. "Un samurái de Occidente” el general Millán Astray, así cabe calificarle parafraseando al escritor “nacionaliste” francés del que el general legionario habría venido a ser el precursor (en esa óptica)
Mi palabra que no lo había pensado ni lo había oído nunca. Y es esa relación que sale ahora a re lucir al calor de la polémica en la que se envuelta (post mortem) la figura del general Millán Astray, con la mística de los antiguos sumarais del Japón tal y como se vería plasmada en el libro del Bushido (siglo XVI) que habría inspirado a aquél la fundación del Tercio de Extranjeros. Y a fe mía que la exhumación de su recuerdo a la que asistimos por cuenta o por culpa de la ley (funesta) de la memoria y de sus tentativas polémicas y conflictivas de aplicación entre las que cabe contar los planes (en curso) del actual consistorio de la capital de España de borrar el nombre de Millán Astray del callejero madrileño, se reviste de pronto de la mas rabiosa actualidad ideológica. Y es que todavía está reciente la publicación en lengua española de la obra póstuma de Dominique Venner -que vendría a ser como un testamento ideológico y espiritual rubricado por su muerte y por el mensaje que dejaría sobre el altar mayor de la iglesia de Notre Dame momentos antes de descerrajarse un tiro (fatal) en la boca.

Un samurái de Occidente, asi se podría calificar a fe mía al fundador de la Legión parafraseando a Dominique Venner antiguo paraca (y legionario) en Argelia y del que Millan Astray -en esta perspectiva- vendría a ser un precursor. No es pura hipótesis lo que aquí mantengo, y es que a la admiración de uno y otro por el espíritu samurái vendría a añadirse esa relación de causa a efecto -a modo de causa ejemplar- que indudablemente existió entre el Tercio de Extranjeros desde el momento de su nacimiento y su predecesora -de varias décadas- y la Legión Extranjera en Francia. Como lo ilustra los viajes que Millan hizo al país vecino en vísperas de la fundación del Tercio.

La Legión vino a traducir también por raro o incluso disonante que les pueda sonar a algunos un resurgir de la memoria histórica del Imperio español, y en concreto de los tercios de Flandes que sirvieron igualmente de motivo de inspiración al general legionario. Y en esa óptica, Millán Astray se revelaría indiscutiblemente una figura fuera de lo común de nuestra historia contemporánea, y un genio del arte militar, y un ideólogo a la vez en el pleno sentido de la palabra. Aunque escapara al patrón o a los moldes de un político de nuestra era contemporánea o de líder de uno de esos movimientos a la moda o del estilo de los que surgieron (como hongos) en el periodo de entreguerras (años treinta)
"Si l'emblème des samouraïs est la fleur de cerise qui tombe avant d'être fanée, ce n'est pas un hasard. « Comme dans un rayon de soleil matinal, le pétale d'une fleur de cerisier se détache, ainsi l'homme impavide doit pouvoir se détacher de l’existence, silencieusement et d'un cœur que rien n'agite. »

Transcripción literal de un pasaje del Bushido el código samurái, recogido en “Un samurái de Occidente. Breviario de insumisos” de Dominique Venner, a cuenta del símbolo de los samuráis, una flor del cerezo del Japón, que cae al suelo antes de marchitarse. Como la Muerte heroica
Millán era militar en el significado exacto y preciso del término pero no era tampoco un militar como otro cualquiera. Como lo demostraría con creces su trayectoria tan excepcional, y tan atípica. Y a comenzar por la fundación de la Legión que fue la obra de su vida, como la niña de sus ojos. En uno de los artículos de periódico que he consultado antes de ponerme a darle a la tecla en la redacción de esta entrada, se recordaba que Millán era hijo de un director de prisiones -por el que vino el escándalo en su momento (y me refiero a su implicación en el caso del crimen de la calle Fuencarral tan famoso, de finales del siglo XIX)- del que el fundador de la Legión había heredado (por voluntad propia, en un espíritu de rehabilitación) los dos apellidos-, que creía en la reinserción del criminal en la sociedad civil, lo que se diría que vino a rubricar por su propia trayectoria, por el protagonismo de primer plano que fue el suyo en el caso -de paginas de sucesos- al que aludí mas arriba que marco sin lugar a dudas a la España de su época ya la historia de la criminalidad en la España de los dos últimos siglos.

El padre de Jaime Millan Astray -José Millán-Astray Terreros- creía en la redención del criminal -léase de los presos de derecho común-, especie de axioma del liberalismo y del progresismo ambiente de su época, y por vía de consecuencias tomaba claramente partido por políticas penitenciarias que iban en ese sentido y que acabarían llevándole a él al banquillo de los acusados -por cargos ligados a la prevaricación de abuso de poder y al favoritismo para con reclusos a su cargo (antes de verse absoluto al cabo de aquel juicio tan sonado y tan mediático) y a verse en la picota de los medios en la España de entonces. Y para su hijo pues, la fundación de la Legión vendría a ser algo así como una profesión de fe en el ideal redentor que había guiado a su progenitor y al mismo tiempo una reivindicación o tentativa de rehabilitación de la memoria de aquel, que el escándalo en el que se vio envuelto había dejado (nolens volens) en entredicho.

Y ese ideal redentor -de reinserción del criminal y en general, del preso o del reo de derecho común- no era menos una emanación del llamado regeneracionismo español que marcó la sociedad española del ultimo tercio del siglo XIX y del premio tercio del siglo XX y que se haría un sitio (importante) en la historia de las ideas de la España contemporánea. Sine sanguine no fit redemptio. Un principio recogido en las epístolas paulinas que a su vez provenía de la antigüedad clásica -como lo dejaría sentado José de Maistre en su tratado “de los sacrificios”- que Millan Astray puso genialmente en aplicación enmendando así la plana en cierto modo a su progenitor para quien al redención no pasaba a todas luces de una mera reinserción en la sociedad (civil) de las personas normales.

Para Millan Astray en cambio está claro que la redención auténtica -como en la cita de los clásicos acabada de mencionar- pasaba por el derramamiento de sangre. Derramada por un ideal, en defensa de la Patria. Y eso es lo que reviste sobre todo de tanta intrigante actualidad su ejemplo como su mensaje y lo que explica el (hondo) clamor que se está levantando las horas que corren en el seno de la sociedad y de al opinión pública española en defensa de su me memoria

ADDENDA La influencia de la tradición japonesa de los samuráis en el fundador del Tercio de Extranjeros, Jaime Millán Astray, habrá salido a relucir en reportajes recientes. Hay algo no obstante inseparable de nuestra idiosincrasia hispana que reflejan algunos de esos escritos que merece ser subrayado aquí a fe mía, y es esa cristianización por así decir (como un bautizo post mortem) de la mística samurái -tal y como se ve recogida en el libro del Bushido, y tal y como el general Millán Astray pretendió llevarla a la práctica-, que se merece un puntualización por no decir una réplica en el amplio sentido de la palabra. En particular ese grito de Viva la Muerte emblemático en extremo de la mística de la Legión y de la figura de su fundador, y por el que viene el escándalo ahora para ser sinceros. “El grito de Viva la Muerte es en realidad un Viva la Vida” declaraba (piadosamente) el autor de una historia reciente de la Legión, Luis Eugenio Togores. Con lo que venía a hacer del aguerrido fundador de la Legión -más difícil imposible- un simple precursor (confesado y comulgado) de San Karol Wojtyla (de Polonia) y de su campañas anti-abortistas. Para un viaje asi querido Sancho, no necesitábamos alforjas

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo incluso habia oido decir que Millan astray tradujo EL BUSSHIDO a la lengua española.
La animadversión que un heroe como el Fundador de la legión despierta en medios antimilitaristas, y progredecadentes son la contraprueba de los valores de caballero y guerrero, con honor, que representa el legionario.
Sólo entiende lo que la Legión representa quienes entienden a Esparta, la Iliada, el Imperio Romano (que juridicamente duró hasta 1810), etc.., la Reconquista (que desde Covadonga llegó al Norte de Africa y hasta América y Filipinas...)... Este es el IMPULSO que algunos discipulos de Gustavo Bueno han expuesto en "La Nueva españa" con motivo del gfallecimiento del filósofo riojano Gustavo Bueno Martinez el 7 o 9 de agosto