lunes, septiembre 05, 2016

NIETZSCHE Y LA MONJA DE CALCUTA

Calcuta, en olor de multitudes (la foto, es de su centro urbano) Entre brahmanes e intocables. Y con el telón de fondo de la explosión demográfica a escala del planeta. La monja albanesa que el papa (neo marxista) argentino acaba de izar a los altares, hizo de aquella urbe asiática del subcontinente indio la Meca de los parias de la tierra, y de la religión de los pobres y de los intocables que la iglesia del concilio se empleó en difundir a escala del planeta en particular durante el pontificado de Juan Pablo II. Una religión de pauperismo bíblico (judío o judeo/cristiano) y de lucha de clases (en version light "pacifista", a fuer de subversiva e insidiosa) en la que los pobres tienen promesas de vida eterna y de amaneceres radiantes a costa de los ricos -léase la gente de orden, de “derechas”-, que se ven condenados al infierno y a verse arrojados -en provecho de los pobres- ya en esta vida a las alcantarillas de la historia. Nietzsche tenia razón, y ahí estribaba sin duda el núcleo o el meollo más vigente y actual y perenne de su mensaje, y la clave sin duda a la vez de la censura implacable de la que sigue viéndose objeto. Por parte de las policías del pensamiento único y por parte a la vez del magisterio eclesiástico (católico/romano) Ninfa Egeria de los intocables de la India, la monja de Calcuta, y del partido del Congreso (marxista y tercermundista) -de la familia Nehru (y de Indira Gandhi)-, que hizo de aquellos el buque insignia de sus (muy) largos años de gobierno. Y escándalo magno y casus belli como tal, para el hinduismo, religión oficial y mayoritaria de aquel país tan poblado, una de los potencias emergentes del planeta

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