sábado, mayo 07, 2016

TRAPIELLO AL QUITE DE LA SAUQUILLO (MEMORIA HISTÓRICA)

Esta obra -que me leí en su primera edición del 2002 (y aun conservo justo detrás de mi mientras escribo)- contiene no pocas curiosidades y también juicios de valor mayormente sobre nombres del bando de los “vencedores” que su autor se debería haber ahorrado por mor de imparcialidad, algo que tanto parece celebrársele ahora. En uno de sus libros, con el telón de fondo precisamente de la ley de la memoria (“Ayer no más”), deja claramente traslucir de qué lado está él -sin duda del que estuvieron los suyos o alguno de los suyos (pese a lo que lo esconda)- en la guerra civil interminable, que no se terminará antes de que se vea abolida esta ley funesta y de aplicación imposible (sin abrir heridas y sin re encender la guerra civil, Esperanza Aguirre diga lo que diga) Lo que le ha valido sin duda el nombramiento alto comisionado (o comisario) en la materia
¿Aplicable sin revanchismos la ley de la memoria? La cuadratura del circulo (así a primera vista) Ese es no obstante el programa de la nueva comisaria -comisionada que me diga- para la aplicación de la ley memoria Francisca (Paca) Sauquillo -una antigua del PC del tardo franquismo y de la transición- por encargo de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Un repliegue estratégico forzoso -vistos los estropicios de su predecesora- e inteligente a la vez, intentando así cubrir el flanco mas desguarnecido de esta ley funesta.

A saber su aplicabilidad, que me diga lo imposible de aplicarla sin provocar revanchismos y sin abrir heridas y creer crispación y llevar de nuevo al obrde del enfrentamiento (armado) a los españoles. Que es lo que habrá archidemostrado hasta ahora desde su promulgación bajo Zapatero (primera/presidencia) De la nueva comisionada ya nos ocupamos aquí en anterior entrada donde puse en foco sus raíces familiares, y el medio sociológico de extracción que era el suyo -un colegio de monjas de niñas/bien del franquismo (como tantas niñas/bien de aquellas,que se acabaron engolfando en las tortilladas del PC de la Casa de Campo)

La memoria es procelosa, laberíntica, imprevisible pero no es equívoca, ni se equivoca. “En lo pueblos -me repitió en más de una ocasión mi difunto padre (con el que por el tema del papa no llegué a reconciliarme)- todo el mundo sabe de qué lado estuvo cada cual”, y si todo el mundo lo sabia, los interesados aun mas por cierto y sus descendientes.

 Quiere decir que la memoria de una guerra civiles personal e intransferible en el fondo y no admite compromisos o componendas y eso es lo mas venenoso -e insidioso- precisamente de la ley funesta. No pretendo poner aquí en duda la sinceridad de las palabras de la nueva comisionada para la memoria histórica del ayuntamiento de Madrid.

Hasta prueba de lo contrario es sincera sin duda consigo misma lo que no excluye que esté hoy “donde” estuvieron los suyos, o algunos de los suyos ayer, pese a las apariencias, me refiero pese a ser hija de un militar (de Franco) de alta graduación y haber estudiado en un colegio de monjas (de los años del régimen) E ilustra lo que decir pretendo la figura de escritor que viene a integrar la nueva comisión memorística, a saber la de Andrés Trapiello. Me lei -y lo tengo en la estantería detrás mía mientas escribo- la obra tal vez más divulgada de este escritor leonés, Armas y Letras (Literatura y Guerra Civil)

Dice muchas curiosidades en ella, muchas cosas que el autor de estas lineas desconocía, y muchos juicios de valor -mayormente los que reserva al bando de lso “vencedores” (entre comillas)- que se podría haber ahorrado no obstante. Salió este libro a la calle -me fijo ahora apenas- en el 2002 en plena era Aznar pues,y en plena incubación pues de la atmósfera (deletérea) guerra civilista que vendría a hacer eclosión tras los atentados del 11 de marzo, con José Luis Zapatero.

Hay algo sobre todo de este escritor aparentemente neutro e imparcial -y que se nos presenta ahora de nuevo buda en materia de historia y memoria de la guerra civil- y es una los parágrafos hacia el final de su libro “Ayer no más” (traducido desorientadoramente en francés por un titulo aparentemente sin relación con el original, “Plus jamais ça”) que le granjearía elogios en alguna publicación francesa catalogada de derechas por su aparente designio reconciliador.

Digo aparente y digo bien porque alimentada mi curiosidad por aquella publicación francesa (fuera de todas sospecha) vine dar con ese libro de Trapiello y con ese párrafo que menciono, hacia el final del libro, donde deja traslucir -como cabía fatalmente esperar- de qué lado estaban los suyos (o algunos al menos de los suyos) y de qué lado esté él hoy pese a las apariencias, poniendo en la picota como lo hace a un eclesiástico de una localidad leonesa -o de la España del Noroeste- de la que sin duda él mismo procede (él o los suyos), por haberse hecho cómplice de la desaparición del hijo adolescente (catorce años) de uno de los vencidos puesto bajo su custodia y que fueron buscar, con mandato en mano cabe suponer.

Historias como esa hubo miles en los dos bandos, a Trapiello le sirve en cambio de broche final de su libro -tan celebrado y tan galardonado (por el País)- y de credencial mas que suficientemente en el empeño en curso de meternos con vaselina (y con perdón) la ley imposible de aplicación que encisma y abre heridas, y que impide en suma la reconciliación, por la sencilla razón que mientras siga en vigor querrá decir que la guerra continua. La guerra de los Ochenta y Cinco Años (Sánchez Dragó dixit) y los que aún nos quedan todavía

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