¿Sol, el 15-M? No. La Plaza Jamaa-el-Fna de Marrakech. Dos civilizaciones distintas y una misma luz y sombra planeando sobre un sitio y el otro, de la Reconquista y de la invasión islámica de la Península. ¿Españoles de pie en un aire y en cielo limpios, o de cuclillas o tirados cuan largo por tierra en un aire viciado (por los olores) y pies descalzos de preferencia? Ese es el gran desafío que nos planteó -en lo más hondo- el fenómeno de los indignados al conjunto de los españoles. Dos maneras de vivir, dos actitudes ante la vida irreductiblemente antagónicas. “Queremos un paraíso erecto y difícil” escribió José Antonio Primo de Rivera (fuera de toda sospecha) ¡Españoles de pie! Así somos, así es como vivimos siempre. Y así es como rechazamos la invasión islámica de la PenínsulaEs un hecho historico innegable que los franceses arrastran un espíritu crítico especialmente agudizado y desarrollado desde los tiempos de la Revolución Francesa (e incluso antes), y me habrá llamado la atención una observacion que viene asomando repetidamente a los labios de los adversarios del 15-M francés (Nuit Débout, léase « noche en pie », o de pie ) y es la de que se dicen un movimiento de pie o en pie, pero andan siempre sentados (en francés « assis »), lo que en español -para dejarnos de efuemismos- hay que traducir por andar tirados por tierra, por el suelo.
El espacio urbano -me refiero a nuestros países de civilización occidental- está hecho para andar y deambular por él, incluso sus plazas no están hechas –o no lo estaban (¡ay dolor!) hasta hace poco (…)- para sentarse por el suelo en ellas, sino para circular o pasear por ellas dando vueltas o de un lado para otro. Para sentarse están los bancos o los parques o jardines o espacios verdes publicos, en la hierba –si está permitido- o en los bancos u otro tipo de asientos. Así fue siempre.
La sentada en cambio –en espacio urbano me refiero- es sediciosa, siempre lo fue, o si no síntoma (inconfudible) de dejadez, de desorden, de anarquía, propio de alguien a quien le tira todo eso. O si no, propio de otras culturas, por ejemplo de los zocos morunos tan emblemáticos de la civlizacion msulmna, como lo ilustran plazas espcieialmente famosas del mundo musulmán –esplanadas abiertas, calcinadas por el sol- que cobraron insólita actualidad con ocasión de las primaveras arabes, como la plaza Jema-el-Fnaa de Marrakech, la meca de muchos indignados españoles del 15-M y enclave de la myor importancia en la ruta de la drogas blandas (léase del hachís) –y no tan blandas- entre Europa y el Magreb.
Lo que tira normalmente a un occidental, a un europeo, a un español no es tirarse por el suelo en espacio urbano, sino el mantenerse de pie, tan claro y simple como eso. Unas disposiciones psicológicas del orden mayormente subliminal las que aquí expongo, con las que me vi abruptamente confrontado durante mis estancias en prisión y en particular en la prision de maxima seguidad de Vale de Judeus donde me veía obligado a participar en las salidas al patio con el resto de los reclusos (de la misma galería) –no sé como se dice en las prisones españolas, si se dice « recreo » (en portugués, recreaçao », en francés « préau »)
Saliamos todos en grupo y si hacía buen tiempo, el reflejo de una inmensa mayoría era ir a tirarse contra una de las tapias del patio a donde nos bajaban a tomar el sol o si no había sol, recostarse allí, sentados en el suelo, contra la pared, el rato libre antes de tener que volver a entrar en las galerias y en las celdas.
Y a fe mia que me costó dios y ayuda –unos cuantos meses-, acabar marcando el paso detrás de los otros y buscarme un sitio al sol junto a la pared donde todos se recostaban, tgras lo cual,cuando lo conseguí –como mano de santo- acabó embargandome la impresion que había acabado encontrado ya mi sitio alli dentro (y en aquellas circunstancias), como una prenda de tranqulidad y tambien de garantia de mi propia integridad fisica, de que me se me dejaba tranqulio y se me aceptaba como uno más, plenamente consciente no obstante que mi sitio no estaba allí, y que yo pertencía –y sigo sin pertenecer- al mundo aquel de la marginalidad, al micro universo aquel que configuraban los presos de derecho común.
Y a fe mia que no añoro aquella experiencia, simplemente la asumo y la recuerdo como lo que fue, una prueba –y no la menor en mi vida (¡oh no !)- de la que salí airoso. Y se me antoja que el 15-M –acorde a esa impresion (infalible) que siempre nos dio a algunos de una explosión de los bajos fondos de la sociedad española- puso de moda o en vigor, dandoles cartas de ciudadanía, a habitos o costumbres propios de patio de prisión (o de un barrio o zona urbana de bajos fondos)
Como lo hacen ahora los del 15-M francés. Para mañana y pasado están anunciadas en Sol y alrededores nuevas movidas en el quinto aniversario del 15-M que en año anteriores pincharon clamorosamente y este año –con la cobertura propagandística que les da el 15-M francés de París, Plaza de la República- esperan tenere mejor suerte. Caveat rex ! Aunque a fe mía que la suerte esta vez tampoco les será propicia.
Curioso y significativo no obstante que los organizadores no preven para este año nuevas sentadas ni acampadas. ¿Un pueblo nacido para andar –y estar- de pie los españoles ? Esa es mi apuesta, aqui todos lo saben. Con la cabeza fría y el corazón caliente
No hay comentarios:
Publicar un comentario