viernes, mayo 20, 2016

ANTONIO COLINAS Y LA ZAMBRANO

María Zambrano. ¡Válgame una santa de palo! Como exclamaban los personajes valleinclanescos
(en Luces de Bohemia) Confieso que no sabia nada de ella. Aparte de haber oído siempre mencionarla y haber guardado su nombre (vagamente) en el recuerdo, que me volví a encontrar en mi visita a Málaga hace unos años donde se ve prácticamente endiosada en el recuerdo. En el aeropuerto intencional de la Costa del Sol por ejemplo que lleva su nombre (que no le debe nada, menos que a José Antonio Girón desde luego) ¿Culpa mía esa ignorancia? De la imagen guerra civilista mas bien que ella arrastra.

 He estado echando una ojeada (rápida) a su biografía con motivo del premio Reina Sofía que se acaba de conceder al poeta leonés -de la Bañeza- Antonio Colinas que la revindica entre sus principales referentes poéticos (e intelectuales) y debo decir que me había forjado otra imagen de ella. Una pobre rehén del bando rojo, como lo fueron su amigo Bergamín -y Ortega y Marañón- y tantos otros a los que la guerra y el fracaso del Alzamiento en Madrid pilló (atrapados) en zona roja y que no pudieron o no quisieron huir como sí lo hicieron los arriba nombrados) Y que se pusieron (¡qué remedio!) ellos y su prestigio intelectual -y su ingenuidad política e ideológica - al servicio del bando rojo. Fue no obstante una de las artífices del Frente Español (1932) embrión de Falange Española. Prometo (mi palabra) leer con tiempo- algunas de sus obras, por la consideración (primo) que me merece Antonio Colinas al que seguí de lejos la pista desde que leí alguna de sus creaciones mis primeros tiempos de estancia en Bélgica -por ejemplo “Sepulcro en Tarquinia”- y poemas aislados suyos que me impactaron, como el “Canto frente a los muros de Astorga, -una ciudad (en la foto) que aún no conozco y que me entraron ganas de conocer tras leerle precisamente a él- con lo que entendí haber sentado una excepción en la indiferencia (olímpica) que me habrá merecido de antiguo el panorama poético español contemporáneo. Y también (secundo) por la influencia que aquella acusa -como otros figuras emblemáticas del bando de los vencidos de la guerra civil (Antonio machado o Fernando de los Ríos) de la obra -y sin duda también de su figura- de Federico Nietzsche. María Zambrano, una criatura (femenina) de la Institución libre de Enseñanza -que salto en pedazos al estallar la guerra civil española- que como sus correligionarios liberales españoles que aún entonces quedaban (rara avis), naufragaría también con aquella

ADDENDA Acabo de escribir, fiel a mi cita diaria, estas líneas de un golpe cuando caen ante mis ojos la frases que Umbral dedica a la Zambrano en su su galería de autores, "Las palabras de la tribu" que conservo en mi estantería, que hace acompañar de un foto de la escritora a una edad tardía poco inspiradora (lo menos que se puede decir) y fumando en pipa. María Zambrano era una lírica en prosa y nunca un pensamiento filosófico coherente. Todos estos segundones (sic) de la República tuvieron en el fondo la suerte (salvada su tragedia humana tan respetable) de ser glorificados por el exilio, en bloque con los valores de verdad. Palabra de dios, te alabamos señor

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