domingo, mayo 29, 2016

FRANQUISMO Y OLOR A PIES

La ficción democrática -jurídica y constitucional- de la Transición, empezó a resquebrajarse con la Ley de la Memoria Histórica, y antes ya aún, con los atentados del 11 de marzo. Y tal vez haya que seguir manteniéndola (artificialmente) en pie -o a base de globos sondas- para evitar males mayores. Como lo ilustra la resolución guerra civilista del ayuntamiento de Cádiz. Pero algunos no le vemos futuro
Franquismo y olor a pies. La resolución del consistorio de la capital gaditana interponiendo querella judicial por los crímenes (sic) del franquismo se habrá visto explicada y defendida por el alcalde (podemista) -al que llaman Kichi- con una frase que se debe al líder y fundador de Podemos, que me mereció ya una glosa -al agua fuerte- en este blog y en el libro que dediqué al 15-M y a sus subproductos (derivados) entre los que se cuentan Podemos (y sus marcas en las distintas regiones autonómicas) Y es la de que a la derecha española le olían los pes a franquismo.

Hay toda una legislación si no me engaño (dicho sea de entrada), que tienen siempre como espada de Damocles las izquierdas sobre las cabeza de los españoles y lo es la normativa en vigor en contra del racismo y de la xenofobia. Pero eso solo cuenta contra la derecha y la derechona y sobre todo contra la extrema derecha, por lo que estamos viendo de nuevo ahora.¿

¿O acaso esa frase no rezuma (y apesta) a xenofobia por todos los poros? Racismo guerra civilista lo llamaría yo que hace que los afectados por ese mal invisible no reconozcan ni poco ni mucho a sus propios compatriotas, como si fueran extranjeros de un pueblo o un raza aparte, como así me sentí yo (de instinto) visto -y pesado y medido (de la cabeza a los pies)- y tratado en consonancia por españoles de la inmigración y sus descendientes en Bélgica.

No es nada nuevo por cierto. Esa frase se la oí yo ya algún comentarista de la prensa extranjera lamentándose del guerra civilismo irreconciliable que él sentía (de instinto) entre españoles. “Se huelen mal, a pies (ils sentent des pieds) , unos y otros”, se lamentaba. El comentario de lo que recuerdo repartía las culpas -pensamiento único obliga- a partes iguales, era obvio no obstante que la simple denuncia de ese hecho ta insólito y tan rodeado de tabúes en el tipo de mensaje política e históricamente correcto en vigor en los medios desde hace décadas, mostraba de qué lado iban los tiros del observador extranjero y de la denuncia aquella.

Un síntoma sin duda apenas de esa fobia guerra civilista que merecería tratamiento terapeútico aparte y especialísimo.. Por lo que tiene sobre todo de incurable y es en la medida que los propios afectados se sigan negando a reconocer la raiz del mal y a atribuir todos sus males a una guerra que se termino (oficialmente) hace ya setenta y siete años. Ellos y sus descendientes.

La moción guerra civilista de ahora del ayuntamiento de Cádiz es un nuevo botón de muestra de ese empecinamiento fanático de la izquierda guerra civilista en querer ganar en los pretorios la guerra que perdieron hace ya tanto en los frentes, rayano en verdad en la paranoia y en la patología colectiva, y se tal vez presagio de mal agüero de una nueva ofensiva guerra civilista en el terreno de la guerra asimétrica, léase de guerra psicológica y de propaganda.

El PP votó en contra (y Ciudadanos, por una vez, se abstuvo) “No tenemos más pasado que la transición y la democracia, como todos los aquí representados”, se justifico (y se defendió) -frente a los ataques (y al comentario hiriente) del alcalde podemista- el edil representante del partido en el gobierno (en funciones)

Una ficción (democrática) que lleva haciendo agua y resquebrajándose desde que se promulgo la ley de la memoria histórica -y antes aún, desde los atentados del 11 de marzo- que deslegitima todo lo que no sea izquierda guerra civilista irreconciliable.

Y que sin duda hay que defender y mantener en pie para evitar males mayores, pero a la que muchos no le vemos futuro, qué quieren que les diga

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