Orfeo, a la Juventud (poesia en domingo)

Todo tan frágil, tan nimio
tan justo, pendiente de un tris
en mi cabeza hecha un bombo
buscando un punto fijo en mí

en medio de la batalla
del insomnio a todo rugir
en la noche blanca y traidora
en espera que llegue Abril,

que las miasmas se disipen
y todo vuelva a reír
y el futuro se nos abra
en un haz de vida hecha luz

hirviendo en sed de aventura,
con hambre (inmensa) de vivir
al día, al instante, amor,
y en el centro de todo tú

Al cabo de la novela
“negra” extenuante (a morir)
de lo que ocurrio entonces
que así debio ser "allí"

donde el futuro se cocía
que aún hoy sigue ahí
bien agarrado al presente
lampando por volar (y huir)

Diciembre del Cuarenta y Uno
Estados Unidos (al Sur)
Mar Pacifico ex hispano
¡dios qué partida de mus!

entre blancos y amarillos
entre Alcatraz y Malibú
Los Angeles y San Francisco,
que se jugo precisamente allí

¿Juego de manos la Historia
de Clío la diosa gentil
de los tiempos y los vientos
que quía a su antojo porque sí?

¡Arcano de los misterios
de Orfeo y sus cantos sin fin,
de la Vida de los pueblos
de su ocaso y resurgir

la Memoria misteriosa
la que nos hace vivir
reina madre del futuro
travieso, de un alma infantil!

¡Misterios de amor y dolor
de odio y de guerra civil
de horizontes de futuro
anchos, inmensos, sin fin

que hagan soñar a los jóvenes
y aprenderles a vivir
y a “lidiar” con la Memoria
que llevan bien dentro de sí!

¡Que solo viven de veras
los que andan prestos a morir!

(Oráculo el que aquí vierto,
del dios Orfeo a la Juventud)


“Veni vidi vincit” (dijo el César)
¡La ocasión que ni pintada
de pillarte a solas, amor,
sin escolta o guardaespaldas!

Que al fin te pusiste a tiro
al cabo de la nublada
cuando el buen tiempo ya asoma
y el largo túnel se acaba

y el sol se aparece ya más
y muestra risas más anchas
y los árboles florecen
y flores (como tú) amagan

Y enseñan sus blancos dientes
y sus risas de fiesta y galas
y un encanto y una belleza
que para ti bien guardabas

con ese gesto de adusta
como escopeta levantada,
de amorosa con disfraz
que tanto disimulabas

Y a mi no me la diste, no,
desde el primer instante, al alba
de este amor nuestro (¡qué dolor!)
que no se expresa en voz alta

tan viejo y tan cansado ya
de esconderte la mirada
de tanta reserva y con/ten
cual de gente sosegada

que es lo que era y sigo siendo
aunque contigo arda en llamas
y aunque me pongas a prueba
a mi y mi flema probada

que no la heredé yo al nacer
si no de una suerte aciaga
que tanta saliva me dio
a tragar, tanta rabia, tanta baba

¡Manjar de perros rabiosos
a tragos, a dentelladas,
que me tenía que comer
al cabo de la jornada!

Contigo ya no trago en cambio
más que a ti, so descastada,
que me tragué a palo seco
tus desplantes ¡desalmada!

Y los rumiaba entre versos
que para ti yo escanciaba
y por ti sigo escanciando
(tarde ya, de madrugada) (…)

Y ahora sigo esperando
comerme algo de ti gata,
me las des o no me las des
¡Esas luces de bengala!