jueves, marzo 31, 2016

ATENTADOS DE BRUSELAS Y EXTREMA DERECHA

Ocupacion de un mezquita por miembros del grupo “Génération Identitaire”, en el 2011, en el Trece Centenario de la batalla de Poitiers. Un llamamiento a la Reconquista de un eco y un impacto (simbólico) como pocos otros actos o gestos similares lo hayan logrado hasta ahora. Una convocatoria no obstante, convocada por dicho grupo para el próximo domingo en Bruselas -en el barrio de Molenbeek-, acaba de ser prohibida, para evitar incidentes. Poco creíble, tras décadas -treinta años en el caso del autor de estas lineas- de llevar presenciando en la capital de la UE manifestaciones vandálicas impunes, políticas o sindicales, de izquierda o de extrema izquierda
El diario el País en su edición de hoy repite como papagayo en un articulo editorial la consabida monserga -como una homilía dominical progre- contra la extrema derecha por cuenta de los falsos/incidentes -no poco amañados y explotados me refiero- del pasado domingo en el centro de Bruselas, cuando una manifestación de unos cuatrocientos hoolligan deportivos, hinchas de diferentes equipos belgas se concentraron ante la plaza de la Bolsa en el centro de la ciudad, que viene siendo teatro de manifestaciones de duelo -y del buenismo que fatalmente las acompaña- tras los atentados del martes de la semana pasada que causaron mas de treinta muertos.

¿Hasta cuando? ¿Hasta cuándo continuarán algunos en España ganándose la vida y asegurándose el futuro -e hipotecándoselo a los demás- por cuenta del fantasma de la extrema derecha? Extrema derecha es hoy por hoy, desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial al norte de los Pirineos y en España desde la transición (y en Portugal justo desde un un año antes) clisé o arma arrojadiza favorita de una guerra psicológica y de propaganda que en el caso de España reviste todos los aspectos y perfiles de una guerra asimétrica que pocos se resignan a reñir y a fe mía que no cabe tirarles tal vez la primera piedra, a condición que no nos la tiren ellos a los que si lo hacemos (por nuestro riesgo y cuenta)


En Bruselas se acaba de anunciar la prohibición de una concentración de un grupo “identitario” francés convocada para el domingo próximo en la “comuna” de Molenbeek puesta en la picota -de refugio de islamistas- desde los atentados de la semana pasada. Y pocos se escandalizan, habituados a contemplar manifestaciones violentas de signo opuesto de izquierda o extrema izquierda -surcadas de actos a cual mas vandálico a menudo (y pefectamente impunes)- en pleno centro de la capital de la UE desde hace décadas (en mi caso dese que aquí resido hace ya treinta años)

Y a fe mía que no conozco ni tengo el menor contacto con los organizadores (franceses-) de la manifestación prohibida para el próximo domingo pero no puedo resistir el sentir cierta empatía, a ellos y a su consignas -de reconquista (sic) y contra el buenismo -contra las flores y velas funerarias, contra el “yo soy Charlie” o “Bruselas” (o lo que sea)” y otros eslogan igual de buenistas a favor de la paz en contra del odio etcétera, etcétera.

Y es en la misma medida que me sentí bien solo en un combate parecido al de ellos, que llevé yo adelante a solas contra viento y marea en contra del buenismo que reinaba entre los euro funcionarios españoles de Bruselas en los años -en torno al inicio de milenio-en los que rugía a todo rugir la violencia terrorista y criminal de la banda ETA, lo que me valió serios incidentes con miembros del servicio de orden de paisano en sus concetraciones (policías nacionales, guardia civiles, seguratas, perros de presa mercenarios o lo que fueran) y una denuncia judicial -de los amigos de la ETA, cómodamente refugiados a favor del santuario que gozaron durante muchos años en Bélgica- que me llevo a verme de nuevo preso (en el 2000) tras haberlo estado quince años antes en la cárceles portuguesas

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