viernes, febrero 20, 2015

PODEMOS Y LOS RUBLOS DE PUTIN

Soldados españoles de la División Azul a su salida para el frente ruso desde Polonia. De parte rusa se dieron toda clase de facilidades tras la caída del Muro para la repatriación de los divisionarios españoles allí caídos. La bandera roja y gualda fue la enseña de la División como lo muestra la foto. Mal que les pese a algunos
El semanario británico “The Economist” en su último número sugiere que la Rusia de Putin pueda estar financiando a la formación Podemos de Pablo Iglesias. ¿Intoxicación, provocación o manipulación dentro del más stricto fair play british? ¿Quién sabe, qué sabemos nosotros de los designios de los que nos mandan y gobiernan? Como sea, plantean un sinfín de interrogantes los rumores persistentes de financiación extrajera a ese partido emergente de la izquierda radical en la política española. Venezuela, el Irán, Grecia –los parientes o aliados pobres (en apariencia) y la Rusia de Putin ahora.

Y el diario Libertad Digital que recoge la nota del semanario británico especula con el acercamiento que se viene operando entre el gobierno griego de Syriza y Rusia, tras los que podría estar tentados de marcar el paso la formación española. ¿Nueva Esfinge de la política internacional Vladimir Putin? Informaciones recientes dan cuenta de su regañina en público a un alto funcionario por un contrato de compra a España de ciento cuarenta vagones de tren Talgo. Y aunque la pregunta del premier ruso apuntaba al problema de las compras a países extranjeros en general, no hay que ser muy lince para ver en ese dardo en dirección nuestra, una (seria) advertencia al gobierno español que las circunstancias no son ya las mismas que en el 2011 –que fue cuando se firmó el contrato- cuando Rusia y sus dirigentes tuvieron que tragarse la afrenta de la ejecución (y suplicio)-retransmitido en directo al planeta entero- del coronel Gadafi, uno de sus aliados.

¿Una nota oficiosa de protesta a la vez que un aldabonazo en dirección de la opinión pública española por las vacilaciones de la política exterior española en el tema Ucrania donde la diplomacia española trata a todas luces de andar en la cuerda floja entre la casa Blanca y la canciller alemana Merkel que se habrá distanciado un poco –en apariencia- de la diplomacia americana en el referido conflicto durante la reciente cumbre de Minsk? España y Rusia, los dos polos opuestos del continente europeo que como tal cruzaron escasamente sus destinos en los últimos siglos. Exactamente, en dos ocasiones contadas, la invasión napoleónica y la guerra civil española. Estos días se celebra el aniversario de la batalla de Krasni Bor, que ya evoqué en mi penúltima entrada, donde se vería diezmada la División –en dos tercios de sus efectivos- vendiendo cara no obstante la piel, al precio del triple de número de bajas entre los asaltantes rusos –más de diez mil bajas- y alcanzando así el objetivo último estratégico que se les había encomendado de frenar a toda costa la ofensiva rusa Estrella Polar que buscaba repetir en el sector Norte del frente su victoria de Stalingrado.

Y en une encuentro hace unos meses en París con amigos rusos blancos –descendientes del exilio zarista tras la Revolución de Octubre- (que ya dejé aquí consignado), me hicieron conocer a uno de sus amigos, ruso como ellos, de ascendencia familiar “blanca” también quien me aseguro categóricamente que en Rusia hoy no se guardaba mal recuerdo de los españoles de la División Azul. ¿Verdad, mentira, o simplemente un voto piadoso en alguien que de toda evidencia apreciaba a España y a los españoles? Hechos son los hechos no obstante, y del lado ruso se dieron toda clase de facilidades -hasta hoy- para la repatriación de los miles de soldados españoles caídos en Rusia con la División, tras la caída del Muro hasta el punto que en un debate al que asistí en la feria de Libro de Bruselas en febrero del 2006 uno de los intervinientes representante de la asociación para la recuperación de la memoria histórica (de los vencidos de la guerra civil) se quejó de las sumas elevadas que el gobierno español en tiempos de José María Aznar había gastado en las repatriaciones aquellas, a lo cual el hispanista oriundo Michel del Castillo, interviniente también en el debate le replicó que ese era un tema distinto, de relaciones directas a nivel castrense entre los dos países (…)

Es un dato inamovible igualmente el que la memoria acomodada (sic) de la División Azul que se nos habrá trasmitido a sucesivas generaciones de españoles tras el desenlace de la Segunda Guerra Mundial en el 45 realza lo que aquel trance guerrero tuvo de oportunidad histórica para los españoles de descubrir –o redescubrir- el auténtico pueblo ruso. Y de todas las acomodaciones –y leyendas piadosas que las refuerzan- operada en esa memoria legendaria (o mitificada) de la División Azul, esa es sin duda una de las que suena más plausible y más verídica y más auténtica. Aunque dicho eso, me viene raudo a la mente el reproche que le hacía Francisco Umbral en una de sus obras (“Los Alucinados”) al humorista –director durante un tiempo de la Codorniz- Álvaro de la Iglesia antiguo divisionario en Rusia, de guardar entre sus objetos personales uno, forrado de piel de “panienka”, una de aquellas mujeres rusa caída –o hecha presa- en el frente de batalla.

Y Pio Moa en su novela –¿ficción, un fondo de verdad histórica- relataba episodios de enfrentamientos entre divisionarios españoles y mujeres rusas que oficiaban de espías y agentes dobles (triples, lo que fuera) por detrás de las líneas enemigas. Algo que hay que poner sin duda en relación estrecha con las característica de la guerra en el frente ruso donde los alemanes y sus aliados se quejarían todo lo largo del conflicto de la frustración sorda que les producía el verse confrontados con las presencia de mujeres –y a veces incluso niños- en primera línea del frente, como así ocurrió en Stalingrado.

Entre Escila y Caribdis, entre dos versiones o memorias opuestas de la Segunda Guerra Mundial y de uno des capítulos importantes como lo fue el de la División Azul está hoy clara y comúnmente admitido por todos que los españoles fueron a Rusia a combatir al comunismo, una ideología a la que hacían responsable del desencadenamiento de la guerra civil española, y que ese otro aspecto de guerra de razas que pudo revestir el conflicto en el frente ruso –entre eslavos y germanos (de raíces históricas seculares, profundas y complejas)- les escapaba o resbalaba en gran medida, por una razón de fuerza mayor, de ignorancia invencible o de imposibilidad de comprender las razones de una hostilidad (irreductible) entre países terceros.

La película española que vi de niño (y me impresionó a fondo) de la repatriación de los prisioneros españoles de la División Azul –en el “Semíramis” (1953)- llevaba un título un tanto falaz, ”Regreso del infierno”, y lo era (un poco) efectivamente en la medida que del infierno bíblico que nos enseñaron a generaciones y generaciones de niños españoles no se volvía nunca. “Los que entráis aquí –reza el frontispicio de uno de los círculos infernales de la Divina Comedia de Dante- abandonad toda esperanza” De la Rusia de Stalin al final se volvía en cambio, aunque no volvieran todos (y aunque hubiera habido que esperar a la muerte del padrecito de los pueblos) Con lo que vengo a decir que habrán sido preciso décadas para ir fundiendo o disolviendo en la memoria colectiva de los españoles -en muchos de ellos por lo menos, esa imagen de infierno en la tierra de la Rusia soviética que ya dejó de serlo.

Hay algo que no cuadra no obstante en mi cabeza. La vox populi lleva dando cuenta hace un rato del apoyo (de un valor incalculable) de que la derecha española e italiana –a través de dos testaferros de la primera magnitud , José Manuel Lara ‘quepd’) y Silvio Berlusconi habría prodigado a la emergencia (fulgurante) de Podemos y de su líder, por la cobertura mediática envidiable que les brindaron (inexplicablemente) en sus cadenas televisivas mientras se la negaban a otros. Y ahora resulta que no solo la derecha o derechona española y la italiana figuran entre los padrinos y mecenas de aquello sino también la Rusia de Putin.

¿Eres tú el mesías que esperamos o tenemos que esperar todavía a otro?, se estarán diciendo –con ayuda del versículo bíblico- muchos españoles presas de estupor ante estos rumores tan persistentes como contradictorios. Quien pueda entender que entienda

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://uraniaenberlin.com/2015/02/26/pablemos-defensor-de-los-golpistas-en-venezuela/#comments