lunes, febrero 23, 2015
¡Locaza! (poesía en domingo)
Calma, alma, no te irrites,
inquieta, sobresaltada
que naciste para dormir
Y te la dieron cambiada
¿Para dormir? Sí, en sueños
de paz, de concordia solar.
Y era de noche y nublado
en mi continuo despertar.
¡Amaneceres desiertos!
Mi sino, mi suerte mortal
entre humanos, mortales,
siempre riéndose al pasar
de mí y de mi suerte ngrata
Como un conjuro –ya lo sé-
de compasión más que nada
Que no podían hacer oir
por culpa de cartas marcadas.
¿Cartas marcadas en tu vida,
Juan? Si, así fue, duende amigo
Pero era culpa mía al fin
¿Por qué? No lo sé, por jugar,
juguetón, a perder y a ganar
Y así se pasó tu vida, Juan,
No, duende, no tan rápido
que el partido se juega aún
Y me gusta así mucho más
con la emoción del punto final,
a todo perder o a todo ganar
Y el partido que juego contigo
no terminó, mi amor, todavía
y ese sí es el quid de mi vida
porque me juego todo lo sé
Y me lo juego con gusto y con fé
que contigo no voy a perder
Porque nací para eso,
Para jugarme tu amor
y ganármelo para siempre
a fuerza de coraje y ardor
Y eso ves que no me falta,
que si yo tuve miedo de ti
alguna vez, fue de herirte:
no me dan miedo tus mañas
ni la escolta que te sigue
ni los duendes que te acechan
ni los perros que me ladran
No me da miedo el silencio
Que haces reinar cuando mandas
Donde quieres, cuando quieres
¡Mi estrella de la mañana!
Que tu naciste princesa
como otras nacen amas
esperando verte reina
pero a eso te hago falta
Que de eso un poeta sabe,
de hacer bailar las palabras
y de llevarte en triunfo,
a un cielo de almas en llamas
donde ardamos tu yo, mi reina
en fuego de amor ¡Locaza!
No te enfades conmigo
Soy así, de una pieza, mujer,
Y no voy a cambiar ahora
Camino ya de la vejez
Y si no fuera así
de una pieza, de un jaez,
no hubiera aguantado
el embate de tu altivez
ni el envite que me echaste
en pleno fregado aquél,
de esos rollos de mujeres
¡Qué lío, qué trajín! ¡J…!
Y Salí airoso del paso
Siempre guardando el tipo ¡Ves!
Sin un pliegue ni un rasguño
Como un rey (o como un marqués)
Y me podrías doblar, sí,
Pero no en cambio vencer
A menos que busques eso
el vencer (pero por tu ley
de amor, de mujer seria
y niña traviesa a la vez.
Vencerme pero por las buenas
Que si no, no (ya lo sabes bien)
Que el que me busca me encuentra
Y no me ganan a lo rahez
Pero lo nuestro es distinto
y no tienes de qué temer
Solo de una cosa mi cielo,
que en lucha contra el tiempo cruel
con los minutos contados
la muerte me gane una vez
a fuerza de quemar etapas
mi amor, entre el ser y el no ser
(¡Por tí, mujer!)
inquieta, sobresaltada
que naciste para dormir
Y te la dieron cambiada
¿Para dormir? Sí, en sueños
de paz, de concordia solar.
Y era de noche y nublado
en mi continuo despertar.
¡Amaneceres desiertos!
Mi sino, mi suerte mortal
entre humanos, mortales,
siempre riéndose al pasar
de mí y de mi suerte ngrata
Como un conjuro –ya lo sé-
de compasión más que nada
Que no podían hacer oir
por culpa de cartas marcadas.
¿Cartas marcadas en tu vida,
Juan? Si, así fue, duende amigo
Pero era culpa mía al fin
¿Por qué? No lo sé, por jugar,
juguetón, a perder y a ganar
Y así se pasó tu vida, Juan,
No, duende, no tan rápido
que el partido se juega aún
Y me gusta así mucho más
con la emoción del punto final,
a todo perder o a todo ganar
Y el partido que juego contigo
no terminó, mi amor, todavía
y ese sí es el quid de mi vida
porque me juego todo lo sé
Y me lo juego con gusto y con fé
que contigo no voy a perder
Porque nací para eso,
Para jugarme tu amor
y ganármelo para siempre
a fuerza de coraje y ardor
Y eso ves que no me falta,
que si yo tuve miedo de ti
alguna vez, fue de herirte:
no me dan miedo tus mañas
ni la escolta que te sigue
ni los duendes que te acechan
ni los perros que me ladran
No me da miedo el silencio
Que haces reinar cuando mandas
Donde quieres, cuando quieres
¡Mi estrella de la mañana!
Que tu naciste princesa
como otras nacen amas
esperando verte reina
pero a eso te hago falta
Que de eso un poeta sabe,
de hacer bailar las palabras
y de llevarte en triunfo,
a un cielo de almas en llamas
donde ardamos tu yo, mi reina
en fuego de amor ¡Locaza!
No te enfades conmigo
Soy así, de una pieza, mujer,
Y no voy a cambiar ahora
Camino ya de la vejez
Y si no fuera así
de una pieza, de un jaez,
no hubiera aguantado
el embate de tu altivez
ni el envite que me echaste
en pleno fregado aquél,
de esos rollos de mujeres
¡Qué lío, qué trajín! ¡J…!
Y Salí airoso del paso
Siempre guardando el tipo ¡Ves!
Sin un pliegue ni un rasguño
Como un rey (o como un marqués)
Y me podrías doblar, sí,
Pero no en cambio vencer
A menos que busques eso
el vencer (pero por tu ley
de amor, de mujer seria
y niña traviesa a la vez.
Vencerme pero por las buenas
Que si no, no (ya lo sabes bien)
Que el que me busca me encuentra
Y no me ganan a lo rahez
Pero lo nuestro es distinto
y no tienes de qué temer
Solo de una cosa mi cielo,
que en lucha contra el tiempo cruel
con los minutos contados
la muerte me gane una vez
a fuerza de quemar etapas
mi amor, entre el ser y el no ser
(¡Por tí, mujer!)
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