miércoles, febrero 24, 2016

¿TAMAYAZO? ¡DEVOTIO IBÉRICA!

Antonio Maura es una figura con un halo innegable de polémica, revestido de pronto de sorprendente actualidad en la situación de crisis por la que atraviesa el sistema político que dio comienzo en España con la transición democrática. Una figura pendiente de revisión urgente como quiera que sea, si se tienen en cuenta aunque sólo fuera las campañas (feroces) inspiradas en la Leyenda Negra- de las que se vería objeto con ocasion de la Semana Trágica en toda Europa y en particular (nota bene) en Bélgica, en donde cargó hasta hoy con el muerto,que me diga con la muerte de Francisco Ferrer, que va de víctima -y de mártir (laico)- entre los belgas desde entonces, como lo ilustra la estatua -propiamente surrealista, por lo icongrafica y de un desnudo que desetona que todo hay que decir del puritanismo (de tufo protestante) en materia de costumbres que caracteriza de atiguo  esos medios librepnsadores belgas- en su honor a la entrada de la Universidad Libre de Bruselas. ¿Sabrá seguir (sin cometer los mismos errores)los pasos de aquél Mariano Rajoy, ante el desafío que le echa al rostro -a él y con él al conjunto de los españoles- la indignación callejera (y guerra civilista)? ¿Sabrá concitar en torno suyo muestras de devotio ibérica como sí lo supieron Maura y otros grandes gobernantes de nuestra historia? Esa es la esperanza que nos hace abrigar su actitud firme en las últimas semanas -frente a la operación escandalosa de acoso y derribo de la que se ve blanco- a muchos españoles. Entre los que por cierto me encuentro. Y que se piense de mí lo que se quiera
“El problema de Juan es que no conoció la democracia”, ese fue el comentario -en tono indulgente y amistoso- que llegó a mis oídos, de alguien de mi entorno, belga flamenco, mis primeros tiempos de estancia en Bélgica, con lo que sin duda quería él hacer alusión al régimen -de Franco- en vigor en España anteriormente en el que efectivamente nací y crecí y viví casi hasta la muerte de aquél cuando dio inicio mi expatriación que se proseguiría casi ininterrumpidamente hasta hoy salvedad hecha de los meses (entre el 86 y el 87) que pasé en casa de mis padres en Madrid.

Y tenia razón pero no del todo. No conocí la democracia en las formas que rigen en España hoy, sí en cambio una variante de la misma, de democracia/directa por llamarla así -un tanto salvaje- que era la que se practicaba y se vivía al interior de algunas facultades y en particular en una de ellas, la facultad de Económicas -primero en el campus de la Universitaria, luego en Somosaguas- tras la eclosión a favor del mayo francés del 68 de la protesta en las universidades españolas, y en particular en las más importantes de todas ellas, a saber la de Barcelona (UB) y con un ligero retraso de un año, la Complutense madrileña.

Una democracia/directa a base de triquiñuelas, de apaños y trucos y manejos -y pucherazos- a cargo de una minoría subversiva que practicaban el juego malabar -y arte consumado a la vez, lo reconozco- de hacer discutir y votar en las asambleas aquellas interminables (tan radioactivas) -en una atmósfera de amenaza de intimidación no menos real a fuer de insidiosa- (sólo) lo que ellos querían que se discutiese y que se votase de antemano, como si nos tomaran por tontos a la gran mayoría de asistentes.

Como si no supiéramos cómo había que votar (como es debido) por no saber o no comprender (bien) lo que aquellos agitadores -hombres y mujeres- querían decir, que estaba más claro que el agua, para inteligencias medianas (y espíritus avizor) por lo menos, aunque se andasen con circunloquios y paños calientes por razón de las circunstancias de tiempo y lugar que eran las de España y de la Universitaria madrileña de entonces.

Tan claro como lo estarían décadas más tarde las proposiciones de los indignados del 15-M, descendientes (ideológicos, y por la vía biológica en muchos casos también) de los indignados aquellos, que se andarían casi con tantas precauciones o circunloquios como sus predecesores aquellos por más que las circunstancias no parecieran justificarlo como lo habían justificado (en las mentes de muchos) cuarenta años antes.

Eso era más o menos lo que intenté explicar entonces sin rodeos ni tapujos en una asamblea electoral de mi curso -en tercero de carrera- donde me presenté candidato -solo (compañado de otro)  pero con una etiqueta bien vsible en la frente(...)- y el batacazo que me llevé por ser de los menos votados, que tomé entonces por una afrenta personal -de mis propios compañeros de curso- no lo era tanto sino que no venia a ser más (sólo con el paso del tiempo habré acabado cayendo en la cuenta) que la consecuencia fatal del contexto que se vivía en España y en las Universitaria madrileña en particular entonces.

Y era el de un nuevo capítulo o episodio -en forma de guerra asimétrica como hoy se le habría llamado- de la guerra civil (del 36) interminable, tal y como ya le expliqué y dejé sentado en uno de mis libros recientes, “Guerra del 36 e Indignación Callejera” Que eso es lo que venia a ser el ambiente insurreccional que reinaba en las facultades de la Universitaria, al interior del recinto de cada una de ellas me explico.

Por más que fuera de aquellas, en el campus propiamente dicho se vieran estacionadas las fuerzas del orden -los llamados grises de entonces-, que no hacían así mas que contribuir (eficazmente) al aumento de la tensión en la medida que no conseguían en modo alguno apagar -sino azuzar- el fuego insurreccional en ascuas más o menos latente al interior de las facultades, que las minorías agitadoras al las que aludí mas arriba se empleaban a fondo en mantener en ascuas allí dentro, donde la ley lo eran ellos, o lo acabaron siendo al cabo de una escalada en la agitación que en el espacio de dos o tres años, entre tormentas y bonanzas -entre declaración y levantamiento del estado de excepción, y a base de acciones de protesta que irían ganando en violencia (insidiosa) con el paso del tiempo, acabarían degenerando en auténticos escraches -que tardarían cuarenta años en reencontrar su verdadero nombre (el de sus orígenes de cuando la Emancipación americana y de la Revolución de Mayo de Buenos Aires contra el poder español como ya lo señalé en mi libro mas arriba citado)- contra el cuerpo profesora y demas funcionarios subalternos (empleados de ventanilla, por ejemplo,  y sobre todo bedeles, puestos en la picota dpor los energúmenos aquellos)

De lo que fui testigo de primera mano en una ocasión -a cierta distancia pero sin perderme lo mas mínimo de la escena, y sin participar en aquello tampoco por supuesto-, y del que uno de ellos  acabaría costándole la vida a uno de los profesores (catedráticos) entonces aún en activo.

Y me estoy refiriendo a Julio Martínez Santaloalla arqueólogo y profesor de la Facultad de Filosofia y letras de la Complutense, víctima de un infarto en plena aula donde impartía o trataba de impartir docencia, en uno de los escraches aquellos. Un detalle todo menos trivial del que se guarda cuidadosamente silencio en la reseña biográfica -no poco beligerante- que circula en internet por cuenta suya.

Y fue aquél un suceso del que sólo habré venido a saber con el paso de los años y que ignoré entonces, sin duda por razón del enroque -al que ya aludí aquí y en mis recientes libros- que experimenté precisamente por aquel entonces que me llevó a apartarme progresivamente de mis antiguos compañeros y compañeras de curso y a dar la espalda al ambiente enrarecido en el que en su casi totalidad se veían envueltos, hasta que acabé evitando el poner el pie en el campus -y en las facultades salvedad hecha de los periodos de exámenes por supuesto.

Y todo ello me venía a hora a la mente ante el espectáculo escandaloso -de chanchullo y caciquismo- que ofrecieron los de Ahora Madrid en el ayuntamiento en su última sesion, tratando de evitar -que solo consiguieron posponer- la moción de censura contra una de las concejalas estrella de la actual alcaldesa. Por arbitraria, por sectaria y guerracivilista.

¿Son demócratas los podemistas? Claro que lo son -y que me perdone la oposición del consistorio- ,exponentes emblemáticos en extremo a fe mía de una democracia “a la española”, tal y como se practicaba ya en mis años universitarios, por los antepasados ideológicos de estos. No hay mal que por bien no venga (como decía el Caudillo) Y los atisbos de fisura -no llego a llamarla tal- que la maniobra de los podemistas habrá abierto en las filas del PSOE madrileño -por la propuesta de reprobación de la concejala de Cultura- hace presagiar nuevas fisuras a la medida que la hora de la verdad -léase de la investidura- se avecina.

¿Un nuevo Tamayazo en puertas? Parece poco probable como ya lo era en la investidura de la nueva alcaldesa. La apuesta de Mariano Rajoy va o lo parece en esa dirección no obstante -a la división interna (¿hasta la implosión?) del PSOE-, por lo que sea. Y sus razones tendrá, y datos e informaciones que nos escapan.

Lo que nos incita a brindarle por anticipado un gesto de devotio ibérica -como aquella de la que gozó Franco durante décadas- para el caso de que consiga aventar y conjurar la ventolera indignada (y africana) que se nos viene encima a los españoles. Y que se piense de mí lo que se quiera

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya que citas al arqueólogo Julio Martínez Santaolalla (1905-1972), copio
este enlace
https://europa89.wordpress.com/2016/02/25/julio-martinez-santaolalla/
También he leído en algún sitio el dato de que murió como consecuencia de un infarto causado por agún disgusto que le provocaron mientras daba clase en la Universidad.

Juan Fernandez Krohn dijo...

Gracias por el comentario. En el escrache al profesor Santaolalla participó -algo del dominio público que la interesada no se dignó desmentir ni reconocer hasta hoy- la que fue ministro de Cultura del PP, Pilar del Castillo, que asume publicamente el pasado de militancia comunista de sus años universitarios.

Era el género de credenciales preciosas por lo que se ve a la hora de conseguir un cargo político (de altura) en la era Aznar. ¿Fueron acaso rojos -o acabaron siéndolo- todos los de mi generación (en la universidad)?

Yo no. Un cordial saludo