"El Orden reina en Varsovia" Litografía francesa célebre sobre el aplastamiento de la insurrección polaca por las tropas rusas (1831) Un hito histórico y memorístico de la primera magnitud en la génesis del victimismo polaco (democrático) que acabaria viéndose plasmado en el mito del papa/eslavo que vendria a encarnar a su debido tiempo el papa Wojtyla. Está claro hoy no obstante que la imagen aquella no dejaba de reflejar una burda caricatura de la verdad historica, inspirada en una ideología revolucionaria de extrema izquierda mayormente de expresión francesaTuve una pasión polaca, ya lo he contado más de una vez en estas páginas. Y hoy que llevo ya tantos años curado de ella no dejo de preguntarme si fue primero el huevo o la gallina, quiero decir, primero la pasion polaca aquella en mí o primero de todo por el contrario el problema irresoluble que me planteó desde el principio -desde el momento de su irrupción hasta hoy- el mito (en carne y hueso) que irrumpió de golpe en el mundo de entonces del papa/polaco aquél, del que no me daba cuenta del todo -¡ay dolor!- que no venía en definitiva más que a resumir o compendiar o a recapitular (en lenguaje antiguo) en si mismo y en su figura (iconográfica) todo el nacionalismo polaco, tan sui generis, que no era y sigue sin serlo un nacionalismo o un patriotismo como otro cualquiera.
Un nacionalismo mesiánico -democrático y judaizante (al pan pan y al vino vino)- que veía en la Polonia insurrecta del siglo diez y nueve el mesias de las naciones y que a su vez -en la visión profética que la acompañaba inseparable- se veria redimida en la culminación de los tiempos por un papa de su propia estirpe, "Su" Papa (Papiesz), como decian invariablemente -y ante la sorpresa (e incredulidad) de terceros de otras nacionalidades- los polacos sin distinción (católicos por propia definición hasta prueba de lo contrario) cuando se hablaba de aquel pontífice.
Un nacionalismo de raíces antiguas y no menos vidrioso y conflictivo. Como tuve la ocasion de aprenderlo oyéndoselo proclamar, y explicar y celebrar de viva voz a los jóvenes polacos que tuve ocasión de conocer y de tratar durante mi visita allí en julio del 81 (primavera de Solidarnosc) que aquí ya tengo a menudo evocado. Porque aquellos jóvenes católicos -simpatizantes de Solidarnosc todos ellos, y demócratas y anti-alemanes más si cabe que anti-rusos y anti-comunistas- no dejaban menos de ser unos nacionalistas devotos y fervorosos que evocaban delante mía un minuto sí y otro también las raíces polacas de la Lituania, y que bien hubieran podido hacerlo también -no sé por qué no lo hicieron a decir verdad- refiriendose a Ucrania: integrantes todos ellos, polacos, ucranios y lituanos de una área geográfica -la Gran Polonia en terminología polaca/nacionalista- disputada o desgarrada a la vez desde lo más hondo de la Edad Media entre el área de influencia rusa y la germánica o teutónico/germánica, entre la Rusia (Rus) de Kiev -y mas tarde la de Moscú y Nov-Gorod- y el Santo Imperio romano germánico y su brazo ejecutor por tierras del Este de Europa, la Orden Teutónica.
Estatua en Danzing (en polaco Gdansk) en honor del principe Jan III Sobieski, vencedor de los Turcos en el cerco de Viena (1683) que llegó a reinar en Polonia y Lituania (entonces reunidas) y fue Gran Duque de Lituania. Exponente emblemático de una nobleza polaca (afrancesada) de la que la Polonia moderna renegó -y no dejó de maldecir desde entonces (...)- a partir de la Revolución Francesa en el nombre del mismo evangelio/democrático que predicó urbi et orbe el papa polaco durante su pontificado. Estuve allí y me hice una foto junto a aquella estatua (vestido de sotana) en julio del 81, que debe andar circulando todavía (...) Sobieski había nacido en las cercanías de Lvov (Galicia polaca), en la actual Ucrania. Pero la Polonia a la que él perteneció estaba en la órbita del Imperio de los Habsburgo (Cualquier parecido pues con la realidad de hoy, pura coincidencia) Laberintos de la Europa oriental (para españoles)Lvov (o Lviv, pronunciado con "u", en alemán Lemberg, en francés antiguo Leopol) -importante e influyente sede episcopal uniata- en el límite occidental del actual territorio de Ucrania y principal centro de agitacion pro/UE los días que corren -por no citar más que un ejemplo entre tantos- fue germánica en su fundación como su propio nombre indica, que quiere decir ciudad de Leopoldo (emperador) Y ese pasado conflictivo da cuenta no poco de la la actualidad en clave ucrania tan cadente las horas que corren.
Así, tras los últimos acontecimientos en la capital donde la tensión sube y baja a un ritmo desenfrenado de un dia para otro o de una noche a la siguiente y ni siquiera, que han visto una nueva intervención (prácticamente) incruenta y con pies de plomo de las fuerzas anti-disturbios, se habrán disparado de nuevo las protestas occidentales, el secretario de Estado USA y la vicepresidenta de la UE a la cabeza, seguidos (como por casualidad) -oh sorpresa!- de una oferta de mediacion del gobierno polaco. A buenas horas mangas verdes.
Primero llevan la tension hasta el borde del estalllido dentro de Ucrania y en las zonas limitrofes dentro de Polonia donde arden las mismas fiebres de contestacion anti/rusas y pro/UE que del otro lado de la frontera tras la oferta de cooperacion que formularon nota bene los poacos a Ucrania por su cuenta y riesgo, y sólo ahora, cuando el escenario de una nueva revolución naranja encalla en una situación explosiva y sin salida (pacífica) aparente se deciden a enarbolar y agitar banderita blanca.
Una parábola, lo que está ocurriendo ahora en Ucrania de la revolucion naranja del 2004 -aún en vida del papa polaco-, y de todas las revoluciones de colores o colorines de Europa del Este de después de la caída del Muro, y si se me apura, también de la revolución aplazada de Solidarnosc décadas antes. Con la gran diferencia que el protagonismo del papa ilusionista (como un flautista magico) entonces omnipresente, se echa ahora cruelmente en falta entre los aprendices de brujo.
Escenas de la insurrección anti-alemana de Varsovia (1 de agosto-2 de octubre del 44) puesta en pie por el Ejército del Interior (AK, en polaco Arma Kraju) Durante mi estancia allí en julio del 81 visité -devotamente, ingenuo de mí (...)- el museo que tenían dedicado en el centro de Varsovia (bajo los auspicios del régimen comunista aún en vigor entonces) Aquello fue una apuesta insensata a favor de Stalin en plena retirada alemana que les salió cara a los polacos -doscientos cincuenta mil muertos (...)- porque los rusos les dejaron en la estacada, a pocos kilómetros de la capital polaca como se encontraban. Y fueron a parar a Auschwitz muchos de ellos, donde fueron los más numerosos por cierto, como no habrán dejado de recordarlo y de reivindicarlo periódicamente desde la caída del Muro (...) La propaganda de la Legión Valona de Degrelle les puso en guardia en vísperas de la insurrección de no dejarse engañar por las promesas falaciosas de Winston Churchill. Aunque a decir verdad, con los rusos los polacos no lo tuvieron nunca muy claro, como les ocurrió entonces y siguen sin tenerlo claro del todo (...)No importa, Ucrania bien vale una misa y a falta de un papa en carne y hueso puede bien suplir su ausencia con creces un papa en los altares de figura de cera -"incorrupto" o como si fuera-, y una Ucrania en la UE dentro de unos meses o en vías de estarlo, coincidente con la canonización del papa polaco prevista para abril proximo, debería ser (conforme al programa y al calendario previsto) el escenario ideal de una nueva primavera polaca.
Así, al flamear de banderas polacas -a fe mía no se vieron otras (aunque la retransmisión de Intereconomía bien que se encargaba de camuflar el detalle) durante la ceremonia de beatificación (supersonica)- debería suceder otro espectaculo bi-color esta vez, que daría a la ceremonia en puertas una imagen un poco más catolica (que/quiere/decir "universal") y menos nacionalista/polaca, no sea que la grey universal -y en particular la de los pueblos hispanos, abrumadoramente mayoritaria con un pasado y una historia tan a años luz de la del mesianismo polaco-, se despertasen de pronto diciéndose unámimes que esa iglesia no era la suya sino que se la habían cambiado, o que se habían equivocado de época, o de planeta.
Como le acabó sucediendo al autor de estas líneas. San Wojtyla, ora pro nobis (que me diga, Ucrania, pasion polaca )
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