viernes, febrero 17, 2017

EROS DESFIGURADO O LA POESÍA DE LORCA

La obra -novela o prosa lírica o como se la quiera llamar (y gran best-seller)- con la que Umbral ganó el premio Nadal (1975), y que fue incluida -jusnto con otras dos suyas, "Mortal y rosa" y "La Leyenda del César Visionario"- entre las 100 mejores obras del siglo XX de la selección del diario El Mundo (en el 2000), es fielmente representativa a njestro juicio del erotismo humano y poético que él reivindicó con fuerza a lo largo de su obra escrita, y por así decir también de su trayectoria. Una poética umbraliana -esencialmente erótica, es cierto-, a años luz no obstante o en las antípodas (por paradójico que parecer pueda en un autor que tanto tributo pagó al icono garcía/lorquiano), de la memoria/gitana de García Lorca
García Lorca ¿el final de la saga, qué digo, del folletín interminable? Ya en vísperas de la llegada del año 2006, del setenta aniversario del estallido de la guerra civil -¡qué lejos y qué remoto ya en el recuerdo!- me puse a darle (en serio) a la tecla en un trabajo que colgué en foros digitales y que debe andar viajando por esos mismos espacios desde entonces, sobre García Lorca y el culto iconográfico creado en torno a su figura. Hablé entonces -como si quisiera conjurarlo- de batalla de Armaguedón, y lo que se sucedió, la ley de la memoria/histórica y -años más tarde- la fiebre de indignación callejera y la erupción de nuevos brotes de guerracivilismo en la sociedad española la década que se siguió (hasta hoy) confirmaron con creces mis aprensiones y mis previsiones más agoreras.

Al final, contra lo que esperaban y deseaban los celadores (guerracivilistas) de su memoria, los restos del poeta de los gitanos no aparecieron por parte alguna a la gran consternación de muchos agitadores del guerracivilismo en los medios, que ya contaban sin duda tirarnos al rostro a los españoles toda una ristra de tibias y calaveras. Lo más que pudieron presentar a la prensa global (en trance de levitación o poco menos) fue una lata (vacía) de sardinas. Diez años después del comienzo de toda esta saga tan folletinesca, la última tentativa de exhumación de los restos de Lorca acaba de saldarse con un balance tan en rojo y en negativo como en las anteriores. Esta vez no obstante -lo que es nuevo (¡albricias!)- admiten ya de labios para fuera una hipótesis que viene a ser una convicción muy generalizada en la opinión publica y en el conjunto de la sociedad española, a saber que los restos de Lorca fueron exhumados en la inmediata posguerra o incluso antes, con el consentimiento por descontado de sus familiares.

¿Punto final a la saga guerracivilista? No tan rápido. Lorca murió, sus restos descansan bajo tierra, pero la guerra civil interminable, el fuego guerracivilista que no se extingue arde bajo ascuas como siempre y presto tal vez ponerse a echar llamaradas de nuevo como no las echó nunca hasta ahora en décadas de posguerra. Si se cumpliese -que los dioses no lo permitan!- que el socialista cuatrocaminero consiguiera levantarse con el santo y la peana en la pugna por la dirección del partido socialista. Como sea, en los diez años grosso modo que me dediqué a conjurar el mito guerracivilista de Lorca nació en mí -o felix culpa!- toda una poesía que fui vertiendo a ritmo in crescendo en este blog y en otro anterior y que me parece el mayor conjuro de la figura de Lorca, de su figura como de su obra.

Me reconozco en mi poesía, sí ¿ por qué lo debería ocultar de forma vergonzante? Me gusta mi poesía y pienso que saca fatalmente a la luz del dia -como por razon de fuerza mayor, más fuerte que yo, es cierto- un a memoria soterrada que la corriente central (sic) de la poesía española contemporánea -por emplear un formula estereotipada cara a los medios académicos y universitarios españoles-, ignoró ydespreció sin consideración alguna y que rebrota hoy igual que surtidores de agua pura (hirviendo) surgida -como de fuentes termales o géiseres nórdicos- de la entrañas mas hondas de la memoria colectiva. La memoria/gitana de Lorca en cambio viene a arrojar al pozo del olvido la memoria más honda y ancestral de los españoles, esta es la verdad rodeada de mil tabúes hasta hoy, que ha que atreverse a proclamar con fuerza en lo sucesivo.

Memoria auténtica y a la vez verdad poética. La verdad de un erotismo humano -fuente primordial de inspiración poética- que habrá venido remontando insensiblemente, casi sin darme cuenta, a la superficie en mi poesía estos último años y que la poesía/gitana de Lorca ignoró, como no podía ser menos -o pero aún desfiguró- por imposibilidad congénita (o como si fuera) Y esa es la glosa o moraleja que se merece esa noticia del balance (de fiasco total) de la ultima tentativa de los restos del poeta granadino. Que los restos definitivamente enterrados de Lorca guardan ya enterrada para los restos, junto con ellos, su poesía en lo que esta tiene de virus de amnesia en relación con la memoria poética (con mayúsculas) y con la conciencia de nuestra propia identidad colectiva.

Y de profanación -qué digo de desintegración incluso- del erotismo auténtico, soterrado y sojuzgado por el peso secular de la tradición judeo/cristiana. Memoria e identidad, las dos ideas (solares) de mayor actualidad de la hora por la que atravesamos los españoles y en conjunto, todos los pueblos de Europa. Y junto a ellas a modo de conjuro de tentativas de apropiación o de superación -de procedencia clerical (marca Wojtyla)-de lo que no les pertenece, el amor espiritual, Ágape y su hermano gemelo, Eros, el amor físico.

Testigos de legitimidad inmarcesibles, en la reivindicación poética de esa millenta (sic) de poemas -un aexpresión (falaica) que aprendí nota bene de Umbral- que tengo ya colgada y expuesta por así decir a la intemperie. Fruto de una identidad y de una memoria, que acabé des cubriendo y plenamente recociendo cuando me puse a conjurar la poesía -y la leyenda- y la memoria/gitana de García Lorca

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