jueves, febrero 09, 2017

¡CLEMENCIA PARA ARTUR MAS!

La pulsión anti-romana de la Liga Norte (en la foto) les lleva a reivindicar un estado ideal -la Padania (que nunca existió)- tras las huellas de la desaparecida república de Venecia (y de la presencia lombarda en el Norte de Italia) A ojos no obstante de españoles resultan tan italianos y más si cabe que los de otras regiones cisalpinas. Su resentimiento antirromano -anti-Vaticano y y anti-Mafia (siciliana)- es comparable mutatis mutandis al resentimiento de algunos catalanes -¿muchos, pocos?- hacia el resto de España y en particular hacia la España del Sur por razón del problema social (de odio de clase) agudizado allí -y un tanto endémico- como en ninguna otra parte de España, y también por la simbiosis cultural que alcanzó en Andalucía (de antiguo) la minoría gitana. Análogo (mutatis mutandis) al caso de Rumanía. Curiosamente, la Liga Norte -que llegaron a ostentar esteladas en el 2013 al interior del parlamento italiano-, en el juicio de Artur Mas en cambio habrán brillado por su ausencia
No lo he conseguido, no conseguí hasta hoy odiar a Artur Mas, lo confieso, no lo odié como me hubiera debido ocurrir conforme a mis convicciones o a algunas de mis posturas (“anti-catalanistas”) que hoy me parecen mas superficiales y menos hondos y arraigadas de lo que creía. El odio son palabras mayores, pero (aquí entre nosotros y sin que se entere nadie) pienso haber odiado a veces -¿y quién no?- o por lo menos eso creía, por razones de peso, de índole ideológica entre otras. Pero ene ste caso lo que más llegué fue a que el personaje me acabase resultando bastante antipático y desagradable con esa posturas que encarna y simboliza tan feas -repulsivas incluso- para una mayoría de españoles.

No más que eso. Y hoy que le veo sentado en el banquillo me siento en cambio en un estado de espíritu para con él análogo al de Ramiro Ledesma -fuera de toda sospecha- tras la revolución de octubre del 34 en relación al obreraje asturiano envuelto en la intentona revolucionaria, para los que pedía clemencia en aras de ganárselos a la causa nacional lo que al final iba a resultar una bella utopía.

¿Me estoy equivocando, tomando acaso mis deseos por realidad, al preconizar clemencia hacia Artur Mas como aquí lo estoy haciendo? Es posible, pero la magnanimidad y la clemencia -no se qui en lo dijo- son prerrogativa de los fuertes, y hoy por hoy el separatismo -o mejor dicho el independentismo catalán (dentro de un orden) que representa el ex-presidente de la Generalitat- se encuentra en una posición de debilidad manifiesta tanto a nivel nacional como de puertas a fuera, en el extranjero.

 Como lo demuestran o ilustran los resultados decepcionantes de su formación en recientes justas electorales, y en el plano internacional, por ese aislamiento tan patético en el que se encuentran como lo pone de manifiesto que sus angustiosos llamamientos e invitaciones con vistas a conseguir como fuera atraer a observadores extranjeros a su juicio, se hayan saldado por un fracaso tan polvoriento que no habrán conseguido más que uno, un independentista del Quebec (comparaciones odiosas)

Ni siquiera los grupos “identitarios” europeos que mantienen de puertas para adentro de sus países respectivos posturas de autonomía e incluso de independencia análogas o próximas a las de los catalanistas de Convergencia (o como se llamen ahora) habrán acudido a la cita. Ni siquiera la emblemática Liga Norte italiana que en el pasado se pronunciaron a veces en favor de la independencia (sic) de Cataluña. Y que ahora a todas luces tienen otros pollos que pelar, sin ir más lejos con el papa de Roma (…)

Desde hace ya tiempo vengo aquí defendiendo -con todo tipo de pruebas y argumentos- que el principal problema que arrostramos los españoles lo es la guerra civil que todavía dura, que convine en llamar de los Ochenta Años, esa pesadilla (sic) interminable que evoca Pio Moa en uno de sus últimos artículos y en lo que viene a coincidir esencialmente -en la intuición al menos sino en todos sus postulados- con lo que aquí venimos defendiendo.

Pío Moa dice en el articulo aquí mencionado -y lo dice con razón- que la democracia no jugó papel alguno en el estallido y en el desarrollo de al guerra civil. ¿Lo jugó el independentismo catalán en cambio? Digamos que sí, pero a nivel de un protagonismo ínfimo, de prestado, y fue el que le otorgaron otras fuerzas hegemónicas en zona roja que fueron de verdad las que jugaron un papel decisivo en la batalla de Barcelona del 19 de julio del 236, verdaderos causantes como tales de que el fracaso del Alzamiento en la Ciudad Condal degenerase en guerra civil a escala nacional como lo tengo defendido y demostrado en el libro que dediqué -el pasado año- al tema catalán “Cataluña en guerra”

A saber, los anarquistas y demás milicias obreras revolucionarias -como el POUM y socialistas y comunistas- y sobre todo la Guardia civil de Cataluña poniéndose como un solo hombre -con sus mandos a la cabeza- del lado de la legalidad/republicana con lo que decidió el fracaso de la sublevación militar la jornada aquella.

Incluso Companys, icono de separatistas no fue más que un rehén -y una máquina de firmar penas de muerte- de los anarquistas tras estallar la guerra civil, algo que no creo que los catalanistas burgueses (o “moderados) se atrevieran a desmentir. Una ilustración cegadora, lo que precede, que el verdadero detonante de la guerra civil lo fue un odio (endémico) de clase -en términos de “ricos” y de “pobres”- de innegable raíz judeo/cristiana, como lo viene a poner hoy de actualidad el pauperismo (bíblico) del papa argentino, algo que triunfó en la iglesia ya en tiempos del concilio.

Y de la Lliga Regionalista se puede decir -mutatis mutandis- algo parecido a lo que cabe decir de la Institución Libre de Enseñanza. Esta ultima hizo implosión, saltó en pedazos, al estallar la guerra, los unos de un bando y los otros del contrario, entre sus miembros, y de la Lliga cabe decir que se sumaron al Alzamiento -como lo hizo la CEDA en el resto de España- aunque no lo hicieran de forma pública y abierta.

¿Tan grande fue el pecado del catalanismo burgués, de creerse (un poco) superiores -racialmente incluso- al resto, más europeos o mas germanos por su ascendencia carolingia (sic) que el resto de los españoles que asumimos en cambio -o deberíamos hacerlo- una herencia visigoda, y ello por culpa de un racismo (anti-español) que les venía del mundo universitario (decimonónico) de por cima de los Pirineos? La misma pregunta cabe hacerse -mutatis mutandis- en relación con otros tipos de racismo , incluso el mas emblemático y radical de todo como lo fue el racismo alemán.

¿Tan grande fue su pecado de creerse superiores? ¿De hacer un fetiche de una lengua muerta al nacer (en la Baja Edad Media) -el habla catalana- y resucitada artificialmente el siglo XIX (sobre todo por la Iglesia)? A todo pecado, perdón (y penitencia) reza uno de los mandamientos fundamentales del judeo/cristianismo. ¿Tan grande fue el pecado de Artur Mas de creerse un nuevo Moisés de Cataluña? No más grande desde luego que el de los “oriundos” (léase, renegados) de la CUP -descendientes de andaluces en su inmensa mayoría- que son la punta de lanza principal hoy por hoy de la pulsión separatista. Aquí ya saben todos de sobra como pienso y siento en el tema.

El principal peligro que encaramos los españoles las horas que corren no lo encarna Artur Mas sino que lo sigue siendo -como un fantasma (de guerra civil) que los españoles aún no conseguimos ahuyentar- el proyecto político de división ideológica -de izquierdas contra derechas- que sigue liderando un Pedro Sánchez que goza aún hoy de espacio político y de margen de juego en la política española. Y está claro que los aliados naturales del socialista cuatro/cominero lo son Ada Colau la CUP y los podemistas catalanes, mil veces antes que Artur Mas y sus correligionarios de Convergencia.

Son aquellos los que calientan la calle e incendian las redes sociales con la quimera (incendiaria) separatista, y como tal la amenaza separatista viene mayormente del sector que ellos representan, piensen lo que piensen los implicados -afectivamente o de hecho- en el caso Blanquerna. Todo eso y muchas otras razones me llevan a pedir el indulto de Artur Mas.

En aras de la pacificación de los espíritus en Cataluña y de evitar o de desactivar de una manera u otra -que doctores tiene la santa/madre/iglesia yo yo de esas cosas, de ingeniería electoral quiero decir, entiendo poco- el referéndum guerra civilista

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://gaceta.es/pio-moa/1945-46-mundo-franco-08022017-2112
http://internacional.elpais.com/internacional/2017/02/08/actualidad/1486570136_637187.html

http://ep02.epimg.net/internacional/imagenes/2017/02/08/actualidad/1486570136_637187_1486625896_noticia_fotograma.jpg

tu análisis sobre politica nacional y europea es sencillamente lúcida y realista. te felicito.
respecto a la casta "democratica", verdederos cipayos que malgobiernan en Europa, opino que su definición es hipocresia, mediocridad y comicidad. Sus arquetipos son zapatero, francisco y hollande. este último es payaso integral (y pido perdon a los payasos profesionales del circo). Solo hay que ver su actitud de hacerse la foto saludando en el hospital a un "africano"(negro) herido por la "brutalidad" policiaal en Paris. Más coherente y valiente es Marine Le Pen, que ha manifestado su solidaridad con las fuerzas del orden, a no ser que se demuestre que han cometido delito.