jueves, abril 17, 2014

¿"VISCA" FELIPE VI?

William Joyce, "Lord Haw-Haw", locutor en lengua inglesa de Radio Berlín durante la Segunda Guerra Mundial, poco antes de su muerte ahorcado, tras verse condenado por alta traicion. Era de origen aristócrata, hijo de un unionista irlandés miebro de "los Black and Tan" (los de Negro y Marrón) paramilitares pro/británicos involucrados en la guerra civil irlandesa, y arrastraba un sentimiento de traición contra el Reino Unido que les habia abandonado a su suerte tras la declaración de independencia de Irlanda (julio de 1922) Posteriorente había residido en Estados Unidos donde adquirio la nacionalidad, y la alemana más tarde durante la guerra. ¿Un traidor? Fiel a sí mismo, hasta la muerte
Uno de mis lectores me llama la atención sobre la figura y la obra de Tolkien el célebre autor del best-seller planetario -a por lo menos a nivel de los países de cultura occidental-, del Señor de la Anillos.

Y confieso que si me he inspirado en alguna ocasión de alguno de sus motivos temáticos más divulgados y de las estampas y diseños que le son (universalmente) asociados, aquí en este blog incluso, sobre todo en mis poemas, me caigo en cambio casi de mi asiento del asombro leyendo ahora mientras me documento a toda prisa por su cuenta que fue partidario -aun muy joven- de los Nacionales durante la guerra civil española en lo que coincidió -y por lo que sin duda congenió también no poco- con su amigo el también sudafricano (british) de nacimiento Roy Campbell, figura emblemática de literatura extranjera - "in casu" en lengua inglesa- favorable a los nacionales, que suelen verse victimas de tanto malditismo o más que los propios escritores españoles partidarios de los nacionales.

Y no sólo eso -aunque sin duda lo uno llevase lo otro- sino que figuró también dentro del sector de opinión pública -importante y numeroso dentro del Reino Unido como en los demás países europeos favorable a los acuerdos de Múnich entre el II Reich y los gobiernos democráticos de Francia y de Inglaterra con objeto de evitar la Guerra y de consolidar una paz que al final no fue posible (como no lo fue el 36 en España tampoco)

Y cabe conjeturar -y por qué no- que se trate de un caso de "arrepentidos" de los que pusieron del lado del viento y de los tiempos tras la Segunda Guerra Mundial en el 45 y también no obstante que su caso fuese más especial, más atípico y más complejo a la vez como lo fue el de Francisco Umbral y de otros que en el mundo de la posguerra europea fueron sin duda de supervivientes en el terreno literario -en el plano profesional inclusive- aunque no fueran necesariamente oportunistas o arribistas o mercenarios de la pluma (y de la tecla) como hay tantos.
Unity Mitford (en primer plano), la amiga inglesa de Hitler. Pertenecía a la alta aristocracia, era hermana de la mujer de Oswald Mosley (lady Diana) y prima de la mujer de Winston Churchill. La arsitocracia britanica estuvo profundamente divida en relacion con el auge de los fascismos los años treinta. Lo que da una clave del misterioso viaje a Inglaterra de Rudolf Hess durante la guerra
Que utilizaron simplemente la creación personal -en el terreno literario- de medio de vida y sobre todo de instrumento de sobrevivencia, más poderoso a creer a Umbral que el combate político. Es posible, en su caso está claro como sea que logró sobrevivir y que su literatura sus escritos y sus posturas y su trayectoria darían hueso duro de roer a algunos al menos entre los que me encuentro lo que no es por propia definición el caso de simples tránsfugas o chaqueteros.

No hay duda como sea, tampoco, que la obra y la figura de Tolkien -como lo da a entender el comentario de mi amigo- arrastran efecto (o defecto) de óptica que le asocia de una manera u otra con todo un mundo de ideas y de principios morales ideológicos y también estéticos que murieron con la derrota de los Nazi/fascismos. Al pan y al vino vino.

Inglaterra figuró entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. No es óbice que esa Victoria no dejó de tener un regusto amargo para muchos ciudadanos británicos y del Imperio, por el alto precio que se vieron obligados a pagar –léase el desmantelamiento de aquél-, y que como los demás países que en un momento u otro del desarrollo de la segunda Guerra Mundial acertaron a subirse al carro de los vencedores, también ellos y tal vez más incluso que los demás países, tuvo su buena lote de vencidos entre sus propios compatriotas.

Unos vencidos doblemente comprometedores e incordiantes y enojosos en la medida que en algunos casos se encontraban muy cerca de los círculos más estrechos de poder del Reino Unido. Por no dar más que un ejemplo elocuente en extremo cabe mencionar la mistad innegable que unió antes de la Guerra al célebre líder fascista inglés Sir Oswald Mosley emparentado por alianza como la más rancia aristocracia inglesa, y Sir Winston Churchill que no dejó de protegerle -bajo cuerda (a él y a su partidario)- tras la entrada en guerra de Inglaterra y la caída en desgracia -con la represión que acarrearía- de todos los partidarios de la Alemania Nazi en Gran Bretaña, que se verían recluidos en campos de concentración (para andar por casa)

Y un botón de muestra inmejorable de lo dividido que estuvo la aristocracia inglesa los años treinta en relación con el auge de los fascismos lo frece el caso (trágico) de la célebre joven inglesa amiga de Hitler -con el que aparecía a menudo junto en los mítines, rubia platino como una valkiria nórdica-, Unity Mitford que se ganó os celos mortales de Eva Braun y que tras la declaración de guerra de su país a Alemania se disparó un tiro en la sien, del que sobrevivió varios años ciega, y que acabaría provocándole una meningitis de la que falleció (en 1948).
En Dunkerke Hitler se negó a dar el tiro de gracia al grueso del ejército británico alli concentrado, en una decision que hoy se admite comunmente que respondia a razones de solidaridad racial, con un pueblo europeo, al que queria evitar el trago amargo de una nueva revolución de octubre como la que se siguió en Rusia a la derrota en la Gran Guerra, y también en Alemania
Le leí al abogado francés de "malditos" Jacques Vergès un comentario una vez a cuenta de uno de sus defendidos el oficial alemán de las SS Klaus Barbie que -tras verse extraditado de Bolivia país donde había vivido largos años- se vio condenado en un tribunal francés por crímenes de guerra durante la ocupación, donde evocaba la tragedia (sic) de los militares de un ejército de ocupación en un país donde la población resistía al ocupante.

Un tragedia que se haría extensible al conflicto de lealtades de los ingleses y súbditos de otros países que en algún momento del transcurso de la Segunda Guerra Mundial se uncieron o se subieron al carro del bando de los vencedores y a los que sus convicciones ideológicas habían llevado a casar su suerte a la de las potencias del Eje. Como fue el caso del británico William Joyce, el célebre Mr. Haw-Haw de las emisiones en lengua inglesa de Radio Berlín durante la Segunda Guerra Mundial que se vio capturado al final de la guerra juzgado y condenado a la pena de horca y ejecutado por Alta/Traición. Como un perro traidor.

¿Un maldito por los siglos de los siglos? Fiel a sí mismo. Semper ídem. No más que eso, ni tampoco menos. Vae victis! ¡Ay de los vencidos! No me siento enemigo del pueblo inglés. En modo alguno. Son europeos y tributarios de la misma civilización –europea- que nosotros los españoles. Les traté poco pero siempre les reconocí cualidades, como la mayor parte de los españoles me figuro. No les deseo mal.
Roy Cambell -autor del poema El Rifle Florido- o el poeta sudaricano y ciudadano del Imperio Británico -como Tlkien-, que escogió "la otra modernidad" en la guerra civil española. Como también Tolkien del que fue gran amigo, dos datos que solo aprendo ahora. ¿Un "superviviente" de los años treinta él también, el autor "del Señor de los Anillos"?
No les deseo desde luego lo que no deseo ninguna forma a España y a los españoles y me estoy refiriendo al riesgo de desmembración que les ronda (de cerca) en Escocia ahora como a nosotros en Cataluña. Por más que algunos lo disfracen de nuevas formas de integración en la Commonwealth y así lo estén vendiendo ahora para uso y consumo interno algunos (y algunas) entre españoles. Escocia fue católica, sí, después dejó de serlo, y llevan ya más de trescientos años en el Reino Unido, y de una forma u otra unió y fundió sus destinos con la Gran Bretaña.

¿Descienden de vikingos como un vestigio de la antigua dinastía normanda que conquistaron las islas británicas en la Edad Media? También algunos catalanes separatistas tiene un razonamiento de elemento diferencial parecido, y muchos nos acordamos todavía de haberle oído en su día a Jordi Pujol que los catalanes descendían de carolingios. Lo que no viene más que a poner de manifiesto los meandros y remolinos y pozas profundas y zonas de fuere corrientes de la memoria histórica. Memoria procelosa como dijeron los clásicos.

Como sea, está clara mi apuesta. Y lo mismo que aposté siempre por la unidad en los Balcanes y por la postura de los unionistas protestantes anti-IRA los años largos que viví en Bélgica abiertamente en contracorriente del estado de animo de la opinión pública y de las posturas mayoritarias en la clase política belga, también hoy me opongo –a velas desplegadas- a las veleidades separatistas en Escocia y al referéndum de autodeterminación. Que algunos adversarios de los autonomistas piensan, que ganarán, y a los que fe en la democracia puede acabar jugando una mala pasada.

¿Para qué jugar con el fuego, en Escocia como en Cataluña? ¿Visca Felipe VI rey de una Commonwealth (a la española) de Naciones… dentro de la Península? Quien ama el peligro en él perece rezan tanto la biblia católica como la protestante. Palabra de dios. Del dios de las viejas naciones y pueblos de Europa (repúblicas o monarquías)

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