domingo, abril 13, 2014
Oda al Nuevo Pueblo Elegido (poesía en domingo)
El Año de la Riada
el Año sin Reloj, sin Tiempo
de las novelas de Umbral,
que empezó justo entonces
(¿terminó ya o dura aun quizás?)
al son de aquella dulce canción
en aquel otoño invernal
(como esta primavera otoñal)
sin siquiera sopecharlo
sin llegar a imaginarme
que no era un muerte dulce
romántica o neorromántica
como la canción (belga) aquella
lo que ibamos a presenciar,
sino una agonía angustiosa
forcejeante fuera de sì,
habiendo perdido elcontrol
el chivo de expiación aquel
Y vaya suerte que corrió
¡Qué escarmiento! ¡Y qué lección!
(Ea, ea, ea, ya pasó)
Esos son los fantasmas
que más tenemos que "ojear"
que disparar y rematar
y vencer para salvarnos
para vivir y sobrevivir
Que el enemigo no es otro,
no está fuera delante o atrás
sino en nuestra mente adentro (¡horror!)
En la imagen de derrota que
que arrastramos de nosotros
abrumados, embargados
como aturdidos de sopor
del aliento (o el bofe) en la nuca
del acoso cobarde y traidor
arrostrando (sorprendidos)
los vientos de persecucion
¡En pie almas indefensas
porque os pertenece el futuro
y era vuestra la Promesa
aun sin que os diérais cuenta!
¡En pie almas desvalidas!
¡Vosotros, sí, los vencidos,
los derrotados de veras
de la Historia y del Destino
tanto niños como adultos,
tanto pobres como ricos!
¡Pobres aquellos verdugos?
¡Pobres, sí, de aquellos ricos!
¡En pie parias de la tierra,
apestados y malditos
los de este mundo de hoy
y no los del mundo antiguo
bajo el yugo de los cuales
yacemos hoy y gemimos!
¡Hez de "intocables"! ¡Malditos!
Triste suerte la nuestra
y sello a la vez de ungidos
de marcados, de selectos,
de un Nuevo Pueblo Elegido
sacudiéndonos de encima
-hijos y nietos de aquellos-
el polvo la peste y tufo
del fracaso y la derrota
y ese toque de viejos (caducos)
tras mirarnos bien al espejo
en el fondo y en lo más hondo
para saber quiénes somos
de qué derrota vinimos
y así saber donde vamos
por las sendas del futuro
y entre anillos de un destino
de parias y de "malditos"
que nos abrira a vida o muerte
los horizontes y puertas
del Tiempo Nuevo, la Era Nueva
(En la Paz de la Victoria
de los antaño vencidos)
No crees, problemas, hombre,
donde no lo hay (sí, mujer)
¿Problemas en tí o en mí?
Ni en tí -empate- ni en mí
¿O una razón de igualdad
de identidad o de afinidad
entre dos almas gemelas?
A tanto no llego, mi amor,
que no sé si tengas alma
tú, mujer, tan siquiera
¿O es que acaso la tengo yo
o no será la memoria?
¡Qué extraño rompecabezas
rompiéndola o perdiéndola
por tu culpa corazón!
Pongamos que sí la tienes
porque te quiero, mujer,
y por eso quiero creer
que tu tengas un alma igual
a la que yo pueda tener.
Y así se resuelve el problema
de tu alma y el de tu cuerpo
como una regla de tres,
tú, yo, y tu doble ¿El qué?
Tú misma ¡Vista del reves!
el Año sin Reloj, sin Tiempo
de las novelas de Umbral,
que empezó justo entonces
(¿terminó ya o dura aun quizás?)
al son de aquella dulce canción
en aquel otoño invernal
(como esta primavera otoñal)
sin siquiera sopecharlo
sin llegar a imaginarme
que no era un muerte dulce
romántica o neorromántica
como la canción (belga) aquella
lo que ibamos a presenciar,
sino una agonía angustiosa
forcejeante fuera de sì,
habiendo perdido elcontrol
el chivo de expiación aquel
Y vaya suerte que corrió
¡Qué escarmiento! ¡Y qué lección!
(Ea, ea, ea, ya pasó)
Esos son los fantasmas
que más tenemos que "ojear"
que disparar y rematar
y vencer para salvarnos
para vivir y sobrevivir
Que el enemigo no es otro,
no está fuera delante o atrás
sino en nuestra mente adentro (¡horror!)
En la imagen de derrota que
que arrastramos de nosotros
abrumados, embargados
como aturdidos de sopor
del aliento (o el bofe) en la nuca
del acoso cobarde y traidor
arrostrando (sorprendidos)
los vientos de persecucion
¡En pie almas indefensas
porque os pertenece el futuro
y era vuestra la Promesa
aun sin que os diérais cuenta!
¡En pie almas desvalidas!
¡Vosotros, sí, los vencidos,
los derrotados de veras
de la Historia y del Destino
tanto niños como adultos,
tanto pobres como ricos!
¡Pobres aquellos verdugos?
¡Pobres, sí, de aquellos ricos!
¡En pie parias de la tierra,
apestados y malditos
los de este mundo de hoy
y no los del mundo antiguo
bajo el yugo de los cuales
yacemos hoy y gemimos!
¡Hez de "intocables"! ¡Malditos!
Triste suerte la nuestra
y sello a la vez de ungidos
de marcados, de selectos,
de un Nuevo Pueblo Elegido
sacudiéndonos de encima
-hijos y nietos de aquellos-
el polvo la peste y tufo
del fracaso y la derrota
y ese toque de viejos (caducos)
tras mirarnos bien al espejo
en el fondo y en lo más hondo
para saber quiénes somos
de qué derrota vinimos
y así saber donde vamos
por las sendas del futuro
y entre anillos de un destino
de parias y de "malditos"
que nos abrira a vida o muerte
los horizontes y puertas
del Tiempo Nuevo, la Era Nueva
(En la Paz de la Victoria
de los antaño vencidos)
No crees, problemas, hombre,
donde no lo hay (sí, mujer)
¿Problemas en tí o en mí?
Ni en tí -empate- ni en mí
¿O una razón de igualdad
de identidad o de afinidad
entre dos almas gemelas?
A tanto no llego, mi amor,
que no sé si tengas alma
tú, mujer, tan siquiera
¿O es que acaso la tengo yo
o no será la memoria?
¡Qué extraño rompecabezas
rompiéndola o perdiéndola
por tu culpa corazón!
Pongamos que sí la tienes
porque te quiero, mujer,
y por eso quiero creer
que tu tengas un alma igual
a la que yo pueda tener.
Y así se resuelve el problema
de tu alma y el de tu cuerpo
como una regla de tres,
tú, yo, y tu doble ¿El qué?
Tú misma ¡Vista del reves!
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