Cualquier parecido con la realidad pura coincidencia? No, no es el seminario de Ecône, de (justo) ayer, sino el de Saint-Martin, de hoy, por el que viene el escándalo -y la polémica y la cizaña- ahora en el catolicismo francés. Por culpa del resurgir -dentro de la iglesia (en Francia)- de "un integrismo sin Lefebvre" -marca JP II- que (fatalmente) les descoloca (sic) frente al papa reinante (ítalo/argentino)-al que no gustan ni las sotanas, ni encajes (dentelles) ni sobrepellices (surplis)-, y lo que descoloca también a él (...)
Algo pendiente (y urgente) de psicoanálisis en mí (una forma de hablar) y es ese interés y esa curiosidad rayanas en lo malsano de la prensa "mainstream" francesa o de lengua francesa, laica (laïque) por definición desde la separacion de la Iglesia y Estado, herencia o secuela principal de la Revolución Francesa. Y es por cuenta de los asuntos internos de la Iglesia (católica) y por la competencia y solvencia de aquellos fuera de lo común, rayana en lo excepcional en verdad, en materia de religión o más exactamente de política religiosa. Como en un mal hábito o mala costumbre de mirón (en francés voyeur) o de fisgón, en temas o asuntos que les son -al diario francés y a sus lectores (de a pie)- extraños o extranjeros por definición, o reliquias o vestigios al menos de un mundo que ya murió -con la Revolución-, de otros tiempos, de otra época (...)
"Politique d'abord" dejó, sentado, Charles Maurras una máxima o aforismo primero y principal en la ideología del "nacionalismo integral" que habrá que ser francés -de nacimiento y no solo de adopcion?- para llegar a traducirlo, y a una verdadera comprension de su raíz semántica o significacion: lo primero que me viene así a la mente al hilo del contencioso -sobre el catolicismo francés- que se merece un extenso reportaje de a toda página en la edición de ayer del diario (conservador) Le Figaro, la lectura del cual habrá sido para mí como un cruce del rio del Tiempo o un abordaje por segunda vez de polémicas y de debates que seguí hace ya tanto con el mayor calor y que leyéndolo con el mayor detenimiento hoy (tantos años después) me dejan frio e indiferente y escsptico en extremo, locn onfieso.
"Los católicos franceses desamparados por la desconfianza de Roma", así se titula (en grande) el reportaje donde se registran el auge y resurgir del catolicismo tradicional -en sus postulados como en su forma externa, visual- que descoloca fatalmente a los que le siguen y profesan y practican de cara al papa reinante (ítalo/argentino) y a los vientos que en Roma hoy como ayer tan a su aire soplan (...) "Al papa Francisco no le gustan los encajes (dentelles)", comenta el autor del reportaje citado a cuento del encuentro de aquél con seminaristas sicilianos (sic) que en cambio gustaban mucho de aquellos. "A tantos años ya del Concilio!", se lamentaba el papa, con gran desazón.
Una brecha (humeante) entre el pontífice y sus ovejas en torno a rasgos externos y superficiales -por aquello del hábito no hace al monje- de encajes y de sotanas, de liturgia y del nuevo/misal como se decía entonces -en mis año de Econe- y que hoy ofrece en cambio figura de archi/viejo y expuesto al fuego de todas las críticas (....)
Michel de l'Hôpital, "canciller de Francia", protestante moderado para unos y cripto/protestante (encubierto) para otros, fue líder del partido de "los políticos" en nombre de la tolerancia civil (sic) en Francia durante las guerras de religion. Y protegido (hasta el final) de Catalina de Médicis (nótese bien) Y a quien Maurras -y tras él toda su escuela- rehabilitó al precio de una guerra (de memorias) sin cuartel contra la posicion ("intolerante") de los teólogos católicos, en particular los jesuitas, y de todos los que defendieron en la guerra de los Treinta Años (casi coetánea de aquella) la causa de la España católica, y del Imperio español. Frente a los que se erigió Enrique IV -Henri IV (de Bourbon)- con aquello de "Paris bien vale una misa". Zanjando así el debate aquél -histórico y teológico a la vez y de política religiosa-, en el nombre de la Monarquia (absoluta) y de la razón de Estado (francés), que se proseguiría no obstante, en mentes y conciencias hasta la eclosión de la disidencia tradicionalista en torno al movimiento de Ecône, y que resurge hoy entre partidarios y adversario -el pontifice reinante entre estos últimos- de la Misa tradicional, Misa en latin o de San Pío V. Si París valía (bien) una misa entonces -como lo recordó Ernst Nolte en su obra sobre el fascismo y en su estudio sobre la Acción Francesa-, por qué no le valió igual a Maurras o a Monseñor Lefebvre? les grita una voz de ultratumba, no sin razón. Y ello desde lo hondo de un laberinto sin salida de Historia de la Iglesia, y de Historia a secas- del que la protesta sincera y valiente del arzobispo francés -O felix culpa!-con todo a escaparme ayudóLa misa tradicional, "misa en latín", o "misa de San Pío V", un capricho, una manía -dad(á)- o un problema (sic) del catolicismo francés o de ellos más, mucho más que de los otros? Asi veo hoy toda esa polémica al hilo de una visión (léase revisión) histórica, de memoria histórica, que habré venido exponiendo aqui en las pagina de este blog un dia sí y otro también, de lo que ahora brindo a mis lectores a modo de broche o de conclusión estas reflexiones, fruto en gran parte de mi bagaje socio/cultural (sic) que me echaba en cara aquel aduanero francés que me guardó en detencion -en Hendaya- toda una noche tras mi excarcelacion de Portugal, con aquel pasado -que me pesaba entonces quintales- siempre a cuestas (ay dolor!) De ello, y de lo vivido, por propia experiencia.
De lo vivido y de lo leído de mis maestros (principales) de los que en mi dejaron más huella, como es el caso de Ernst Nolte que habré citado ya tanto en mi blog y que en su estudio sobre la Acción Francesa -volumen primero de su obra principal "El fascismo y su época"- en el capítulo tan crucial que en él reserva a la condena pontificia del movimiento monárquco francés nacionalista -y a la excomunión en simultaneo de su lider y fundador- deja escapar a modo de epitafio o de mensaje de utratumba aquello de "París bien vale una misa", con fuerza capaz (es verdad) de desenterrar a los muertos, o de poner -aquí (en Flandes) así le dicen- a todos los duendes en danza, y que es lo que más me habrá movido ahora sobre este asunto en ascuas- a revisarlo y ponerme de nuevo a darle a la tecla (...)
Lo mismo que les podría decir (en visión retrospectiva) yo a los sacerdotes y seminaristas surgidos u ordenados al calor o a la sombra del seminario de Econe y del movimiento que Monseñor Lefebvre allí fundó. Poniendo así el dedo en la llaga, léase en la fractura (indeleble) que el catolicismo como todas las confesiones aún supervivientes en el continente europeo, carga a cuestas desde los tiempos de las guerras de religión (...) Y en particular del capítulo de guerra de religión en Francia, que consagró (por así decir) la division siempe latente entre el catolicismo francés y ese otro nacional/catolicismo vecino (el español) Y que tuvo (nota bene) en la misa en latín o de San Pio V- su piedra de escandalo o caballo de batalla- como lo illustró la frase celebre del rey francés (converso del protestantismo) Henri IV, de Bourbon.
Lo que a lo largo de su obra magna -o del hilo conductor (o uno de ellos) del conjunto de su doctrina y pensamiento- trata de obviar Charles Maurras erigiendo el principio aquél -"politique d'abord", política, lo primero- en piedra angular de su visión histórica y nacionalista. De una Política erigida en valor supremo, por oposición no tanto a la Moral -como asi siempre se le interpretó- sino a la Confesión o a las confesiones -el catolicismo y el protestantismo- que fueron juez y parte en las guerras de religión.
Y así, todo se entiende -así al menos lo entiendo yo-, de la Historia de Francia, de la de España y de ese contencioso que opuso bajo pretexto del Concilio -y sus reformas- a Monseñor Lefebvre con la Santa Sede -y Santa/Madre- y que llevaria a la condena de su obra y su posterior excomunión. Católico y francés ("toujours") el arzobispo tradicionalista disidente. Todo en su honor. Lo que llevaria no obstante a su excomunion. La de él y de los que le seguimos. Lo que nos liberó
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