miércoles, mayo 18, 2022

UCRANIA, LA ULTRADERECHA Y YO

 

Rusia expulsa a todos los diplomáticos españoles. A modo (evidentemente) de retorsión. Donde las dan las toman. Y señal fehaciente de que Putín -tras la rendicion de la aceria Azov, en Mariupol- está ganando la guerra 

Contaba con su sal y salsa y pimienta habituales Francisco Umbral, en una de sus reseñas -y en todos o casi todos sus libros de caracter autobiográfico personal e intransferible todos ellos- algo que recogía Ana Caballé en la obra que le dedicó (del género "biografia no autorizada"), y era que a su paso en los inicios de su carrera de escritor y periodista por la redacción del gran diario vallisoletano "El Norte de Castilla, su director de entonces Manuel Cossío -al que sucedería Miguel Delibes justo después- una vez le confió, que para ser director de un diario como aquél habia que tragarse un buen sapo (o culebra) todas las mañanas. Y es lo que me viene a la mente con la guerra (de Putín) en Ucrania y con el desasosiego y división que ella habrá (fatalmente) producido en las filas de la extrema derecha en Francia, por no hablar de todos los grandes países europeos como España o Italia (o incluso en Alemania), proa a los vientos de guerra (winds of war) que en todos ellos y "desde allí" soplan. 

Y embistiendo en el tema sin tapujos como pretendo hacerlo ahora, tengo igualmente presente lo que me dijo -que entonces no comprendí muy bien- el psiquiatra belga (o uno de ellos, el bueno de los dos con los que traté, por mandato del juez) -, en tono comprensivo y cordial, y en una reflexión nota bene todo menos trivial, léase en un sentido clínico o "psiquiátrico", psicológico más bien-,  que observaba en mí -de mi curriculo y de mi trayectoria- un gusto o aficion por lo que él llamaba en francés "mouvances", que se traduce al español por militancia, movimientos de opinión, sin descartar un viejo significado -fuente de la actual derivación?- de vasallaje (feudal) (sic), que entonces no  capté y sólo descubro ahora, que de pronto como a golpe de varita mágica parece que me deja las cosas más claras. 

Como si el ventarrón de la polémica que la "operacion militar especial" habrá traido consigo, me diera la ocasion que ni pintada -O Felix Culpa!-, de quitarme de encima viejos tatuajes o de sacudirme de la piel viejas etiquetas, como la de extrema (o ultra) derecha -algo de lo que aqui ya hablé- no sin un deje, de por los años y años de compañía/fiel, de irreprimible nostalgia, y melancolía (nota bene de manos limpias). El precio a pagar sin duda de querer ser libre como el viento o como los pájaros, sin vasallajes (psicológicos) o juramentos de fidelidad (de ningun tipo) De ser yo mismo en definitiva (Semper Idem), aunque un desierto -peor que el de los tártaros, o aún mas sobrecogedor- me aguarde, sin más compañía o compañeros que una legión de fantasmas (como los del "Páramo en llamas", de Juan Rulfo o como los de la Santa Compaña) 

Puerto de arrebatacapas -en francés "foire d'empoigne"-, de vientos contrarios,  de todos contra todos: en lo que la ultraderecha francesa parece ahora convertida -quid de la española?-, por culpa o por arte de ensalmo de Rusia, que me diga de Ucrania (que las cosas no parecen estar aún del todo claras) Todos denodándose a cual más y mejor por tomar partido y dejar su postura clara, limpia, fija y con todo el esplendor, en lo que se me asemeja (y a las pruebas me remito) a una empresa vana (de entrada). Leyes memoriales (sic) y anti-fascismo militante -y de rigor- en el lider soviético, cargos principales de los "ultras" que se obstinan en negarle la soldada. Como dijo Jack (el Destripador), vamos por partes; 

La Historia es la que es, y no hay vuelta de hoja. Digan Kant y otros exponentes del idealismo alemán lo que quieran. No es o no es en primer lugar una cuestión de memoria. Y si Franco ganó la guerra civil (sic) del 36, y Rusia, que me diga la Union Soviética --tras su victoria en otra guerra civil, la suya propia-, venció en la Guerra Mundial, no hay manera tantos años después de reescribir la historia,  ni a base de memoriales, ni de ganar en los festivales (de la canción) lo que se pierde (ay dolor!) en los campos de batalla. Y Putín -hay que rendirse más temprano o más tarde a la evidencia- va del lado de la Historia (con mayúsculas) Y ponernos -incondicionalmente- tras sus pasos nos habrá parecido a algunos la forma más eficaz -y más política- de conjurar -de una vez- esa guerra de mentirijillas (como todo lo que fabrica los medios) de "la guerra de Memorias".

Sobre todo, ahora que va ganando la guerra, de lo que  de todas partes signos o señales nos llegan, por la via diplomática aunque sólo sea. A buen entendedor pocas palabras sobran

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