lunes, mayo 23, 2022

FRANCO Y PUTÍN

 

Junio de 1959. A los pocos meses del triunfo -enero del mismo año- de la Revolución Cubana, Ernesto Che Guevara en su flamante uniforme (verde oliva) de comandante de la Revolución, durante su visita relámpago a Madrid (en la Ciudad Universitaria en la imagen) Una foto -dato todo menos trivial- rigurosamente incógnita (doy fe de ello) en aquellos años, que solo empecé a ver circular en la Red muchos años más tarde. Boton de muestra inmarcesible de la "cuban/connexion" del régimen de Franco y del alto sentido del Caudillo en materia de geopolítica y de la Realpolitiek. Y de pragmatismo ideológico al límite de la solvencia -y de la credibilidad-, de lo que daría pruebas en la guerra y en la paz, en la posguerra sobre todo, de por la sobrevivencia (casi milagrosa) de su Régimen en el 45, tras el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. La pregunta del millón: se hubiera escandalizado como lo muestran ahora sus sucesores por la guerra patriótica de Vladimir Putin?

"French connexion", en los análisis que en estas entradas vierto, una detrás de otra, -lo confieso- de política española y de política internacional. Y como anillo al dedo -que ni pintado- en relación con la guerra de Ucrania que trae (fatalmente) al pimer plano la tradicional alianza franco/ rusa en la guerra y en la posguerra, a través de la Primera y de la Segunda guerra mundial, y en la persona -y en el régimen- del general De Gaulle, del que se cuenta que su innegable admiración por Franco -como lo ilustró en la visita que le rindió poco antes de su muerte y en la polvareda a todos los niveles que aquello ocasionó- de ver en él, el caudillo invicto y vencedor en los campos de batalla, lo que el general francés no logró (del todo) a ser, y en lo que va camino -ante las últimas noticias- de convertirse en cambio Vladimir Putin. Que el cruce del Estrecho, el asedio -y rescate- del Alcazar de Toledo -gracias a la alta y crucial decisión estratégica de aquél-, la ruptura del frente de Aragon, con la llegada (fulgurante) al Mar Mediterráneo -como en un rodillo o en rodamientos- y el cerco o aislamiento (decisivo) de Cataluña -tras el final de la (larga) batalla de Teruel-, no habrán dejado de ser (con la batalla del Ebro, y paro de contar) objeto de estudio y motivo (serio) de reflexión en las academias militares y lo serán de seguro a partir de ahora más, con la (vertiginosa) evolución en las líneas de frente de la guerra en Ucrania, de los contrataques y ataques rusos en tenaza -como el de la operación "Uranus" en Stalingrado- en el Dombas (Severodonetsk), y en particular del asedio victorioso -con la rendición de sus defensores, sin caer en la trampa, con la lección nota bene de la historia bien aprendida, léase sin entrar siquiera en combate (atención)- de la acería Azov (de Mariupol) 

Guerra de posiciones a la hora de los drones, de la guerra de información y de su alta tecnología, y de la gobalizacion? De vuelta -como en un eterno retorno ("eternel retour", en francés)- "el horizonte de la guerra" (Dominique Venner dixit) De esas cosas -como el heroísmo y la camaraderia entre soldados- que según dicen  (o decían) se fueron para nunca más volver. Vladimir Putin, Salve! Que todo eso se lo debemos a él! Que a Franco no le hubiera merecido escándalo alguno, bien al contrario, como no se lo mereció la Revolución Cubana, que muchos querían dirigir -como en tiro por elevacion- contra él, lo que lograron a medias, aunque el régimen sobrevivió. Como ahora quisieron explotar la operación militar especial de Pütin en Ucrania. Pero contra quién? Que se me apareció el Kairós (como ya lo dije a yer) (...) 

De motivo en cambio de emulacion -para Franco-, como para él lo fue el general De Gaulle, por su clara visión estratégica de alto nivel, de por la grandeza (en francés, "grandeur") de sus formulas y slóganes. De "una Europa del Atlantico hasta los Urales". Sin la OTAN, lo que le quisieron hacer pagar -en Mayo del 68- pero a lo que triunfalmente resistió. Que con De Gaulle -a galope pues por las llanuras de la ucronía, y de la Historia!- no hubiera habido atentado contra Carrero y hubiéramos accedido -la entidad del Ser, como diria Heideger, de lo que fue y de lo que (de un tris) no fue)-a la categoría de potencia nuclear, lo que sin aquello hubieramos llegado a ser. 

España potencia de primera clase, y los españoles ciudadanos de primera por doquier y en particular por los "desiertos de Europa" y no subalternos modelo, ciudadanos de segunda o de tercera -en la practica en la vida de todos los días, aunque amuchos (sobre todo entre belgas o belgo/españoles) eso les cueste reconocer. Sin clase ni categoría, como ya la tuvimos (y aun grabado de puertas afuera en las memorias) -que el negarlo es burda mentira. 

Secuelas fatales -en nosotros frente al mundo, como -mutatis mutandis- en Francia (Zemmour dixit) frente a los Estados Unidos (....)-, el de nuestro (nacional) des-cla-sa-mien-to/internacional, colectivo e individual  (en francés "déclassement") Y es lo que vemos a hora como la luz -y nos viene a la mente como a borbotones- gracias a la guerra de Ucrabna y a Vladimir Putin. Que tras sus pasos nos movemos a partir de ahora como Pedro por su casa por los laberintos de la Historia y de la memoria histórica. Y en particular, la de "nuestra"guerra civil



Enero de 1960, un año transcurrido del triunfo de la Revolucion cubana. Memorable incidente en la Habana ante las cámaras de la televisión y ante el mismísimo Fidel, que protagonizó Juan Pablo de Lojendio, embajador de España, justo antes de su expulsión. Ampliamente repercutido en la incipiente televisión española de entonces: de cortina de humo -de la que supo hábilmente servirse el régimen anterior-  para así camuflar su pragmatismo ideológico, no conscientes a lo que parece de la pesada hipoteca -de por el (funesto) prestigio que endosó a aquel fenómeno tan emblemático, especialmente entre la juventud española (grosso modo la mi generación)- que aquello infligio al futuro cercano, a corto y a medio plazo, de los españoles y a la evolucion del régimen de Franco, y a la Transición. Un riesgo inexistente hoy, y digno de ser obviado por aquellos que se lo están pensando dos (y tres) veces a la hora de echarle un capote -diplomático aunque sólo sea- a Vladimir Putin y a su "guerra patriótica", y de romper así el aislamiento (de todos contra uno), insólito en la historia contemporanea y sin más precedentes -en el plano de la comunicación al menos- que el de España y de su régimen anterior 

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