lunes, mayo 16, 2022

POLONIA, 1983

 

General Jaruzelski, recordado especialmente por la instauración de la ley marcial en Polonia (1981) en respuesta a la ofensiva insurreccional de "Solidarnosc" (sindicato Solidaridad) Aristócrata y educado en los jesuitas, y en las filas no obstante del Ejercito soviético al final de la guerra: del catolicismo al comunismo con décadas -y un concilio- de adelanto. Omnipresente y visible, entre varios trasuntos, en uno de los principales personajes del film "Leave no traces", fue una de mis principales pesadillas los años aquellos (de cuando mi gesto de Fátima). Inculpado y condenado por cuenta de la ley marcial tras la caída del Muro, nunca llegó a cumplir la pena de cárcel por razón de su edad y estado de salud. Y por la fractura (humeante) en la sociedad polaca aún en ascuas tantos años después, en relación con aquella época. Y la historia y la actualidad reciente parecen darle la razón, en la disyuntiva entre Resistencia y Colaboración, dilema fatal. Porque con la ley marcial -"mal menor"- evitó a los polacos una situacion "a la ucraniana". Dictador y militar patriota        

Varsovia 1983. Un año o meses apenas después de mi gesto de Fatima (pura casualidad?), en una Polonia -bajo régimen comunista- "normalizada" bajo la ley marcial, y en una vision "por dentro" de cómo funcionaba la máquina estatal -hoy se diria "el sistema"- y de cómo marchaba el mundo del lado "de allá", con el muro o "la cortina de hierro todavia en pie y con el autor de estas lineas los cinco sentidos puestos en aquello mientras que el resto de mi generacion -ay dolor!- estaba en otros fregados, en otra cosa. Y hasta en el color sepia de la mayor parte de los planos y de las tomas del film -del centro de Varsovia y de su omnipresente Palacio de Stalin, léase de la Culture (Kultur como lo transcribía la prensa francesa de entonces) y omnipresente como lo fue para mi, visible  como lo era desde todos los niveles y de todos los ángulos y mas aún, justo enfrente, desde la ventana de mi habitación del Hotel Forum en el que me alojé (vestido de sotana) ) en el centro de la ciudad (sin problemas mayores) 

Todo ello como digo, me devuelve fatalmente la imagen aún más sepia de aquellos años y de aquella época de mi vida, tristes y deprimentes -al borde de lo tétrico y de lo lugubre?- pero  consigo (a duras penas aguantando la tentación de salirme de la sala, en las escenas más crudas, y seguir viendo una detrás de otra como imágenes o estampas de aquellos años míos -vanos, baldíos?- que soporté en ese juego de espejos sin apartar la mirada (algo querrá decir, no es verdad?)  Que a fe mia qué duro y penoso  es el cruce del río del Tiempo como el que me impuse ya aquí y como el que esa película fetiche me obligó a hacer una vez más.  "Se me han ido años de mi vida en estas cosas, y tengo la impresion que sigo en el mismo sitio" declara en una frase -sobre la "cuestión social"- impresa de nostalgia (en el personaje y en el lector), el padre, -empresario textil hacendado- del principal personaje en la novela belga -de autor jesuita (Bélgica años treinta) - "Dios hablará esta noche", de la que ya me ocupé en este blog. Y algo análogo rumiaba yo ayer a la salida de la sala de proyección de este film todo menos trivial. 

Palacio de Stalin, rebautizado palacio de Cultura, en el centro de Varsovia. Palacio de la Cultura y de la Ciencia, de su nombre completo, qué guiño estaliniano a Federico Nietzsche, por favor! Desde el mismo punto de observacion la foto -a lo que recuerdo- que fue el mio: la habitacion del hotel Forum donde me alojé, vestido de sotana hasta los pies, y sin el menor problema, durante mi estancia en Varsovia, en mi viaje a Polonia (verano del 81) durante "la Primavera Solidarnosc"

Una confirmación acaso o caución -fuera de toda sospecha-, el testimonio tan valiente que en él se deja filtrar -de un régimen, de una ideología que tanto hueso duro me dieron de roer-, de que la razón (contra todos o casi todos) estaba de mi parte, como un plato frío que me hubiera gustado caliente y jugoso y crujiente relamer?  Algo así y también más, mucho más. Y es por la (apremiante) invitación a la autocrítica -libre de culpa (...)- que el film polaco me insinúa, a lo que antes no hubiera consentido a no dudar. Y no, o no sólo, por las escenas tan crudas -de la escena más lograda de paliza que nunca vi, de cerca y no "de lejos" me apresuro de apostillar- del ambiente pesado y opresivo y asfixiante en las oficinas del aparato represivo y en la vida ciudadana de todos los dias, y de pronto desgarrada hasta en lo más guardado y neurálgico del capullo familiar. Ni por el desenlace tan trágico del film, de un fondo histórico verídico, en la escena escalofriante y atroz del joven protagonista, tras su deposición tan valiente y tan dramática en el tribunal, lavándose la cara de regreso a casa, y sobre todo en la toma principal, llevándose de pronto  las manos a los ojos y prorrumpiendo en llanto, con el grifo (lo último que se ve) corriendo sin parar (...) Cualquier parecido con la realidad pura coincidencia? En la mirada "de lejos" que fue la mía en situaciones análogas o parecidas -España de principos de los sesenta y finales de los setenta- que me fue dado ("desde lejos") presenciar, o con los capitulos y episodios émblematicos y más hondamente aferrados en la memoria historica, la mía, propia e intransferible, personal? No lo sé, no estoy seguro la verdad. 

Pero este film me habrá hecho mucho más serio, "en las cosas del espiritu", o de la política (para el caso igual) Y ya no me resulta tan evidente, tan lógica y ejemplar, una insurrecion -aun de rostro pacifica, y de fórmula brillante y dentrifica (la de Solidarnosc)- como la que se produjo en Polonia (bajo regimen comunista), o como la que se vivia o estragaba en la España de los sesenta -tal como yo la vi- o como la de Siria en los inicios de su guerra civil, o sin ir más lejos, la que tuvo lugar en Ucrania (plaza del Maidán) Y es por ese plus de alta tensión, ese alto voltaje, léase de guerra (sic) simétrica o asimétrica- que explica mucho de lo ocurrido y de lo que vendria -tales aguas tales lodos- justo después. En los interrogatorios y en las palizas (vistas en la realidad)

Lo que da, entre los de mi generacion, el verbo que oí no hace mucho por primera vez de "apalizar" Esto es, -o me lo figuro- dejar desgraciado a alguien  a golpes de por vida, en la sien, en la espalda o en los riñones" o en partes (bajas) más vulnerables aún, sin dejar huellas", y sin tiro de balas a distancia, "desde lejos" lo único que yo -de niño y adolescente- en "las peliculas de vaqueros" acertaba a imaginar. Que a fe mia que era claramente imposible ver el film de ayer en otra clave que no fuera o que no se la diera lo que está pasando en Ucrania en la actualidad. Y que me lleva por la vía de la retrospección a una forma de autocritica de mi conducta o mi actuacion en Fátima hace tanto ya! Sin complejo de culpa alguno: por razón de ideología o memoria historica. De eso y nada más!

Padre Popieluszko, único testigo "bajo la tierra" de mi conducta en Fatima (12-13 de mayo 1982), antes de que lo asesinaran (19 de octubre del 84). Porque le conocí -a través de las redes de "Solidaridad"- y me entrevisté con él en el centro de Varsovia durante mi viaje allí (en la primavera Solidarnosc", verano de 1981), en presencia de jóvenes que nos acompañaban, y en la casa rodante en la que habitaba. Fue su mensaje insurreccional, pacifico y explosivo a la vez -en su recepción, entre la masa de los fieles que le escuchaban (....)- lo que le costó la vida. Secuestrado -en el maletero de un auto- y asesinado a golpes de barra metálica por la policía política (Milicia), su cadáver sería recuperado días después -salvajemente desfigurado- del fondo del rio Vístula. Representaba -él y una "lista negra" de eclesiásticos hecha pública por la Jerarquía católica poco antes de su muerte-, frente al cardenal primado Glemp y el resto de la jerarquía polaca, una actitud de resistencia al régimen comunista. Y frente al compromiso histórico en vigor desde el protocolo -publicado en l'Observatore Romano"- Iglesia-Estado, del 14 de abril de 1950. Que denunció (sin éxito)   la TFP en el Concilio -la TFP y sus paños calientes!- durante la discusion de la moción (que no prosperó) de la renovación de la condena pontificia del comunismo (Divini Redemptoris de Pío XII), Karol Wojtyla, futuro papa Juan Pablo II, entre los padres conciliares allí y entonces intervinientes.  Una disyuntiva aún hoy no resuelta ni por el Magisterio ni por la Bien-pensancia (ni tampoco por mi, confiteor). Análogo a la que se presentó entre Resistencia y Colaboracion, en Francia bajo la ocupación alemana. Dilema fatal. Y en primer plano de la actualidad hoy con la guerra en Ucrania

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