jueves, mayo 12, 2022

"PEGASUS" Y EL REY DE MARRUECOS



Audrey Azoulay, ministro de Cultura (de Francois Hollande) entonces, en el festival de Cannes de 2016. Un rostro y un nombre que circulan insistentemente ahora entre la lista de posibles primer ministros del gobierno Macron. De origen judío marroquí (sic), e hija de un consejero influyente del rey de Marruecos (*).  Su (brillante y radiante) trayectoria ofrece un botón de muestra inmejorable del protagonismo de lo magrebí -argelino o marroquí-, por el conducto (nota bene) de lo francés (y de su brillo) y por cima de los Pirineos, que nos pone a España y a los españoles contra las cuerdas (o, me es igual, en la escalera de servicio, en francés, "déclassement"), y a ellos en situacion  de ventaja en cambio, como se pone (clamorosamente) de manifiesto ahora en el caso de espionaje "Pegasus", entre Cataluña, el resto de España, y el reino de Marruecos 

He seguido de lejos en sentido figurado y literal a la vez del término el caso o el "affaire" Pegasus, sin duda porque no me cuento entre los adeptos o aficionados de las historias de espionaje, que como las novelas negras o policiacas, como los toros o la copla o el cante flamenco (y olé), tiene su público (que a todas luces no me cuenta entre los suyos) Pero es obvio que en este blog de actualidad y escrito desde Bélgica, en español además, sin verguenza ni complejos, debía sin sombra de excusa dejar registrada mi opinión o mi comentario apenas sobre este asunto. Y no por los detalles de la intriga que me interesan más bien poco, sino por el reto o el desafío magno en el plano de las relaciones internacionales que nos plantea a todos los españoles, y más aún  expatriados y residentes (como yo) en Bélgica, país interlocutor privilegiado entre todos los paises europeos, del reino de Marruecos. Y el protagonismo de la emigración marroqui -y en Bélgica de preferencia marroquí, francófona sin reproche- en los paises de la UE lo viene a ilustrar ahora un nombre y un rostro de mujer, que están sonando y surgiendo insistentemente entre la lista de posibles nombramientos al puesto de primer ministro del futuro gobierno de Emmanuel Macron

De un perfil todo menos trivial -se me reconocerá- el de la anterior ministro -en la presidencia socialista de Francois Hollande-, judia marroqui (sic) e hija de un estrecho consejero del protagonista de primer plano en el caso -de espionaje- que aquí estamos comentando, a saber  Mohamed VI, rey de Marruecos. Como un fenómeno de época o un signo de los tiempos la ascensión irresistible de lo árabe -o árabe/judío-  en la política francesa -objeto preferente de las ultimas entradas de este blog-, tal como lo ilustra el fenómeno Eric Zemmour, originario de Argelia (pied-noir) y judío bereber -él y su pareja- como él mismo lo asume sin complejos y lo proclama a los cuatro vientos, o figuras femeninas del mayor realce en Francia y en sus gobiernos anteriores, tales que la antigua ministro (socialista) de Educación -originaria del Rif, y de raíces españolas- o de la ministro (igualmente socialista) de Trabajo, o como la ex-ministro judío/marroquí a la que aquí me estoy refiriendo. 

Y ese (innegable)  protagonismo europeo de lo marroquí nos lastra no poco -y no hay que taparse para no verlo los ojos como el avestruz- hasta el punto que se puede decir en  guisa de conclusion que es algo que pone a España (fatalmente) contra las cuerdas en el plano internacional, y a Marruecos y a su rey (e imán) en posicion de jugar con ventaja en cambio contra nosotros, como está saliendo ahora (clamorosamente) a relucir en este asunto, visto como ya dije desde lejos (...) Lo que nos obliga -se quiera o no reconocer por analistas y politólogos, y ante la ley del silencio confuso y vergonzante, que reina en este tema en la opinión publica española y ante la (aparente) indiferencia de los medios - a abordar el problema o fenómeno etrechamente contiguo de la emigración, tema mayor de la actualidad política más candente en Francia sobre todo y en mayor o menor medida en innúmeros países europeos. 

Y cabe subrayar de entrada una salvedad de la mayor talla, y es que Francia no-es-Bélgica -ni España- ni Argelia tampoco es Marruecos. O en otros términos, que el telón de fondo omnipresente (en Francia) de la guerra de Argelia (en el recuerdo), brilla olímpicamente por su ausencia en el fenómeno de la inmigracion musulmana en Bélgica tal y como yo lo habré venido observando aquí y en mayor o menor medida viviendo. Y eso nos quita lianas de los pies y brazos y sacude vendas y esacamas de los ojos a la hora de contender -o de lidiar (con perdón)- con el vecino marroquí de igual a igual sin inhibiciones ni tics ni complejos (históricos). 

Que el embarazo de nuestro jefe de gobierno socialista es algo que salta a la vista en este asunto y nos mueve a algunos -en un reflejo de puro patriotismo, y en espíritu de (auténtica) concordia- a ofrecer nuestra (desinteresada) ayuda y a echarle una mano y reclamar o reivindicar voz y voto -en francés o en español, que el árabe o el hebreo se lo dejo (de momento) a otros- en guisa aunque sólo sea de traductores o intérpretes, que así es -en francés y en español- como habré seguido el largo aprendizaje de tratar con ellos ensayando a todo precio -por encima del choque de culturas (...)-, de apreciarles en su justo valor y de comprenderlos. A buen entendedor pocas palabras sobran. En atención al vulgo, de este y del otro lado del Estrecho. Y a las antenas y tentáculos (rizomáticos, e insondables) de los servicios secretos (...)


Najat Vallaud-Belkacem (el primer apellido es el de su marido, francés) Anterior ministro (socialista) de Educación. Natural del Rif -de cerca de Nador-, y de raíces igualmente argelinas y españolas. Un reto y una baza a explotar también, lo marroquí por traducción francófona o conducto francés, en nuestros diferentes contenciosos -como ahora- con el reino de Marruecos
 

(*) : André Azoulay, "consejero económico" -léase primer/ministro (en la sombra)- de Mohamed VI y antes, de Hassan II 

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