¿Enemigos los ingleses de España por definición? No más de lo que lo fueron un Bolívar o un San Martín o todos aquellos libertadores (sangrientos) que sigue llenando de elogios la historiografía patria. Amigos de España a su manera lo fueron figuras ilustres de la historia de Inglaterra en los últimos siglos. Como Wellington que nos ayudó contra la invasión napoleónica, o incluso Winston Churchill que fue partidario -sin reservas- del bando nacional durante la guerra civil del 36, y salvó del apocalipsis -léase de la invasión o de la bomba atómica- al régimen de Franco y al conjunto de los españoles en la conferencia de Yalta. Quien no es agradecido no es bien nacido. Y que se piense de mí lo que se quieraPío Moa es un historiador de valía, ya se lo tengo reconocido en estas paginas, y también fuera de ellas, incluso partí una lanza en Flandes -y nunca mejor dicho-en su defensa, que pagué contante y sonante en los ámbitos académicos belga como aquí ya lo tengo contado. Sus análisis políticos sin embargo valen lo que valen, y se prestan a críticas desde muchos flancos a veces, como le ocurre en el tema de Gibraltar ahora. En un artículo reciente en concreto, que se ve viciado por una serie de sus juicios a priori como ese franquismo recalcitrante incondicional del que hace muestras de antiguo como si fuera en él una coartada preciosa (¿de su pasado anti-franquista?)
El cierre de la verja le parece al historiador revisionista el summum del régimen anterior en materia de política extranjera. Dice que llevó a la colonia inglesa (sic) a la ruina. Nada parece más difícil de probar. Nunca nos llegaron desde luego imágenes gráficas de ello, o no lo suficientemente elocuentes por lo menos para que se le hubieran quedado grabadas en la retina al lector longevo y voraz de diarios y revistas y publicaciones de toda clase que fue -desde niño- el autor de estas líneas. Como fuera, Fanco se equivocó clamorosamente en sus previsiones -léase lo de la fruta madura- y prevaleció la voluntad de seguir siendo ciudadanos « british » de los habitantes del Peñón, al final se mostró mas fuerte que otra consideración cualquiera.
¿Actitud de renegados (de sus propios orígenes) en algunos de ellos? Sin duda pero no mas que la de todos los emigrantes e hijos de emigrantes por cima de los Pirineos, que hicieron del país de acogida su patria de adopción (en exclusiva) y que mostraron siempre pocos reflejos patrios (españoles me refiero) o una receptividad cualquiera a l voz de la sangre, que les ligaba a los destinos de su pais de origen. Como lo demostró flagrantemente la atonía de la inmigración española en Bélgica (años setenta) a la agresión terrorista en el país vasco, y eso durante décadas, de lo que fui testigo de primera mano. O no mas que todos los pueblos ex-hispanos de América, que acabaron sintiéndose mas ingleses -o franceses- que los ingleses o los franceses. Por odio a España.
Pero donde mas se pone al descubierto (o al destape) el análisis « gibraltareño » de Pío Moa, lo es en el terreno de las soluciones o alternativas, y es que no ve ninguna, ni por la vía de la cesiones ni por la las presiones diplomáticas o de otro tipo tampoco. Y no parece quedarle otra que la de la denuncia (léase la pataleta) No hacer problemas donde no los hay, reza un viejo adagio. Y sin duda que el principal problema por no decir el único en este tema tal vez lo sea la escalda (reciproca) de la tensión practicada por ciertos medios tanto británicos como españoles en los últimos días. Un llamamiento a la cordura el que se impone pues (de urgencia): ni Inglaterra (léase el Reino Unido) es un país enemigo -con Gibraltar o sin Gibraltar- de España hoy por hoy, como no lo fue en los dos últimos siglos -desde la guerra de Independencia-, ni las Malvinas tienen nada que ver con el Peñón. Diga lo que diga Pío Moa
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