El coronel Moscardó protagonizó un acto (ancestral) de devotio pagana -íbera y germano/romana- durante el asedio del Alcázar ofreciendo a su hijo en sacrificio para salvar al Alcazar y los que lo defendían. Lo que volvió a revalidar en uno de los lances más dramáticos del asedio, cuando se negó a aceptar la propuesta de rendición que le hizo el canónigo Vázquez Camarasa de la catedral de Madrid, emisario del gobierno de la República, que trató de desmoralizar a los defensores -en nombre de la caridad, de la compasión y de la misericordia- durante la celebración de la ceremonia eucarística en las horas que pasó en el edificio sitiado “Preferimos morir con ustedes que vivir con esa canalla”, le dijo a Moscardó -conforme a un testigos presencial que me lo comunicó siendo yo un niño- la que encabezaba una delegación de mujeres del Alcázar tras la celebración de la ceremoniaEn un libro de Dominique Venner que aquí ya evoqué y que me he devorado (literalmente) en estos últimos días, ”Historie et Traditions des Européens” (30000 ans d'identité)” -”Historia y Tradiciones de los Europeos (Una identidad de treinta mil años de antigüedad)”- se analiza la moral heroica de los antiguos Romanos, basada en conceptos como el de virtud-(virt(ú)s, de “vir”, nada que ver con el concepto de virtud y de vicio forjados por la teología cristiana-, de la dignitas” -traducible a la vez por honor y dignidad- y de la devoción (devotio) al jefe. Dominique Venner lo hace extensivo ha todo el mundo antiguo, léase a la civilización europea, común tanto a los celtas como a los germanos, y a los íberos (y celtíberos) de la Peninsular.
Y así ve él una manifestación de la devotio pagana en el suicidio colectivo de los defensores de Numancia, como en la del galo Vercingétorix rindiéndose a Julio César para salvar la vida de los suyos lo mismo que en el suicidio de Séneca o el de Catón de Útica, el Joven (que reprueba en la Ciudad de Dios Agustín de Hipona en nombre de la moral del cristianismo), partidario de la República y adversario de Julio César del que se conservan las palabras de sincero pesar -y de remordimiento- al saber de la muerte de su enemigo.
Y Dominique Venner ve resurgir el viejo ideal pagano de forma intermitente a lo largo de la historia de la civilización europea, y hasta en la época contemporánea, en figuras como la del ruso Stolipyne ministro del zar Nicolás II victima de un atentado a manos de grupos revolucionarios o del mariscal Mennherheim que consagró toda su vida hasta la vejez a la defensa e independencia de Finlandia.
Dominique Venner podría haber mencionado también ejemplos de la Reconquista española como el gesto de Guzmán el Bueno ofreciendo a su hijo en sacrificio durante el sitio de Tarifa o el del coronel Moscardó que sacrificó a su hijo igualmente en la defensa del Alcázar durante la guerra civil española, O como la lealtad que juraron y observaron tantos de los que vivieron la guerra civil -civiles como militares- al anterior jefe de estado. Actos o manifestaciones de una indudable raigambre pagana, de índole innegablemente religiosa y de origen muy anterior al cristianismo y a su teología de los sacrificios (incruentos y eucarísticos) (..)
Y por qué evoco todo esto en estas líneas, se preguntaran algunos, y les responderé con gusto diciendo que viene a cuento de mi gesto de Fatima. Durante años, décadas, lo asumí en publico como en privado, como aquí todos ya saben, pero confieso que un cierto malestar se apoderaba de mi a la hora de tratar de justificármelo plenamente a mí mismo. Sin darme plenamente cuenta que me lo impedía el lastre o la rémora de toda un legado sociológico y cultural y de toda una educación -católica, clerical- que obraban en mi de forma subliminal semiinconsciente.
Y un paso importante en mi proceso de toma de conciencia fue la entrevista que me hicieron en el diario Periodista Digital hace ya nueve años, donde mi entrevistador calificó espontáneamente mi gesto de Fátima como un sacrificio (sic), a lo que asentí sin mayores problemas, como la pura evidencia y un tanto absorto a la vez, como si lo oyera reconocer en boca de terceros por vez primera. Un sacrificio no consumado o si se prefiere un gesto en señal de sacrificio en el sentido del paganismo antiguo por supuesto.
Pero me harían falta aún años de reflexión y de maduración interior para llegar a asumir mi comportamiento en Fatima como lo que en realidad fue: un acto de “devotio” en el espíritu de la devoción a los jefes, a la Patria, a un ideal superior, del paganismo antiguo, romano y germano y celta y celtíbero a la vez, que se escondía tras un máscara confesional, eclesiástica, ¿Jugó papel alguno en aquello mi ascendencia familiar germana? Nunca lo pensé hasta hoy.
Hoy en cambio por la primera vez en publico, admito que tuviese cierto protagonismo. Y así todo concuerda el papicidio frustrado y el gesto de sacrificio, pagano en el fondo, léase anti-cristiano,. eso es lo que fue aunque yo mismo no fuera en el momento aquel consciente de aquello. Un resurgir en mí del espíritu del paganismo europeo más antiguo y ancestral, mi gesto (papicida) de Fátima
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