lunes, enero 30, 2017

SUP Y FE-LA FALANGE ¿PSOE/CONNECTION?

Las fuerzas del orden y en particular los tan denostados “grises” cumplieron -pese a la imagen de deprestigio que arrastran, que apaleaban pero no herían ni mataban, ver foto- un papel histórico del primer orden en el llamado tardo franquismo y fue el de hacer posible la transición (pacífica grosso modo) a la muerte de Franco evitando la ruptura institucional que preconizaban los grupos de izquierda y extrema izquierda junto con la banda ETA. Y cabe rehabilitarlos ahora que el Orden Publico vuelve a ser un valor en alza -tras décadas de descrédito y de ostracismo y de olvido ignominioso- en la sociedad y en la política españolas. Y uno de los exponentes más destacados del sector “patriota” Juan Antonio Llopart, catalán, un antiguo dirigente del MSR -y miembro de muy joven del Frente de la Juventud- escribe ahora en un texto de protesta por la sentencia del caso Blanquerna -y a cuento de la crispación (sic) que se palpa y se siente (sic) en Cataluña- que “los 'radicales' campan a sus anchas, amenazan, insultan, hacen boicots violentos...y los burguesitos separatistas -añade- callan y pactan con ellos”. Ocurre que la violencia anti-separatista de signo “patriota” se dirige de preferencia -por no decir en exclusiva- hacia esos burguesitos y no hacia los que amenazan insultan y practican la violencia (separatista) Como muestra hasta la saciedad el caso Blanquerna. ¿Por qué si no FE-la Falange –y otros grupos patriotas- no emplearon nunca sus métodos de acción/directa contra ellos? ¿Porque se lo impidieron y vetaron siempre sus padrinos o comanditarios? ¿O por un odio de clase (guerra civilista en el fondo) que se disfraza con motivos anti-separatistas en Cataluña? Cabe honestamente preguntárselo
“¡Ex-falangistas terroristas!” Nada mas oírlo en el vídeo -de la manifestación del sábado en Madrid por el caso Blanquerna- eché el freno de mano como cabe imaginar pero a la segunda vez que empezaron a corearlo estaba ya claro que podía (y debía) darme por aludido. “Anchas son mis espaldas” exclamó Calvo Sotelo en las Cortes poco antes de su muerte. Otros -con la lección de su trágico fin y la de muchos otros bien aprendidas- no encaramos menos con ánimo resuelto las amenazas y las tormentas, como él las encaró, que ahora nos llegan de forma difusa -y solapada e insidiosa- y dispuestos por supuesto, llegado el momento, a tomar medida a efectos de denuncias y de buscar abogados, y llegado el caso también -en mis viajes a España al menos- de contratar escoltas o guardaespaldas y demás. Que de la declaración de guerra a la ruptura de hostilidades no hay más que un paso, y no veo bien de qué otra forma podría interpretar ese y otros signos inequívocos del mismo origen que me habrán llegado de un año a esta parte.

Me estuve visionando -haciendo un esfuerzo de paciencia es cierto- el vídeo de la manifestación del sábado desde el principio hasta el fin, y está claro que me reafirma en la postura que habré tomado en este asunto, en conciencia -o en alma y conciencia como los franceses dicen- y de la que no me muevo ni un ápice. Estaría bueno. Y está claro que la defensa (mediática) de los condenados en el caso Blanquerna no reparan en medios y argumentos tratando de justificar sus actos y de descalificar la sentencia del supremo. Escrache patriota, dicen. Ni más ni menos (dicen) que otros muchos que se habrán sucedido en la España de los ùltimos años marcada -es cierto- por la violencia (insidiosa) del movimiento indignado y las algaradas callejeras. ¿Un escrache lo de Blanquerna? Un acción de comando (de accion/directa, fascista o”fascistizado” diría o mas bien), y sé un poco de lo que hablo. El escrache es insidioso y peligroso -es cierto- por la amenaza que hace planear en el ambiente sobre los personas o grupos victimas del escrache y por le peligro (serio) de ver degenerar la situación en violencia declarada, -o linchamientos, agresiones individuales.

De escrache violento se vio victima el autor de estas sin llegar no obstante en una mayoría de casos a ella lineas en sus tiempos de la Universitaria madrileña, defendiendo un cartel de reivindicación de la &memoria de José Antonio (sic) que los energúmenos aquellos -indignados o enrabiados de extrema izquierda- habían hecho objeto de sus ataques en carteles murales días antes. No me costó la vida de milagro (aquí algunos ya lo saben o lo recuerdan) Otros escraches en un contexto universitario por razón del lugar donde se produjeron de los últimos años- contra Rosa Díez, contra Pío Moa, contra Felipe González- se vieron acompañados de amenazas graves que estuvieron a punto de degenerar aunque al final no llegara la sangre al río.

Otros también que se evocan en el video que nos ocupa que tuvieron de de blancos u objetivo a gobernantes en el ejercicio de sus cargos en el momento de producirse los hechos contra Cristina Cifuentes (en pleno auge del 15-M) y contra Alberto Ruiz Gallardón a cargo de los grupos de tendencia “gay” del barrio de Chueca madrileño se vieron revestidos de una carga de violencia psicológica y de agresión verbal que dice mucho de la paciencia (y entereza) con la que las afrontaron y soportaron las víctimas de los mismos. Un caso aparte que no es comparable con el de Blanquerna -por mucho que esté azuzando la derecha/mediática/religiosa en el tema- y que se evoca ambién en ese vídeo lo es el del asalto a la capilla (semi vacía) de la Complutense. Violencia simbólica anti-clerical (y femenina) -contra las dos personas presentes, el cura y una (joven) feligresa-, así es como cabría calificarlo. No rompieron ni quemaron nada, se limitaron a desvestirse -de medio cuerpo para arriba-, a lanzar gritos (mayormente slógans) y a llenar las paredes de la capilla de pintadas, sin duda odiosas y provocadoras.  Nada que ver no obstante ya digo con el caso de Blanquerna

Como sea, en ninguno de esos casos nombrados, en ninguno y digo bien, se hizo oír el menor acto o signo en señal de protesta de los grupos que se ven ahora condenados por el Supremo, ni siquiera ante el asalto a la capilla de la Complutense, por mucho que ahora esos grupos patriotas se estén rasgando las vestiduras en el tema. Y como no podía sin duda ser menos además, acorde con la impresión de comparsas (y de cómplices) -que aquí ya denuncié- que les cupo a todos esos grupos en relación con el movimiento indignado -el 15-M- en sus orígenes. Y conforme también con la actuación publica de esos grupos a los que desde hace años habré seguido un poco la pista mayormente por la red, que se vería caracterizada por una atonía (ensordecedora) en un sinfín de asuntos de actualidad nacional y no digamos de política extranjera, sobre todo en aquellos que habrán monopolizado la atención de los medios y acaparado el interés de la opinión publica los últimos años como por ejemplo las primaveras árabes, la crisis en Ucrania o (sobre todo) la guerra civil en Siria, o las crisis política de países (ex-hispanos-) del otro lado del Atlántico como en el Brasil o en Venezuela, o en el referéndum de Colombia, por no hablar de asuntos de la mayor trascendencia a nivel del continente europeo como el Bréxit o las elecciones norteamericanas o incluso la campaña electoral francesa.

De lo cuales -de todos ellos, sin excepción- me habré venido ocupando en este blog durante todo este tiempo. Y es como si esos grupos patriotas no tuvieran o no supieran qué decir al respecto, o porque se les impusiera mordaza en esos temas por las razones que fueran. En prenda de fracaso -ruidos oy polvoriento- como así bien lo ilustraron hasta ahora. Como si lo único de lo que pudieran ocuparse o pronunciarse es de la recordación rutinaria en ciertas fechas o efemérides de una memoria iconográfica (y no poco reconstruída) de la Falange de José Antonio, al que habrán rendido un culto propiamente supersticioso convirtiéndole en autentico fetiche, como ya lo tengo denunciado de antiguo.

Centrados en eso casi exclusivamente, y también -en lo que a al actualidad de política nacional se refierre- en un conjunto de reivindicaciones acantonadas exclusivamente en lo social y perfectamente compatibles y homologables con las reivindicaciones y consignas y eslogans emanados de los partidos de izquierda y de extrema izquierda. Y de un signo anti-PP -que todo hay que decir inconfundible- lo que contrasta con la sordina que esos grupos pusieron siempre a los ataques anti-gubernamentales en la era Zapatero.

Todo lo cual viene a reforzar esa impresión que dan fatalmente de antiguo de tratarse de simples correas de transmisión de ciertas instancias políticas o sindicales, en particular de ciertos sindicatos policiales -por ejemplo el SUP- gravitando de antiguo (algo de notoriedad publica) en la órbita del Partido Socialista (PSOE) Como lo ilustra el escándalo ahora montado en los medios por la presencia de un mosso de escuadra en la manifestación por el caso Blaquerna en Madrid, y la protesta que se habrá (sintomáticamente) hecho oír de esos mismos sindicatos policiales, ante la sorpresa mayúscula sin duda de muchos (entre los que me encuentro) ¿”Terrorista” el autor de estas líneas, por algo sucedido hace más de treinta años? Digamos que se les vuelve a ver el plumero a algunos con ello, esgrimiendo en mi contra una acusación que se me reservó siempre -casi en exclusiva- del lado de la izquierda y de la extrema izquierda (en los medios)

Mejor que midan sus palabras -me refiero a los que lanzan esos eslógans, no a los jóvenes ingenuos (o ingenuas) que los corean- y se anden con pies de plomo en el tema, porque esa acusación como un bumerán podría volverse en contra suya. Sin más que echar un vistazo -a titulo de ejemplo- a la cabeza de la manifestación del pasado sábado. Encabezada efectivamente, por individuos -no uno sólo-, que deben o que quieren (nota bene) hacerse olvidar en ese tema. Y no doy nombres ex profeso

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