domingo, junio 21, 2015

¡Pesadilla! (poesía en domingo)

Como vientos de un huracán,
así se me fue la vida,
así se me pasó el tiempo
buscando el vivir al día
y no me arrepiento ¿por qué?
Si no navegué a la deriva,
si no me quemé en mil fuegos
sino del que en mi alma ardía

Un fuego de almas ardientes
que nadie entender quería,
no porque no quisieran
sino porque no podían
y es que alcancé a comprender
que vivía entre cenizas,
que las torres en torno a mí
de un hilo pendían erguidas
hasta que empezó el derrumbe
y di el salto entre ruinas
de este continente al otro
y vuelta en plena estampida,
y el mundo me miró absorto
y es que nadie comprendía
lo que me hizo actuar así
lo que en lo hondo me movía
y el estupor duró hasta hoy
como un halo de preguntas
sin respuesta, de extrañeza
¡Qué vacío el que me envolvía!

Sin darme cuenta que era eso
que me evitaba las Furias
lo que me hizo sobrevivir
(bajo soles que calcinan),
resistir la persecución
solapada, sibilina,
que me tuvo ojo avizor
cuando empezó la algarabía
de la indignación funesta
-¡el rugir de la marabunta!-
que nadie oír parecía

Y volví a sentirme solo
como perdido en la Luna
y me di a mí mismo miedo
y me entró el vértigo ¡Alturas!
Y cuando me recobré al fin
me sentí un dios –de las runas
y del Viento (el de la Peste)-
poeta y profeta (¡hasta nunca!),
por los desiertos de Europa,
de un continente “en capilla”
que no quiere morir ¡Jamás!
Y al que amamos con locura
más allá de las derrotas
¡Europa nuestra natura!
Cuna y tumba de los nuestros,
de Flandes a Grecia (antigua)!

Fue que sentí en mí un despertar,
el de una tierra invadida
entre gritos y estertores
de su enésima agonía
drogada y semi-dormida
por los cantos de sirena
de otro papa ¡Pesadilla!


¿Veni, vidi, vincit o así?
No tan simple, no te creas
que te va a costar créeme
el rendirme a tus pies, princesa

Todo a su tiempo bajo el sol
tiempo de acción, o de espera,
de esperar lo que haga falta
que sabes que no me importa

Que tengo a mi dios conmigo
y todo el tiempo delante
y esa es mi arma secreta
en este (amoroso) trance

¿No lo sabías, sabihonda?
Tú que sabes todo de mí
y de ti, de lo que quieres
del presente y del porvenir
y quisiste saber todo
de mi pasado/azul (“maudit”),
sin mancha alguna ni nubes.
Azul por lo límpido, sí.

Una leyenda en negro/azul
que me sigue de por vida,
silenciosa, ya madura,
¡Mi más leal compañía!

Y ya la conoces, seguro.
¡Anda! No seas aviesa
que nunca te oculté nada
si no, pregúntame, venga
que no gusto de secretos
ni secretitos de vieja

Pero tú tienes que aprender
a aceptarla, a soportarla
mi vieja leyenda heroica,
como yo te quiero a ti
toda entera, sin reservas,
sin que me importe ni un poco
tu parte oscura, tus sombras

Es lo que te quería decir
mi perla/negra -¡tan blanca!-
antes de que te eches al vuelo
por mil lagos y montañas.
Y antes de echar a volar yo
este poema (entre llamas)

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