domingo, junio 07, 2015

ENTRE VALLECANOS Y CUATRO CAMINEROS (PEDRO SÁNCHEZ Y PABLO IGLESIAS)

Escena del Madrid en zona roja durante la guerra civil. Colegio de Salesianos de Estrecho –Francos Rodríguez, esquina a Bravo Murillo junto al metro de Estrecho-, que siguió existiendo hasta hoy. Durante la guerra sirvió de cuartel al Quinto Regimiento (comunista) después que los religiosos de aquel colegio huyeran blanco de vindicta…y de una gran calumnia a la que se refería José Antonio en su último manifiesto (a los militares) antes del estallido de la guerra civil: el envenenamiento de caramelos destinados a niños pequeños. Hoy todo ese distrito de Tetuán parece de golpe haber ahuyentado ese fantasma de guerra civil de una vez por todas: en las pasadas elecciones votaron a la derecha –léase a Esperanza Aguirre, como toda la (gran) mitad Norte de Madrid- por primera vez tal vez en su historia. ¿Sabrá el cuatro caminero Pedro Sánchez tenerlo en cuenta?
Ite Missa est (?) ¿Se acabó la misa como los franceses dicen? Todo parece indicar que sí, que la plana mayor del PSO con su presidente –o secretario general, que se me corrija- al frente habrán decidido abrir a los bárbaros las puertas, en ayuntamientos y comunidades autónomas y en particular en el ayuntamiento de la capital de España. Eso es al menos los que nos vende –aunque en titulares más bien minúsculos- el diario el País en su edición de hoy sábado. Para comenzar ya ha caído la primera alcaldía verdaderamente importante -la de Valencia- en el jirón de Podemos o de su marca valenciana.

El Don Rogelio de Valencia ofrece otro perfil menos guerracivilista aunque tal vez igual de insidioso que la Doña Rogelia madrileña. Se trata de un cristiano progre –¡válgame un santo de palo! como diría Don Ramón del Valle- partidario (en su momento) de la Teología de la liberación, perro viejo en la política catalana –léase de “los países catalanes”- desde los tiempos de la transición y no obstante no precisamente virgen políticamente hablando a tenor de las cacerolas que arrastra que le valieron un ataque en la prensa bajo un titular de lo más elocuente (y ruidoso a la vez) “El síndico Rafael Ribó hizo en dos años cincuenta viajes por todo el mundo”

De lo que él daría cuentas –según reza en su reseña biográfica en la red- a la Asamblea Cataluña. A otro perro con ese hueso. Y que el viento sopla a favor de ellos o lo parece, da idea lo envalentonado que se muestra una de sus figuras más influyentes (aún hoy) y me refiero al anterior secretario general del partido, Rubalcaba, que acaba de atacar al presidente Mariano Rajoy con una virulencia que nos trae a la mente otros tiempos, otra época, y me refiero a los atentados del 11 de marzo y todo lo que se seguiría.

El antiguo ministro del Interior de Zapatero llama ahora a Mariano Rajoy (sic) el último marxista, con no escasa carga provocadora a fe mía viniendo de quien viene, de alguien que en nombre del marxismo –como un ídolo o un fetiche devorante- renegó de los suyos, de su progenitor en concreto combatiente en el bando nacional durante la guerra del 36.

El socialismo en España fue marxista en su nacimiento y eso ninguno de los prebostes del socialismo español en la actualidad puede negárnoslo. Por más que Felipe González en vísperas de acceder a la jefatura del gobierno, renunciase oficialmente a esa etiqueta. Aunque la mona (y con perdón) se vista de seda mona se queda.

Y el marxismo en España y por todas partes –aunque más si cabe entre españoles- fue una religión, una religión laica si se quiere, atea, pero no menos mesiánica y absorbente que las grandes religiones de la antigüedad. Era esa llama mesiánica de redención, de liberación, de emancipación lo que les animaba y no formulaciones teóricas de ciencia económica o en el terreno más amplio de las ciencias sociales.

Religión de la lucha de clases. Y de esa fiebre (religiosa o pseudo religiosa) no se vieron libres hasta hoy por más que se desmarquen del catecismo marxista. Y eso es lo que les está guiando las horas que corren y empujando a pactos con sus correligionarios –del odio de clases me refiero- que no son pactos contra natura por más que se vean surcados de los más negros de los presagios. ¿Acaso va bien la economía, como lo pretende el gobierno? Esa es la peor noticia que se les puede dar a los socialistas españoles, herederos –en el plano subliminal, de la memoria colectiva- del marxismo revolucionario de la guerra civil.

Aquí en este blog –me curo en salud de inmediato- denunciamos no poco en tiempos pasados ese postulado que parece regir, como una obsesión, la política del jefe de gobierno, de la economía lo primero (d’abord) En la polémica que ruge al interior del Front National francés de un tiempo a esta parte polarizada en torno a la figuras de Jean Marie Le Pen fundador del partido y de su hija, actual presidente del mismo, habrá salido no poco a relucir el término de colbertismo en alusión al célebre ministro de Estado de Luis XIV, Colbert, que propulsó la industrialización francesa ya en su tiempo –en lo que veía fuente primordial de riqueza-, con gran éxito.

Crear riqueza, leitmotiv de toda acción política lúcida y responsable, ahora como en los tiempos de Colbert (o en el de los arbitristas españoles) Habas contadas no obstante en economía, por mucho que se quiera rizar el rizo. O nos enriquecemos (colectivamente) o empobrecemos fatalmente. Y las cifras -de crecimiento económico (el mayor conforme a las previsiones del presente año de toda Europa occidental) y creación de empleo (seiscientos mil)- dan la razón al actual jefe de gobierno español por más que se le acuse de repetirlo en demasía en sus intervenciones y particularmente en su reciente campaña electoral.

Estos son mis poderes, pude decirse no poco ufano Mariano Rajoy, es verdad. En tiempos de José María Aznar hubiéramos podido hacernos un razonamiento análogo, pero la incubación del resurgir de la memoria de los vencidos que tuvo lugar durante sus mandatos y que el autor de estas líneas siguió de cerca día a día como quien dice desde Bélgica, acompañaría de sus negros augurios la presidencia Aznar como acabaría viéndose cumplidos tras el 11 de marzo.

No es el caso hoy, la amenaza (real) de Podemos por el desafío que plantean al orden institucional se encuentra en vías de desactivación, por más que los medios quieran vendernos lo contrario. Y es en la medida que se encuentran hoy ya –lo quieran, o no reconocer algunos- en paso de verse completamente desenmascaradas, en su guerracivilismo irreconciliable, algo a lo que pienso haber contribuido modestamente con mi último libro “Guerra del 36 e Indignación Callejera”

Lo que les ha llevado a optar por no presentarse -con su propio nombre- en las recientes elecciones municipales y autonómicas y lo que hace que estén ahora patinando en su tentativa de acceder a parcelas de poder municipal y autonómico y enfrascado en tratos con una parte de la casta (sic) a la que habían jurado su pérdida desde que irrumpieron en el panorama político español hace año y medio.

La investidura de Doña Rogelia en Madrid les brindaría una importante victoria psicológica no obstante pero nada hace indicar que por importante que fuese les diese la victoria en las elecciones generales en noviembre próximo, mas bien todos los indicios –y los sondeos- parecen indicar lo contrario. Con una (mínima) condición no obstante, y es que el dique –como los que acostumbra (cordón sanitario le dicen) la clase política de países por cima de los Pirineos contra la llamada “extrema derecha- de contención (anti-Podemos) que viene propugnando figuras destacadas del PP hasta ahora caucionadas por el presidente del gobierno (como lo ilustran sus recientes declaraciones sobre el secretario general de los socialistas)- resistan los embates de guerra psicológica (y de propaganda) que se le avecinan.

Un Frente Nacional anti-Podemos (léase anti indignación calamitosa) es lo que venimos propugnando en este blog desde el día siguiente de las elecciones. Como el de febrero del 36 o mejor dicho con el que no fue posible en febrero el 36 por culpa de la abstención (trágica) de la Falange, lo que trajo fatalmente la victoria del Frente Popular y todo lo que ello traería consigo. Los pueblos que no aprenden de la historia están llamados (o condenados) a repetirla.

De una historia revisada por supuesto, porque como escribió el profesor Nolte, la revisión es el pan nuestro de cada dia de la tarea del historiador (y por ende, me permito de apostillar, del cronista de la memoria colectiva que se pretende, modestamente, el autor de estas líneas)

Memoria histórica, memoria geográfica, la memoria de la guerra civil. Una memoria madrileña de la guerra civil como la del autor de estas líneas. Un dato agarro ahora al vuelo (en la red) al hilo de estas líneas: el actual secretario general del PSOE creció en el barrio de Tetuán y estudio en el Instituto Ramiro de Maeztu. Tetuán –con la glorieta de Caminos de referente principal del barrio- fue un barrio emblemático del Madrid de zona roja de cuando la guerra civil.

En las últimas elecciones no obstante ese fantasma parece haberse esfumado de un golpe no obstante como lo indica el mapa electoral al día siguiente de las elecciones- que me apresuré de colgar en una de más recientes entradas en este blog- que daba cuenta de un Madrid partido en dos o si se prefiere, en dos tercios de un lado –la zona Norte-, y un tercio (zona Sur) del otro.

Quiere decir –a lo que vengo- que Tetuán el barrio de Pedro Sánchez, actual secretario general del POSE, votó –tal vez por primera vez en la historia del barrio- a la derecha en las pasadas elecciones, léase a Esperanza Aguirre.

¿Sabrá tener cuenta de esa nueva realidad el socialista madrileño cuatro caminero y no lanzarse a una aventura irresponsable con los vallecanos de Ahora Madrid y de Podemos (en la mente de todos)? Vivir para ver fantasmas míos!

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