El príncipe Sixto de Borbón Parma me recibió en su domicilio en París, cercano a la explanada de los Inválidos, en los meses que precedieron a mi gesto de Fátima. A tenor de sus propias palabras, se sentía (pese a todo) dentro del círculo de "amigos" del rey Juan CarlosConocí a don Sixto de Borbón Parma en el tiempo de mi tránsito por la FSSPX de Monseñor Lefebvre, no mucho ante de mi gesto de Fátima ni un año antes yo diría tan siquiera -como me lo confirma el dato que me viene de inmediato a la mente de que coincidió aquel encuentro con el proceso de los implicados en el 23-F en curso precisamente entonces-, y fue en su domicilio en París en un barrio céntrico -y elegante- desde donde se podía divisar la explanada de los Inválidos, un detalle en cambio que recuerdo perfectamente.
Me recibió amable, sin duda en consideración al obispo francés tradicionalista bajo cuyos auspicios me encontraba yo entonces y a la sotana (rigurosa) que yo entonces vestía pero hablamos -de lo que recuerdo- de política sobre todo, del proceso del 23-F, un tema en el que se le notaba prudente y cauteloso y a la expectativa, y de sus amistades y contactos del nacionalismo argentino que yo había frecuentado durante mi estancia allí -un poco en régimen de cohabitación forzosa por llamarlo así- y debo decir que la conversación seguía su curso su cordialidad iba en aumento señal de que descubría puntos comunes y afinidades con su interlocutor lo que sin duda era recíproco (de lo que recuerdo)
En mayo del 75 Jordi Pujol que acababa de comprar aquel grupo editorial puso a José Carlos Clemente de director del semanario "Destino" (fundado durante la guerra y animado y dirigido en la posguerra por los amigos de Ridruejo) Era un carlista catalanista -y pro/etarra y marxistoide- de la rama de Carlos Hugo, y Miguel Ayuso en cambio de la del hermano de aquél, Sixto, pero como ocurre con falangistas auténticos y franco/falangistas las lindes entre unos y otros no están muy claras siempre. De noche, todos los gatos son pardos (o grises)Recuerdo nítidamente que se pronunció delante mía en términos críticos, de descalificación incluso, sobre la figura de Manuel Fraga y sólo tras un pequeño esfuerzo de recordación caigo en la cuenta que en sus palabras gravitaban de cerca los sucesos de Montejurra acaecidos unos años antes, siendo el futuro presidente y fundador de la AP -y más tarde del PP- ministro del Interior, que a raíz de aquellos sucesos expulsó terminantemente de España al pretendiente legitimista. Recuerdo algo no obstante que me sorprendió de la conversación que con él mantuve y fue lo graciable de su actitud hacia el monarca reinante el rey Juan Carlos como se dejaba traslucir de la palabras que le dedicó delante mía, algo que habida cuenta del contencioso dinástico tan acervo que su rama dinástica encarnaba (entonces como ahora) en nombre de la legitimidad hereditaria no me esperaba de él lo confieso.
Así refiriéndose al monarca y como absolviéndole en una sentencia imaginaria de criticas y reproches sin tasa en contra suya, entonces a la orden del día, me dijo "es fiel a sus amigos", entre los cuales él debía contarse a todas luces, y debe seguir contándose sin duda alguna. Y el detalle todo menos trivial me viene ahora a la mente ante la noticia que trae hoy en su primera pagina el diario el País de propuesta de promoción por Defensa al grado de coronel -del cuerpo jurídico del ejército del Aire- de Miguel Ayuso, una figura emblemática del carlismo en la corriente afecta al príncipe Sixto.
Juan Vallet de Goytisolo, uno de los padrinos (y maestros) de Miguel Ayuso. Era un catalanista/moderado -dentro de un orden (que era el de franquismo aún vigente cuando yo le conocí)-, y también un papólatra fanático, lo que no era en cambio Eugenio Vegas Latapié, su compañero y amigo. ¿Lo daba eso en él ser catalán acaso? Siempre me lo pregunté. Como sea, prestó sin la menor duda la coartada inmejorable de su prestigio y de su autoridad intelectual y política y social inconmensurables (y desproporcionadas) a la política de "normalización" lingüística de la Generalitat de CataluñaMiguel Ayuso tampoco me es desconocido: les conoces a todos, me dirá aquí alguno, y a fe mía que los nombres que salen a relucir cada dos por tres en estas crónicas de mi trayectoria en todos aquellos años dan testimonio fehaciente de una etapa de mi vida, anterior a mi gesto de Fátima que se vería sepultada o enterrada en la memoria de algunos -muchos, poco- por culpa de aquello, y de su explotación en los medios desde entonces. Es unos años más joven que yo y en la década de los setenta coincidimos durante el verano en Siguenza, lugar de vacaciones muchos años de mi familia, como lo era también de la suya (no sé si lo seguirá siendo) Y el verano del 86 recién salido yo unos meses antes apenas de la cárcel portuguesa fui a refugiarme allí por unas semanas (que no fue otra cosa) y creo recordar que me le crucé alguna vez aunque ya por entonces sin dirigirnos la palabra, algo que en visión retrospectiva (de hoy) hubiera sido propiamente impensable desde luego.
Miguel Ayuso va de carlista o si se prefiere de profesor/carlista, tradicionalista, o católico tradicionalista por la vida -como otros van de profesores nacional/sindicalistas o de devotos joseantonianos- y a fe mía que le habrá ido bien, cosechando uno tras otro, en España y fuera de ella (ma non troppo), títulos y distinciones honoríficas, y celebridad y difusión en ciertos ambientes mas o menos restringidos, y perfectamente circunscritos -con todos los plácemes y parabienes y nihil obstats eclesiásticos y pontificios posibles e imaginables, no se olvide- dentro de unas etiquetas que son las suyas y que lleva a cuestas -no sin soltura o donaire (se me replicará)- desde que yo le conocí de muy joven, y sin duda que era y es su perfecto derecho. No me consta no obstante que provenga de un linaje familiar castrense, que podía dar una clave de explicación de la noticia que ha saltado al primer pano de los medios. Lo que abre la puerta a otra explicación que se me antoja mucho más plausible.
Y es propiamente la significación y adscripción ideológica que se le presta o atribuye y que permite catalogarle dentro del rango de los cortesanos más o menos críticos pero no menos cortesanos, de una corte -me refiero a la Zarzuela- a la que sin duda tiene acceso -mas fácil y asequiblemente que otros al menos- de la mano de su patrón o padrino político y dinástico, el príncipe Sixto.
¿Sólo eso? La duda se admite si se pasa en revista la lista (propiament innúmera o interminable) de padrinos que habrán gravitado en la carrera super/brillante de Miguel Ayuso, entre ellos Juan Vallet de Goytisolo, -otro viejo conocido del que esto escribe- fallecido el pasado año, tras haber sido nombrado unos años antes miembro de número de la academia de Jurisprudencia y legislación (un respeto) de Cataluña y correspondiente hasta el final de sus días del Institut d'Estudis Catalans (sucedáneo en pobre y rudimentario de una academia de la lengua) prestando así una caución inigualable en el plano institucional nota bene a la política de normalización lingüistica -a expensas del castellano y en favor del catalán- puesta en marcha en aquella región española desde hace décadas, y causa primera y principal de todos los males que amenazan la unidad nacional y la concordia entre españoles -y la paz social y el orden público y tantas y tantas otras cosas- en Cataluña, presa de un fenómeno de claro cariz secesionista y secesionígena las horas que corren.
"España Vaticano" (1932), el libro prohibido de Rafael Sánchez Mazas. Se le obligó a deshacerse de él por mandamiento eclesiástico (por lo que acabó quemándolo)(...) En él denunciaba el papel funesto, crucial y determinante de la Curia vaticana -ya desde los tiempos del cardenal Merry del Val- y de la jerarquía eclesiástica española y catalana -eran los tiempos del Cardenal Vidal y Barraquer (cuando la obra se vio escrita y publicada)- en la catalanización anti-española forzosa de los espíritus en Cataluña. La historia se repiteCatalanista moderado (dentro de un orden, el del régimen franquista en vigor entonces) -y papólatra (por descontado) ante/el/altísmo, de Juan Pablo II y antes de él, de Pablo VI- esa es la imagen nítida entre otras que me quedó de Juan Vallet, de los años -de justo antes de irme a Ecône- que frecuenté la editorial Speyro en la órbita de la Ciudad Católica una y otra bajo los directos auspicios de aquél entonces, en la medida que el fundador de ambas Eugenio Vegas Latapié se veía ya reducido -por su delicado de estado de salud y su avanzada edad- a una figura decorativa en los ambientes aquellos.
"¿Por qué no aprendes catalán?", recuerdo -no poco sintomáticamente- que (don) Juan Vallet en una ocasión me dijo. ¿Un aprobado (por lo pelos aunque solo sea) de Miguel Ayuso en un hipotético examen de catalán hablado y escrito, lo que explicaría que le haya tocado -o esté a punto de tocarle ahora- el gordo o el reintegro (con esa promoción), si se piensa en tantos otros dentro del estamento castrense que se vieron sistemáticamente postergados todos estos años por sus opiniones políticamente incorrectas o sospechas de ello apenas?
Más en claro y crudo: ¿una clave de política religiosa inseparable del análisis y diagnóstico del problema catalán -como ya lo vio Rafael Sánchez Mazas- en la promoción sorpresa de un teniente coronel carlista (de nacimiento) que se pronuncia contra la Constitución y contra la persona incluso del actual monarca sin tapujos ni complejos? ¡Vivir para ver fantasmas míos!
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