viernes, septiembre 05, 2014

ESPAÑOL Y CATALÁN PEOR QUE UNA GUERRA DE RAZAS

Firma en el 2011 de un convenio entre la Fundación Umbral y el grupo Planeta. En el centro la viiuda del escritor. Y tanto una institución como la otra se ven confrontadas hoy a una misión ineludible de la mayor importancia en la defensa y salvaguardia de la Lengua española por el peligro mortal que la acecha del lado de Cataluña. A espaldas por supuesto de la Real Academia de la Lengua, claramente dimisionaria en el tema (desde hace décadas)
Cataluña, una vez y otra también, desde ahora y hasta que dios/diga. El tema catalán preocupa y obsesiona in crescendo a los españoles lo que no pude como es lógico dejar de reflejarse en este blog y en mi compromiso con el día a día de la actualidad más cadente, analizándolo y comentándolo sin tapujos paños calientes como mi lectores habrán ido verificándolo desde que lo reanudé ahora va a hacer un año y como venía haciendo desde hacía años también en la blogosfera de Periodista Digital hasta que me echaron. Me echaron, sí –sin explicación (seria) alguna- y lejos de venírseme el mundo abajo me sentí libre de pronto como los pájaros y me puse a escribir de una manera distinta, mucho más libre, sin tapujos ni rodeos como no había conseguido hacer hasta entonces, sin duda porque me lo impedían barreras psicológicas –respetos humanos, inhibiciones- de las que yo mismo no era plenamente consciente.

Como lo ilustra el tema de Cataluña, léase de la ofensiva separatista en aquella región española. En Periodista Digital no me hubiera atrevido por ejemplo a dirigirme abiertamente en el tema como aquí lo hago a una escritora catalana que no me es extraña en modo alguno en la medida que tuvo hace años durante cierto tiempo contactos asiduos y estrechos con ella en el marco de la tesis de doctorado que preparaba yo entonces –que habrá acabado (con el tiempo y una caña) convertido en el libro “El padre falangista de Francisco Umbral” que acabo de publicar justo antes del verano-, y que acabo rompiendo de forma abrupto conmigo por razones que ignoro pero que no me cuesta trabajo imaginar tampoco imagino.

Y me refiero a Ana Caballé (Masforols), barcelonesa, o si se prefiere catalán de Barcelona a la que conocí personalmente en el 2008 durante una corta visita que hizo a Bruselas en el marco de conferencias o disertaciones que tuvo en universidades belgas, y con la que hablé en castellano, sin ninguna reserva mental de su parte creo, y sin ningún tipo de problemas. Ana Caballé –que escribe su nombre de forma habitual a la manera catalana, con dos n (lo que siempre me negué de secundar, es cierto)- era y me figuro que lo seguir siendo profesora de la Universidad (Central) de Barcelona, sita en la plaza de la Universidad en el centro de Barcelona en un viejo edificio histórico que tuve ocasión de contemplar y admirar en mi última visita a la Ciudad Condal el mes de octubre pasado.
La Iglesia catalana está metida hasta el corvejón en la aventura secesisonígena. Último boton de muestra, las declaraciones del obispo de Solsona (sucesor en esa diocesis del funesto Cardenal Tarancón) -miembro (o socio o simpatizante o amigo) del Opus Dei- apoyando el referendum secesionista. Fue en su origen la iglesia (catalana y vaticana) la que hizo del habla catalana un arma separatista: el pecado original que condena a más o menos corto plazo la catalano/parlancia a desaparecer por las alcantarillas de la historia. Piensen lo que piensen algunos devotos (apostólico/romanos) españolistas
Ana Caballé –no hay más que oírla hablar- es una académica e intelectual en extremo brillante, fue premio extraordinario del doctorado en su universidad y está galardonada –detalle todo menos trivial- por la Fundación Conde de Godó. Y no es trivial en modo alguno ese dato de su biografía si se relaciona sobre todo con otro pormenor de su trayectoria y lo es su colaboración periodístico o periodístico/literaria en las páginas del ABC, en la órbita del cual –o viceversa- discurrió siempre ese título nobiliario catalán con todo lo que arrastre y significa. Qué piensa Ana Caballé –pregunta del millón- sobre la dinámica en la que se ve embarcada una parte importante de la sociedad catalana los días que corren?

Me he estado repasando el curriculum, brillantísimo ya digo –académico y literario a la vez- de Ana Caballé y lo primero que llama la atención es que lo de él más resalta a primera vista es el tratarse de una escritora española –léase en lengua castellana-, con el grueso de su sobra, y se antoja incluso que en exclusiva publicada en castellano, como “Narcisos de tinta”, su primer libro, la biografía que dedico a Carmen Laforet, y sobre todo la que dedicó a Francisco Umbral –Francisco Umbral el frio de una vida”- que m e he debido releer una cien veces y no exagero, sub rayando y volviendo a subrayar en lápiz todos los párrafos que particularmente me interesaban hasta llegar a convertir el ejemplar que todavía conservo en un continuo subrayado, lo que da idea de la deuda intelectual que contraje con ella y creo tener hay saldada (en parte al menos) tras la publicación de mi libro en la que recojo lo fundamental de su aportación a la biografía umbraliana a la vez que le rendía homenaje sincero –por critico que me mostrara a veces en mis apreciaciones- a título de desagravio en parte también por el boicot sin duda injusto del que se habrá visto hasta hoy por parte de los albaceas de Umbral, de obra como de su memoria.

Hay un detalle todo menos anodino no bastante en esa faceta umbraliana indiscutible –por muy atípica o disidente que sea el perfil que arrastra al respecto- de la escritora catalana, y lo es el carácter de maestro indiscutible de la lengua española (léase castellana) de Umbral, su biografiado, doblado a su vez de otra faceta indiscutible en él y es la de defensor o campeón si se prefiere de la pureza del idioma y de su integridad frente a amenazas tanto internas como externas, entre las que sin duda se contaba el auge del habla catalana que se habrá vivido en aquella región española las últimas décadas. Umbral fu muchos años colaborador de Destino, la gran revista española de Cataluña (lase de expresión castellana)

Destino acabó como acabó, léase desapareciendo sin pena ni gloria después de haber sido vendida a la Banca catalana, léase puesta en manos de ese Jorge Pujol por el que viene ahora el escándalo. Y en la biografía que dedica a Francisco Umbral da cuenta Ana C aballé de la resistencia que encontró en Umbral la metamorfosis de esa revista barcelonesa tan emblemática –de la España de la posguerra, y de la Victoria- en la fase ultima o penúltima de su existencia, lo que ilustraba mencionando el detalle que Umbral había escrito a Miguel Delibes otra de las grandes firmas de Destino quejándose que Baltasar Porcel el nuevo director de la revista ya en los últimos tiempos del tardo franquismo –justo antes de la muerte de Franco- quería hacer de aquella “una revista catalanista” (…)

Umbral erajun franco tirador, no era un militante de causa alguna, salvedad hecha de la suya propia, de su carrera periodística y literaria y de su obra, pero no cabe duda que en sus escritos y en su actitud no cabe registrar la menor concesión al desafío que planteaba in crescendo hasta hoy el catalana a la lengua madre de todos los españoles. Yo no pongo en duda -me lo imagino- que Ana Caballé debe ejercer su tarea docente en catalana, como lo manda la Generalitat, pero es curioso que en su obra y en su estilo propio en castellano no se registre la más mínima contaminación lingüística foránea. Ana Caballé tiene un estilo propio en castellano y eso se reviste de un significado particular en una escritora barcelonesa (o catalana)

Aquí en este blog he defendido la riqueza de las variedades lingüísticas de la lengua española dentro y fuera de la Península, y no cabe duda que el estilo en castellano de Ana Caballé es un estilo propio dl español (léase castellano) de Cataluña, en su expresión oral o hablada incluso como tuve ocasión de comprobarlo en la conferencia que dio en Bruselas donde me sorprendieron por lo castizas y arcaicas incluso, expresiones suyas desconocidas para mí –y de no menos autentica raigambre castellana algunas de ellas. Así hablando de una célebre escritora de los años veinte, y evocando un determinado momento de su trayectoria, dijo “que se apuntó un bombardeo” (…) Una expresión castiza que yo casi no conocía y que en quien menos me podía esperar oírla –y por eso sin duda me agradó tanto y me hizo tanta gracia- lo era en una escritora catalana, de Barcelona. Y en la lucha rabiosa en el plano lingüístico que viene rindiendo en Cataluña a favor de la acometida separatista, no hay duda que la intelectualidad universitaria –sobre todo en el campo de las disciplinas humanísticas y literarias- tiene una baza preciosa en sus manos, de un valor incalculable a la hora de decidir de qué lado se inclinará la balanza, del lado de la lengua madre de todos los españoles o de la regresión localista (y aldeana)

Ana Caballé no pertenece a la Real Academia de la Lengua pero escritores y escritoras de renombre y de prestigio como ella tienen sin duda mucho que decir también a la hora de denunciar la dimisión escandalosa a la que vinimos asistiendo de parte de las instancias dirigentes de aquella en la embestida cultural –y en un plano institucional y administrativo- de la que se ve objeto la lengua española en detrimento del catalán desde hace décadas en Cataluña. Como lo ha venido a hacer –por más que lo hiciera en términos un tanto velados y prudentes en extremo- otra figura emblemática de la intelectualidad catalana y me refiero a Arcadi Espada, amigo de Ana Caballé, con la que se vio asociado cuando sus dos nombres saltaron juntos al primer plano de la actualidad y de la atención de los medios con ocasión de divulgación del problema de filiación de Francisco Umbral, del hecho de que fuera (oficialmente) de padre desconocido. Lo quieran o no pues, la memoria del escritor fallecido les reúne y convoca en la evocación de su figura, de maestro del idioma y defensor del castellano, la lengua madre de todos los españoles.

Ana Caballé y Arcadi Espada. Dos escritores españoles catalanizados –en sus nombres de pila por lo menos (…) - y puestos en la disyuntiva ineludible que les plantea la guerra a muerte, no nos engañemos –por la supervivencia- entre el habla catalana y la lengua madre de todos los españoles de la que una u otra saldrá a no dudar tocada de muerte. Coque de culturas en el plano lingüístico, un conflicto -y el que pueda entender que entienda- más irreductible y fatal e ineluctable que una guerra de razas.

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