domingo, septiembre 28, 2014
Dulce Mal de Amor (poesía en domingo)
La natura tiene sus leyes
Y el reino animal las suyas
ciegas, duras, implacables
que no fueron nunca mías
Yo que no fui flor silvestre
Sino de hormigón y asfalto
Como toda una nueva raza
De generaciones/nuevas
De habitantes de un planeta
(camino de hacerse aldea)
con otras leyes otras normas
¿Menos crueles que aquellas? No.
Otros mundos, otra era
Y los que sobrevivimos
no somos iguales que aquellas
(las generaciones viejas)
¿Más fuertes que ellos, que ellas?
Sobrevivientes, ni más ni menos
de mil mutaciones fatales
de formas de vida, de ideas,
que nos hicieron duros, hoscos
para una gran mayoría
¡Dueños de nuestro destino
y más solos que la Una!
¿O tendrá la Providencia
que rije el mundo (o lo intenta)
más clemencia y más ternura
con los pájaros del campo
que con sus propias ovejas?
Que igual que se rompen nidos
a cantazos de tormenta,
del pedrisco (en la Meseta),
se me rompió aquella fe a mí
en aquella y tantas cosas
Y se me fue el respeto también
en la diosa caprichosa
de la natura y sus reglas
Como el viejo amigo aquél
criador de pollas salvajes
que no se la jugaban, no
-¡a él!- ni en serio ni en broma
Porque creció entre corrales
y sabía más que nadie
-sin tomarlo muy en serio-
de presagios y de agüeros
De pájaros y pajarracos
Y se reía del mundo
viendo a las aves volar
y hablándole a las estrellas
sólo y tranquilo en su “choza”
riéndose de mí mismo
-¿tal vez para no llorar?-
y de sus gallinas negras
Solo un ave me da a mí miedo
y esa eres tú, reina, mi amor
Miedo del mal de amor (de tí)
¡Dulce miedo, dulce agüero
el de tus ojos, princesa!
¿A la de diez la vencida?
Así fue en el trance aquél
del pozo en el que me metí
yo solo por cuenta mía
y del que me costó salir
más de lo que me creía
El pozo en el que ando ahora
por tu culpa, tuya solo
es más hondo todavía.
O un túnel sin par más bien:
laberinto sin salida
del que tú en cambio entras, sales,
por las buenas ¡Vida mía!
¿Cuando se encenderá la luz,
la chispita en la bombilla
de este concurso sin fin
-¿fruto de mi fantasía?-,
de acertar, de tiro al blanco,
tus flechas contra las mías?
Así me tienes, ya lo ves,
pendiente de tus designios,
sí, de tus planes de mujer
que hila en secreto y deshila
a su antojo ¡Y yo que sé!
¿Que sé yo de tus enigmas,
de tus proyectos pardiez?
Lo único que sé de cierto
porque te quiero es que esperaré
sentado -como aquel jeque-
verte pasar ¡A la de diez!
Y el reino animal las suyas
ciegas, duras, implacables
que no fueron nunca mías
Yo que no fui flor silvestre
Sino de hormigón y asfalto
Como toda una nueva raza
De generaciones/nuevas
De habitantes de un planeta
(camino de hacerse aldea)
con otras leyes otras normas
¿Menos crueles que aquellas? No.
Otros mundos, otra era
Y los que sobrevivimos
no somos iguales que aquellas
(las generaciones viejas)
¿Más fuertes que ellos, que ellas?
Sobrevivientes, ni más ni menos
de mil mutaciones fatales
de formas de vida, de ideas,
que nos hicieron duros, hoscos
para una gran mayoría
¡Dueños de nuestro destino
y más solos que la Una!
¿O tendrá la Providencia
que rije el mundo (o lo intenta)
más clemencia y más ternura
con los pájaros del campo
que con sus propias ovejas?
Que igual que se rompen nidos
a cantazos de tormenta,
del pedrisco (en la Meseta),
se me rompió aquella fe a mí
en aquella y tantas cosas
Y se me fue el respeto también
en la diosa caprichosa
de la natura y sus reglas
Como el viejo amigo aquél
criador de pollas salvajes
que no se la jugaban, no
-¡a él!- ni en serio ni en broma
Porque creció entre corrales
y sabía más que nadie
-sin tomarlo muy en serio-
de presagios y de agüeros
De pájaros y pajarracos
Y se reía del mundo
viendo a las aves volar
y hablándole a las estrellas
sólo y tranquilo en su “choza”
riéndose de mí mismo
-¿tal vez para no llorar?-
y de sus gallinas negras
Solo un ave me da a mí miedo
y esa eres tú, reina, mi amor
Miedo del mal de amor (de tí)
¡Dulce miedo, dulce agüero
el de tus ojos, princesa!
¿A la de diez la vencida?
Así fue en el trance aquél
del pozo en el que me metí
yo solo por cuenta mía
y del que me costó salir
más de lo que me creía
El pozo en el que ando ahora
por tu culpa, tuya solo
es más hondo todavía.
O un túnel sin par más bien:
laberinto sin salida
del que tú en cambio entras, sales,
por las buenas ¡Vida mía!
¿Cuando se encenderá la luz,
la chispita en la bombilla
de este concurso sin fin
-¿fruto de mi fantasía?-,
de acertar, de tiro al blanco,
tus flechas contra las mías?
Así me tienes, ya lo ves,
pendiente de tus designios,
sí, de tus planes de mujer
que hila en secreto y deshila
a su antojo ¡Y yo que sé!
¿Que sé yo de tus enigmas,
de tus proyectos pardiez?
Lo único que sé de cierto
porque te quiero es que esperaré
sentado -como aquel jeque-
verte pasar ¡A la de diez!
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