¡Viva México, cabrones! (y ¡átenseme bien los machos!), que no sé bien por dónde empezar, por dónde meter baza o el diente o el pico en esta polémica que arde, sin quemarme las plantas de los pies en esa tierra de volcanes. ¿No nos quieren, nos denuestan, o en cambio nos adoran? ¿A esos gachupines de todos los males sin mezcla de bien alguno? Sería para llorar -esta absurda y amarga polémica- y echar espuma (de rabia) por la boca, pero como estuve allí y creo conocerles un poco del trato estrecho y cordial que tuve con algunos de ellos, me da por reír más bien. Con perdón, o con la venia de la Señora (un respeto!) Y es que fui allí y entré allí siguiendo una vía "neutral" (en esta grande polémica) -fuera de toda sospecha- y es la de los franceses de Monseñor LEFEBVRE, que me hicieron descubrir y transitar por esa vía "francesa", europea (como los que más, ¿o no?) pero ajenos -al contrario que los de impronta anglosajona (u protestante-holandesa)- a la Leyenda Negra anti-española. Y fue por un México de incógnito, oficioso, semiclandestino, a mil años luz del México oficial, de las embajadas, de la bien-pensancia universitaria, -el del Fondo de Cultura Económica (¡pesadilla de mis años en la Universitaria!) - del que dio refugio en suma al exilio guerra civilista español de los vencidos del 36, para restregarles los ojos y meterles por la boca -para eso sobre todo (con la coartada de la compasión y la misericordia) - al otro México subterráneo, el de "la inmensa minoría" -y de mayoría silenciosa a la vez-, que vibró como un solo hombre a favor de los del otro bando (en nuestra guerra civil) Tal y como yo mismo lo pude comprobar en mi viaje allí y en el contacto directo con sus descendientes y los amigos de sus descendientes -de la inmigración allí (como los cristianos libaneses) Un México, "país real" -el de ciertos estados sobre todo (JALISCO, NAYARIT, AGUASCALIENTES), que los españoles olímpicamente obviaron.
Sin obviar yo aquí, no obstante, ilustres excepciones: la de Don Ramón DEL VALLE INCLAN y su "Tirano Banderas", un libelo (literario) al aguafuerte contra el "Porfiriato", del nombre (sin nombrarlo) del que fue presidente de México en aquel largo periodo de 45 años -de férreo autoritarismo y de paz y prosperidad-, Porfirio DIAZ, objeto aún hoy de profundas divergencias -y sin un verdadero consenso- en la historiografía en curso allí, y en la novela que acabo de citar, de consenso ausente también (*) Y junto a él, la de otra figura -ésta netamente incorrecta-, del doctor (José María) ALBIÑANA que estuvo en México y dio (valiente) testimonio a su vuelta de la tragedia cristera, objeto en España -años de la Dictadura de Primo de Rivera- de un escandaloso apagón (black-out) informativo a la sazón. Pero el enérgico y resuelto mentís al cuento de hadas anti-español -de buenos y malos- que les está vendiendo ahora a los mexicanos su presidenta (búlgaro-mexicana) SHEINBAUM- lo encarnaron sobre todo los heroicos cristeros con su lucha y su trágica derrota en defensa del legado cultural y religioso que les transmitió la Conquista y colonización española. Y en nombre de ellos abogamos aquí por una reconciliación sincera. Sin inmutarnos lo más mínimo las declamaciones (líricas) en proveniencia de la Moncloa, de su inquilino y de sus más directos subalternos, en desdoro y detrimento de nuestra Memoria común, en desprecio de la Historia -que es la que es-, y por cuenta de las culturas o civilizaciones pre-colombinas, siguiendo así una tradición historiográfica -por paradójico que parezca- que fue la que defendió haciéndola suya el III Reich, que nos acusó -sotto voce al menos- de ser reos de la Vergüenza del Mestizaje -Blutschande- en Hispanoamérica, y al mismo tiempo del delito de lesa (s) cultura (s) y civilización, de las de la América precolombina. Lo que decidió en última instancia la neutralidad española (o no-beligerancia) durante la II Guerra Mundial, y lo que lleva a un punto muerto lo ario -o ario/nórdico-, como elemento esencial de la ideología nazi, y opone a la vez un retundo mentís a la visión histórica subyacente en aquella.
0VOX CLAMANTIS IN DESERTO. Desierto pavoroso en verdad el que se ofrece ante nuestros ojos, viendo como (fatalmente) nos alejamos y se alejan de nosotros nuestras últimas compañías (léase en el plano de la Historia y la Memoria y en consecuencia de la ideología. Alto a la cultura política e ideológica de la "Repentance" (en roman paladino, ARREPENTIMIENTO)! Oídos sordos a las monsergas y cantinelas de nuestras culpas en la América ex-hispana, y a las voces que las propagan de los que nos acusan ahora (todos juntos) de una cosa y la contraria. ¡Menuda broma pesada, como un chiste o una broma mejicana (a lo CANTINFLAS) Lo dicho, ¡a reírse tocan!. Y VIVA MÉXICO CABRONES! Y CARPE DIEM (¡A vivir que son dos días! Con tortilla y con tequila!)
En memoria de MIGUEL, mi difunto hermano mayor que entregó -casi hasta el fin-, incontables años de su vida misionando -él solo- a tribus tarahumaras en el Norte de México, junto a CHIHUAHUA. DESCANSA EN PAZ MIGUEL!
En esta obra que ya comenté en este blog, aparece el personaje de MARNIX, un belga nacionalista flamenco que abraza -ocupando altos cargos- la causa de la Colaboración en Bélgica durante la II Guerra Mundial, y en uno de los pasajes de la obra echa en cara al obispo español Diego DE LANDA de la quema del POPOL VUH, libro sagrado de los mayas. Acusacion anti-española por partid doble de la visión histórica de lo ario, en el nacionalsocialismo. Acusados los españoles de vergüenza racial (blutschande) por culpa del mestizaje en la América ex-hispana, y a la vez de un delito de lesa/s) cultura(s) y civilización. De las culturas indígenas pre-colombinas. De una cosa y la contraria, o sea: Punto muerto de la cisión histórica de lo ario, pangermanista
(*) Y botón de muestra de lo atípico y discutido de la figura, lo ofrece Dominique FERNANDEZ, escritor -y académico en Francia- de expresión francesa y ascendencia mexicana, repetidamente aparecido en las páginas de este blog-, hijo de Ramon FERNANDEZ, condenado en Francia al final de la guerra por delito de Colaboración, -al que dedicó su discurso de ingreso en aquella- que se había exilado en Francia, en el séquito y tras los pasos de Porfirio DIAZ, refugiado en Francia a seguir a su su derrocamiento

