sábado, julio 01, 2017

PEDRO Y PABLO CAMINO DE LOS ALTARES

El poeta británico -originario de la región de Gales-, Dylan Thomas (1914-1953), emblemático de una poesía vanguardista surrealista y neorromántica y a la vez perfectamente apolítica, no fue menos un fiel reflejo de su tiempo, en su vida como en su obra, hasta en su apoliticismo incluso, en lo que tenia de excepción a la regla aunque sólo fuera. Como lo pondría de manifiesto el mutismo -interesante de descifrar por tantos aspectos- que le mereció la guerra civil española, que le pilló con veintidós años de edad en el momento de su estallido, mayormente ocupado en buscarse novia y en contraer matrimonio como así  le courriría, en 1936 precisamente), mientras que otros de su edad se alistaban en las Brigadas internacionales. Mutatis mutandis, los jóvenes españoles más o menos apolíticos de hoy -y sin duda mayoritarios- ¿son acaso menos hijos de su tiempo que los que siguen o o votan a Podemos o vienen prestando oídos a (san) Pedro Sánchez y (san) Pablo Iglesias? O será que ese aparente apoliticismo no viene a ser más en ellos que el síntoma de un rechazo instintivo del 15-M y de todo lo que aquel movimiento de indignación callejera traería consigo? ¿Algo más que un mito (publicitaria) esa fractura generacional (en términos de izquierdas y derechas) en la que algunos -entre ellos sin duda el papa de Roma- quieren ver a toda costa la palanca del cambio (sic) en la política española?
José Manuel Vidal y Jesús Bastante eran -y me imagino que lo siguen siendo- los responsables y animadores principales de la sección religiosa de Periodista Digital en el momento que me dieron de baja de su blogosfera por orden del director de la publicación. Conocí personalmente a los dos, no asi al director Alfonso Rojo al que en las dos veces que me presenté en su redacción en viajes fugaces a España no conseguí nunca llegar a conocer y no por falta de voluntad de mi parte: por las razones o motivos que fuera que siempre me escaparon (hasta hoy).

Nunca tuve roce con ninguno de los responsables a asesores religiosos de PD nombrados más arriba, y las tres veces que me reuní con José Manuel Vidal como la única vez que saludé personalmente a Jesús Bastante aquellos años, no hubo corto circuito alguno entre ellos y yo ¿Tal vez porque la corriente o la química no fuera excesiva entre nosotros? Cabe preguntárselo.

Es cierto que los dos nombrados y en particular el segundo de ellos, de una generación bastante mas joven que la mía, me dieron siempre la impresión de seguir vías y derroteros muy distintos a los míos, o de “estar en otra cosa” como le dicen los argentinos, aunque llegáramos coincidir en las páginas de la misma blogosfera -ellos en plan profesional y yo a base de una colaboración benévola y desinteresada en absoluto- durante bastante tiempo, cinco años cumplidos, a falta de un mes para ser exactos.

Y tal vez lo que me vino a revelar que compartíamos poco por no decir nada en común, salvedad hecha de las apariencias de “cohabitar” en una misma pagina web, fue -como ya lo tengo aquí contado- el entusiasmo de los dos mencionados en las paginas de su diario ante el espectáculo de la Puerta del Sol de noche, el sábado que siguió a la eclosión del 15-M. Para mí, una explosión de los bajos fondos, el nacimiento del movimiento de indignación callejera -como aquí ya lo tengo declarado-, para ellos, un nuevo Pentecostés en cambio, y no exagero.

Y la misma divergencia irreductible rehace aparición de nuevo en mi mente ahora, leyendo un artículo de Religión Digital, que viene a querernos “vender” la imagen de un papa Francisco, santo patrón de los indignados españoles del 15-M. O digámoslo al revés, de promotor de la causa de beatificación y canonización (en vida) de las dos figuras de la política española más estrechamente asociados al recuerdo de aquel movimiento de agitación callejera, a saber Pedro Sánchez y Pablo Iglesia, Pedro y Pablo para los amigos, y San Pedro y San Pablo en la mente del pontífice si hay que creer en las especulaciones que se permite ese diario, entre bromas y veras.

Y por debajo de la broma -y de los comentarios de las redes sociales- hay que decir que el desafío subyacente es de órdago a la grande. Y es el que nos plantea un sector de la juventud española o para ser exactos, de segmentos de la población española más o menos jóvenes, a los los que pertenecemos a una generación anterior. ¿Representativos (san) Pedro Sánchez y (san) Pablo Iglesias -y tras ellos el beato/Rivera- de la juventud española actual, y por ende de esa factura generacional en las que algunos quieren ver la palanca motriz del futuro poltico español a corto o a medio plazo? No hay razón ninguna para inferirlo. Representan tal vez a los que hace ya seis años (¡como si fueran siglos!) decían -a gritos- que no se sentían representados por “nadie” pero eso no les otorgaba la representación automática del conjunto de la juventud española.

Y hablo en lo que me atañe, y es que entre los jóvenes de mi entorno familiar -tanto en un sentido restringido como en un sentido amplio- no noto por ningún lado esas huellas/seminales del 15-M y de sus figuras iconográficas, y tampoco las noto en redor mio, paseando por la calle o en los sitios que frecuento cuando viajo Madrid, varias veces al año como todos aquí ya saben. ¿Acaso no se les puede calificar a todos esos jóvenes que cabo de indicar de jóvenes de su tiempo? No menos que los jóvenes indignados del 15-M (o de lo que de él aún queda) Y me viene a la ente dos ejemplos ilustrativos, de argumentos ad hominem, como anillo al dedo.

El primero es el del seminario de Ecône de los anos de su fundación y de aquellos cuando yo por allí pasé, que llegué allí tres o cuatro años sólo después de que abriera sus puertas. Ecône -como ya lo tengo dicho en mi último libro “Krohn, el cura papicida”- no fue solo un fenómeno religioso, si no ideológico y sociológico a la vez, y yo diría que de esto mucho mas que de lo otro. Y es en la medida que Ecône  vino en el fondo a ser una reacción al mayo francés (del 68) como lo vino dejar patente el Congreso de Lausanne de aquel año (justo a seguir a la revuelta estudiantil) de la Cité Catholique (la Ciudad Católica) -un movimiento francés de seglares católicos tradicionales que sirvió de paraguas y protección al seminario de Ecône-, que se vio aquel año caracterizado por una afluencia juvenil masiva -de jóvenes universitarios la mayor parte de ellos- comparada a lo que había sido la regla de los congresos anuales -siempre en Suiza- de aquel movimiento hasta entonces (fundado en la década de los cincuenta)

Otra ilustración que me viene a la mente es al del poeta inglés Dylan Thomas prototípico de un poesía vanguardista inconformista y neo-romántica, y a la vez perfectamente apolítica, que no marcó menos su época y la Inglaterra de su tiempo (años cincuenta tempranos y cuarenta tardíos, de después de la guerra) ¿Acaso los jóvenes apolíticos son menos de su tiempo que los jóvenes que hoy siguen o que votan a Podemos?

Nada permite a afirmarlo. Como nada permite augurar que las causas o motivos de ese apoliticismo en muchos casos no sea más que aparente, y que no venga a ser más que la tapadera o la cubierta de un rechazo de la izquierda, o de mucho de lo que la izquierda representa. como vino a ser sin duda el caso de Dylan Thomas -del que acabo de leerme una biografía- que pasó el año crucial de 1936 (con veintidós años de edad) -cuando muchos jóvenes británicos se alistaban en las Brigadas Internacionales- ocupado en buscarse novia y en encontrarla (y casarse con ella) como así le ocurriría (...)

Todo un síntoma, y un signo de los tiempos (aquellos), de excepción a la regla aunque solo fuera. ¿Y acaso la alergia que un sector considerable de la juventud española a todas luces experimenta hacia los dos lideres de la juventud que la prensa global nos viene vendiendo no venga a serlo también de la figura (y papal) que se empeña en canonizarlos? Cabe preguntárselo

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