miércoles, noviembre 02, 2016

ZETAPEDRO, FE-LA FALANGE Y EL INSULTO EN POLÍTICA

Instantánea gráfica de la celebración el pasado 29 de octubre del aniversario de la fundación de la Falange en el Teatro de la Comedia, que este año habrán conseguido-por vez primera- monopolizar un grupo (FE-La Falange) muy minoritario y estrictamente marginal en la política española, cuando el legado histórico e ideológico que sigue simbolizando aquel acto fundacional -y que este grupúsculo pretende representar- sigue siendo compartido en cambio de muchos españoles, a través de generaciones sucesivas. Un grupúsculo para más inri que acepta -igual que Pedro Sánchez- el insulto personal (e infamante) entre sus pautas de conducta. Cuatro gatos como sea, hasta el punto que en un momento dado del acto -como lo recoge el testimonio de uno de los asistentes- y ante la aparición en las inmediaciones del teatro de grupos de provocadores -provenientes de la manifestación de 'ocupa el Congreso” (que discurría no lejos de allí)- se fueron todos en estampida (a responder a la provocación, cabe suponer) y dejaron solo al orador y a la pancarta que le hacía guardia. Moraleja del suceso (y de la instantánea): al marqués de Estella sucedería el otro “marqués” (o nieto de “marqués” y que viste de “marqués) -de la provincia de Madrid-, ochenta (y tres) años después. Para un viaje así, querido Sancho, no necesitábamos alforjas
Vengo esgrimiendo un factor histórico -guerra civilista, de guerra civil (del 36)- en mis análisis de la actualidad política española, que a algunos les pueda parecer a veces abusivo y exorbitante. Y me pongo a pensar (un poco) como ellos en contra mía oyendo trozos de la entrevista reciente de Pedro Sánchez en el programa Sálvados de la Sexta en la que el periodista tan emblemático que dirige ese programa le habrá reservado un tono de seriedad y de respeto que contrasta no poco con la imagen que de él mismo y el programa que dirige se habrán labrado (a pulso) de provocación y de ironía y de humor negro caustico o corrosivo por cuenta de las pobres victimas -léase sus entrevistados (sobre todo los de derechas)- que caían en sus redes o en sus manos.

Parece otro en ese programa Zetapedro, como un niño o un monaguillo inocente -y compungido- al que se daría la comunión sin confesión como los franceses dicen. ¿Qué quedó de ese Pedro Sánchez arrogante, altanero, desafiante, y poco simpático -sólo con los suyos- que habrá desfilado a todas horas dia y noche por los medios españoles hasta hace solo un mes a penas? ¿Dónde quedo ese tufo de tirar para atrás de guerra civil en sus palabras y en sus gestos, y en sus relaciones de amistad que no engañan, como la que le liga a la actual alcaldesa (oriunda) de Paris, Ana -o Anne- Hidalgo hija y nieta de vencidos (y represaliados) de la guerra civil del 36 a los que lleva como quien dice por montera en su trayectoria en la política francesa, y que se habrá apresurado a felicitar al ex secretario general socialista por su entrevista?




Una imagen de perdedor -(casi) simpático e inofensivo- es la que Pedro Sánchez no ofrece ahora sin duda a muchos le guste o no le guste. Y es que se revela ahora de pronto un maestro en el arte de hacerse enemigos. En el bando opuesto y en el suyo propio. Una lista copiosa en verdad de personajes de la política o de la banca española- a los que va descabezando con ayuda del entrevistador a lo largo de la entrevista.

Todos ellos son ya mayorcitos y saben defenderse y en algunos casos ya lo han hecho, y a mí en realidad de la entrevista de Pedro Sánchez no me interesa tanto el tenor como el tono de la misma y la nueva imagen -de alguien de un talante distinto de aquel al que nos tenía acostumbrados- que acompaña en lo sucesivo al ex secretario general del partido socialista. Pedro Sánchez es un cadáver de la política española en lo sucesivo por mucho que lo sigan aireando y jaleando ciertos medios. Esa es mi apuesta desde luego, la segunda que me permito por su cuenta, después de haber ganado -todos aquí estarán de acuerdo- la primera de ellas, tras mantener públicamente un día si (casi) y otro también la misma postura de oposición resuelta hacia él en estas entradas desde la celebración de las elecciones generales del pasado mes de diciembre, e incluso antes, desde el celebre incidente verbal que protagonizó días antes de aquella cita electoral con Mariano Rajoy que para mi y sin duda para muchos españoles le retrataron de forma fidedigna y definitiva.

Y fue por razones políticas e ideológicas que no habré dudado en expresar aquí francamente, y también por un a razón de incompatibilidad personal, que no oculto, guardando siempre límites y formas no obstante (todos aquí estarán también de acuerdo) El insulto en cambio es la barrera infranqueable, la linea roja que separa la convivencia pacifica por mucha discrepancia de la que de muestra, del enfrentamiento (guerra civilista), el funcionamiento normal del ordenamiento institucional, de desafío y de la puja al alza insurreccional y subversiva, por mucho que se disfrace de democrática -y de todos los atributos de lo políticamente correcto-, y de “constituyente” (y anti-sistema) Los pueblos que no aprenden de la Historia están condenados a repetirla.

Y es que eso -esas extralimitaciones, ese cruce de lineas rojas- fue lo que ocurrió en el 36 y en los años (y décadas) que le precederían y le servirían de incubadora o de caldo de cultivo, y es lo que a algunos no queremos que vuelva a ocurrir por nada del mundo. Y es precisamente eso lo que Pedro Sánchez rebasó fatalmente en aquel debate, algo de lo que en el fondo, hasta hoy, nunca se retractaría, como lo confirmaron su declaraciones de hace unos días en el Congreso durante la sesión de investidura Y se me antoja que ese sea también el síntoma infalible que distingue una política de bajos fondos -si se puede llamarla así- de otra que se mantiene dentro de la esfera o el ámbito las personas normales (y decentes), y de orden

¿Estoy criminalizando con lo que acabo decir a algunos que puedan darse por aludidos? Digamos que me vi ya tantas veces criminalizado -en los medios (y no sólo)- que tal vez por eso adquirí un sexto sentido a la hora de distinguir en un momento determinado y en las más diversas circunstancias la barrera infranqueable, esa linea roja a la que aludí mas arriba entre lo legal, lo digno de respeto lo que esta dentro de un orden -léase del orden normal de la convivencia-, y lo que se sitúa al margen del mismo, por criminoso o criminógeno o delincuencial o delictuoso.

Una linea que en la política española pasa hoy fatalmente -a mi juicio- entre otras zonas del espectro político de la España actual por las filas de Podemos, y también -si se desplaza el angulo de visión hacia otros sectores minoritarios y no por ellos menos familiares para mi del otro extremo del espectro político, como lo es el del espectro (extra parlamentario)- por ese grupúsculo que lleva por título FE-La Falange, y que parece arrogarse ahora la exclusiva de unas ideas, una simbología y una tradición perfectamente respetables, a saber las que encarnó hasta hoy la (muy dividida) familia política falangista. Como lo han venido a ilustrar ahora consiguiendo a monopolizar las conmemoraciones -en publico- del aniversario del acto fundacional (29 de octubre de 1936) de Falange española en el Teatro de la Comedia. Entre jóvenes y menos jóvenes, cuatro gatos apenas, como lo se ve a la claras en las instantáneas gráficas que circulan por la red del tema.

¿Churras con merinas, una amalgama abusiva de mi parte lo que algunos les pueda parecer estas líneas, buscando a aso ciar a Pedro Sánchez con un grupúsculo marginal y minoritario? La práctica del insulto, de la falta (elemental) del respeto y del atentado al honor (de contrincantes reales o imaginarios) es lo que les asocia en mi mente, y sin duda en la mente de otros muchos. Como dice el refrán, “Dios” los cría y ellos se juntan

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