lunes, mayo 01, 2017

NO LLEGUÉ A HERIR AL PAPA (DECLARACIÓN)

Un veterano periodista norteamericano del que sólo ahora vengo a calibrar (lo confieso) lo brillante de la trayectoria, director durante veinticinco años de la agencia Associated Presse (AP), y anteriormente corresponsal de dicha agencia en Lisboa, en la cualidad de lo cual fue testigo presencial, visual, de mi detención en Fátima la noche del 12 de mayo de 1982, siempre en activo y afincado en Italia en la actualidad, entró en contacto conmigo hace unas semanas por intermedio de colegas suyos de la profesión de nacionalidad portuguesa intentando concretar -sin duda con la mejor de las intenciones, y movido por puro profesionalismo, cabe suponer- una entrevista conmigo en la perspectiva del anunciado viaje del papa Francisco el próximo 13 de mayo a Fátima en el centenario de las apariciones/marianas que llevan el nombre de ese santuario portugués. Todo ello en paralelo, me permito añadir, a ofertas en ese sentido -sin haberse concretado hasta ahora- por parte de ciertos órganos de la prensa española. Y hoy por fin me llegó un cuestionario con ese objeto por él patrocinado, centrado especialmente en la cuestión de elucidar si llegué a herir realmente al papa Juan Pablo II en Fatima, en lo que parece asemejarse a un (nuevo) interrogatorio a distancia sobre el tema, con el telón de fondo de las acusaciones en contra mía -sin pruebas-  propaladas va hacer nueve años por el que fue secretario personal de Juan Pablo II, Dziwisz, arzobispo metropolitano de Cracovia en el momento de sus declaraciones, y que me valieron una nueva campaña de linchamiento en la prensa internacional, en particular en el área anglosajona y en los países católicos, lo que trajo consigo repercusiones gravemente onerosas y desagradables en contra mía. Así pues, tras lectura atenta y madura reflexión, y en previsión de posibles maniobras que pudieran acabar diseñándose -sin duda a espaldas de los propios actores- y de riesgos serios (y previsibles e inminentes) de un nuevo episodio de linchamiento en contra mía -que podrìa ser a su vez anuncio o preludio de problemas mayores- me habré decidido a responder por la negativa a acceder a esa entrevista, y me habré visto movido a declarar lo que sigue

1. Que como ya lo declaré en su momento tras las acusaciones lanzadas en contra mía por el mencionado arzobispo polaco, no llegué a herir al papa Wojtyla. Que en el último momento, cuando di el salto en dirección del pontífice, empuñando la bayoneta que llevaba conmigo, fui propulsado fulminantemente contra tierra e inmovilizado por agentes portugueses de la PSP (Policia de Segurança Pública) al mando de un comisario que confesó en mi juicio haber ido siguiéndome, manteniéndome bajo control y observación desde que irrumpí en el cortejo papal que seguía y acompañaba al papamóvil, tras haber franqueado la barrera de protección que mantenía a distancia al publico asistente.

2. Que actué solo, por propia iniciativa -como siempre lo afirmé, en los interrogatorios que se me infligieron durante mi detención y en mi juicio y siempre después-, sin contacto previo concertado con persona u organización alguna

3. Que obré movido en el fondo por un espíritu patriótico, de sacrificio por la Patria, por más que me lo ocultaran a mi mismo entonces pretextos, motivaciones o razonamientos de orden teológico, confesional, de signo católico romano heredados de mi educación y de mi propia trayectoria e itinerario intelectual, ideológico y espiritual

4. Que hoy vengo a reconocer en mi conducta de entonces, en Fátima, una manifestación de devotio ibérica, inspirada en el espíritu del paganismo y de la moral heroica de la Antigüedad clásica, y una intención al mismo tiempo conscientemente suicida, que hoy asumo plenamente por más que se vea reprobada en la moral cristiana, y en la doctrina católica

5. Que tras mi gesto de Fátima renuncié al sacerdocio y me aparté definitivamente de la iglesia y del catolicismo,  yendo hasta rechazar -a punto de veme liberado de la prisión portuguesa (en noviembre de 1985)- ofrecimientos de reconciliación canónica y de reintegración en el sacerdocio que me fueron hechos personalmente por un eclesiástico enviado del patriarca de Lisboa.

6. Que siempre desde entonces me sentiría victima -más o menos consciente- de la pena de excomunión latae sententiae -implícita, no/expresamente declarada- que inflige el derecho canónico a los responsables de haber practicado violencia contra la persona del pontífice (can. 1370), y que seria causa en gran medida de mi larga expatriación -de más de treinta años ya-, semi-voluntaria y al mismo tiempo semi-forzosa.

7. Y que acabé viendo una manifestación de dicha sanción canónica en el rechazo y el boicot de lo que me sentí invariablemente objeto siempre desde entonces en los llamados medios patriotas españoles (*),  de los que me sentía proceder por razón de mi trayectoria -de notoriedad pública- de muy joven, de antes de acceder al estado sacerdotal y de mi gesto de Fátima

(*): todos ellos  -sin excepción- situados dentro de la esfera de infuencia de las instancias eclesiásticas


Bruselas, 1 de mayo del 2017

1 comentario:

Anónimo dijo...

En Rusia no se persigue a los homosexuales sino que se prohibe la propaganda homosexualista, es decir, el adoctrinamiento de la ideologia de género en ñlas escuelas infantiles. Por ejemplo, "La Bella y la Bestia" es homosexualista.
Ahora incluso Trump se atreve a criticar que en Rusis han puesto fuera de la ley a los TestigosdeJeova.

Ver esto, por favor:
http://gaceta.es/pol-victoria/ideologia-genero-homosexuales-u-homosexualistas-02052017-0951