domingo, mayo 07, 2017

NO HERÍ AL PAPA (Cuaderno de a bordo n° 29)

1. Me llegó hace unos días un cuestionario por iniciativa del veterano periodista norteamericano Dennis Redmont, director durante veinticinco años de Asociated Press, que me negué en un primer movimiento reflejo a responder por parecer centrado o dominada por la cuestión de elucidar si herí o normalmente al papa Wojtyla en Fátima, a la que pienso haber respondido sobradamente -en público- ya hace nueve años. No excluí no obstante dar seguimiento a ese pedido esa entrevista, conforme a un esquema análogo aunque no exactamente idéntico, y en base a unas respuestas en la que contaba ceñirme al tema central que gravitaba sobre ese cuestionario, a saber mi gesto de Fatima, su significación -tal como yo lo vi y como lo veo hoy- y su consecuencias y sus secuelas. Un acto de devotio ibérica, de carácter sacrificial -de sacrificio por la Patria- y de intención suicida, mi gesto de Fátima. Así lo veo, sí. Piensen algunos lo que quieran

2. Venezuela ¡aparte de mí ese cáliz! La crisis que se eterniza. No conseguí hasta hoy forjarme un juicio definitivo sobre el tema, léase sobre una situación -cambiante sin duda y escurridiza- que no conozco de cerca. Fui un tanto alérgico al chavismo desde sus primeros tiempos por su retórica bolivariana -léase anti-española (que todos tenemos memoria) y me distanció claramente de él su acercamiento al régimen castrista, tras el fracaso (nota bene) del putsch que intentó echar abajo al régimen. Los tiempos cambiaron no obstante, el castrismo se rindió a los Estados Unidos (por mediación vaticana) y el régimen venezolano y su líder, Nicolás Maduro buscan sin duda un salida del mismo tipo. El mal menor, a no dudar, antes preferible que la escalada de la violencia a la que habremos venido asistiendo

3. La guerra civil rusa, tierra incognita para occidentales. Si se descuenta la historiografía soviética, y el aluvión de literatura sobre los acontecimientos de la revolución propiamente dicha (léase el golpe bolchevique de octubre-noviembre de 1917) Pero ni las causas próximas y remotas de la revolución, ni la guerra civil merecieron la atención de estudiosos e historiadores no soviéticos, como lo señala atinadamente Dominique Venner en su obra “Les Blancs et les Rouges (Los Blancos y los Rojos)” Una obra -doy fe de ello- de lectura apasionante. Y entre españoles mucho menos (…) a pesar de lo mucho que aquella gravitó sobre nuestro destino en el siglo XX (y yo diría que hasta hoy) Los costes (humanos) de la revolución de Octubre conforme a los datos que se recogen en esa obra oscilan en torno a los treinta millones de victimas. ¿Cifras irrisorias -en comparación con ellas- las de la guerra civil española, calculadas (muy) a la baja en los últimos años? Es posible. Ocurre que la guerra civil rusa -especie de parábola de la guerra civil española- es ya hoy el pasado que pasó (ya enterrado) para el conjunto del pueblo ruso. La guerra civil española en cambio, sigue siendo el pasado que no pasa, la guerra de los Ochenta y tantos años que continúa todavía

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