jueves, febrero 25, 2021

RUSIA Y YO

 

 

Dimitri Merezhkovski, figura central de la literatura rusa del exilio. Durante la Operación Barbarroja en la II Guerra Mundial hizo un llamamiento radiofónico a favor de la Colaboración    

Un capítulo de la obra que aquí ya cité de un escritor de expresión francesa y de raíces hispanas -a saber mi homónimo Dominique Fernández, de la Academia francesa (un respeto), “L’Art de raconter”-, se ve reservado –bajo el titulo “Los Rusos”- a la historia de la narrativa (contemporánea) de aquel inmenso país eslavo: “tierra incógnita” lo fue Rusia hasta hoy para mí –humildemente lo confieso, y que me perdonen mis buenos amigos “blancos” del exilio (zarista) en Paris-, no tanto su Historia como su Arte y Cultura y su Lengua y su Literatura (…) Y ello en todo o en parte –en eso como en tantas otras cosas- por culpa de nuestra guerra civil. Lo que me exigió un largo proceso de acercamiento e inevitablemente de revisión y de profundizar conocimientos, en una larga marcha como a través del desierto que arrancó grosso modo hace  más de treinta años a mi llegada aquí, a Bélgica, con los  vientos a favor –que soplaban fuerte por aquel entonces- de la Glasnost y de la Perestroika. Y fue en el festiva anual de cine –primavera del 87- en la ciudad belga de Gante (Film Gebeuren) donde se proyectó, en una sala a reventar de un publico (esencialmente jóvenes parejas y matrimonios) absorto y patidifuso –en las miradas que al salir de la sala pude al menos cruzar- “Pokaianie”, el film emblemático de la Glasnost, “Berouw” en neerlandés y “Arrepentimiento” en español, dedicado a la figura de Stalin, blanco en el film de una seria operación de revisión y de desmitificación –que era lo que se vivía en Rusia entonces, con Gorbachev- que no consiguió –sólo me di cuenta mucho después- derribarle de su pedestal entre muchos rusos (y no rusos) Padre de la literatura rusa el “Padrecito de los pueblos”, de León Tolstói a Fiódor Dostoyewski, de Aleksandr Poushkin, Ivan Turgueniev y Antón Chéjov, Nicolas Gogol y Mijaíl Lermontov, a Máximo Gorki pasando por el arte y la literatura del realismo socialista (Maiakowski y S.M. Eisenstein)  y del exilio –Vladimir Nabokov, Dimitri Merezhkovski, y Nikolai Berdiaev-, hasta llegar a Alexandr Solzhenitsyn. Ninguno de ellos me leí, y fracasé incluso con alguno en el empeño, y ahora con el vistazo –“desde fuera”- de un "extraño", que me acaba de ofrecer el autor que mas arriba nombré, me entran irresistiblemente las ganas de hacer un nuevo esfuerzo (…) Dominique Fernández viene a decir que la cultura rusa es narrativa (sic) por definición, opuesta o comparada al resto de la cultura europea (y occidental) Y es porque al contrario de lo que es la regla entre nosotros no existe entre ellos -dice él- barrera (ecran) entre el autor o cuentista o contador de un lado, y del otro, las cosas (sic) que nos cuenta. Lo que me retrotrae fatalmente a lo que dice Francisco Umbral –como en un articulo de este blog ya lo registré- de la poética del chileno (comunista) Pablo Neruda, celador ardiente de la figura de Stalin como por casualidad, y era en un vistazo tan somero y tan lapidario que lo estampillé en mi blog con la etiqueta de animismo indígena (sic), lo que Umbral asocia fatalmente con el cuño marxista del poeta chileno (de su obra y de su trayectoria) y de su abordaje (marxista) del mundo exterior, el de los objetos y de las c-o-s-a-s. 

¿Algo de atávico, de ancestral y de oriental –léase de no occidental- y de irreductible e inasimilable entre nosotros por definición - en la cultura y en la literatura rusa? Por ahí van los tiros desde luego, de la investigación literaria y del combate entre cultura y contracultura-, y cuando me lea "Guerra y Paz" de Tolstoi (asignatura pendiente para mí)–lo más pronto que pueda mi palabra- diré si me reitero o me retracto en mi actual postura. Por Dominique Fernández como sea, habré venido a dar de bruces –o al hilo de su glosa sobre la obra de Pushkin- con la semblanza, de rabiosa actualidad –al calor de los acontecimientos en la Rusia de Putin- de la figura de Pugachev, héroe y mártir de la revuelta –en tiempos (siglo antepasado) de Catalina II- de los cosacos del Don, que acabó como acabó (decapitado a hachazos, en público escarmiento y sin retractarse ni arrepentirse –como nos lo cuenta (en “La Hija del capitán”) Alexandr Pushkin-, ni pedir perdón. Y ante quien Vladimir Putin –a vueltas con su propia fronda de protesta en las calles de allí convenientemente amplificada, en los medios de acá- parece ahora vacilar entre el olvido y la recordación (….) Abordaje directo, sin intermediarios, del mundo de las cosas en la Literatura rusa, y contemplación igualmente directa de la Naturaleza en los paisajes de inmensa belleza- y en la geografía (tan grandiosa) de aquel inmenso país, que me vedó igualmente la guerra civil española o si se prefiere la memoria de nuestra guerra civil. Y también –lo mismo me da que me da lo mismo- de la Segunda Guerra Mundial, léase –todos me adivinan el pensamiento- de las aventuras o de la empresa de la División Azul.

“Las noches claras de Rusia están llenas de luceros donde montan guardia eterna falangistas sin relevo” cantaba yo entusiasta -y sin complejos- mis años de militancia en el FES. Y mi memoria de Rusia y el abordaje de sus paisajes y de su historia se quedaron (estancados) ahí. “Dejad que los muertos entierren a los muertos”, y los de la División Azul tuvieron cumplida sepultura  en tiempos de la Glasnost, en lo que aún quedaba por cumplir. “Paz eterna a los soldados” era el lema de unos exhumadores de la Memoria –al abrigo del movimiento o fundación “Pámiat”-, de lo que se beneficiaron también los soldados -que me diga, los restos y las tumbas y los féretros de los soldados- de nuestra División. Paz y concordia pues en la evocación literaria de la historia y de la geografía rusas. En señal de reconciliación (europea y nacional)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Luego de la Revolución de octubre, Merezhkovski viajó a París nuevamente, donde atacó la ideología bolchevique. Junto a su esposa se unió al Partido Social-Revolucionario. Fue nominado varias veces al Premio Nobel de Literatura, pero su presunto apoyo a Hitler le impidió ganar el premio.

Este párrafo está tomado de wikipedia
(https://es.wikipedia.org/wiki/Dmitri_Merezhkovski)
OPINO que seria sumamente interesante conocer, si es posible, el texto del "llamamiento radiofónico a favor de la Colaboración". Creo además, que conocer el pensamiento de este gran escritor ruso podria ayuda a una necesaria reconciliación y amistad entre Alemania y Rusia.
Aprovecho esta oportunidad para felicitarle sobre muchos de sus artículos sobre temas como Francisco Umbral y los últimos sobre la Guerra Civil.

Juan Fernandez Krohn dijo...

Muchas gracias por tu comentario, y tomo nota de lo que nos aprendes de Merezhkovski. Me hace pensar fatalmente en el general Vlassov, y no me lo tomes a mal. Un fuerte abrazo y ¡Viva Rusia en aras de la reconciliación europea y nacional!