sábado, junio 03, 2017

MCCARTHY, O LAS RAÍCES DEL MILAGRO TRUMP

Roy Cohn, padrino y protector de Donald Trump en los inicios de la carrera (fulgurante) del futuro presidente de los Estados Unidos. Figura emblemática de la guerra fría y de los años de la caza de brujas, por tratarse del fiscal del proceso que llevaría a los esposos Rosenberg a la silla eléctrica acusados de espionaje a favor de la Unión Soviética (1952) y por su calidad de principal consejero jurídico, justo más tarde, del senador anticomunista McCarthy que iría tras su muerte de diablo encarnado por la vida. Una (pobre) victima, el senador anti-comunista norteamericano de la tiranía de los medios que consiguieron destruir su reputación a base de los apropiados linchamientos mediáticos, en la pequeña pantalla naciente por aquel entonces. Donald Trump no es flor de la causalidad ni fruto de generación espontánea. Los “milagros” no vienen solos , ni en Fatima ni en ninguna parte. Y el fenómeno Trump -con todo el halo que arrastra de magnifico, de flor de las maravillas- no hunde menos sus raíces en la historia de Estados Unidos en la era contemporánea, remontándose a la guerra fría (años cincuenta), e incluso antes, a los tiempos que inmediatamente precedieron a la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial (tras el ataque de Pearl Harbor) cuando la que venía a encarnar la corriente mayoritaria en la opinión publica norteamericana -grosso modo la mitad mas uno (---)- se mostraba pacifista, aislacionista -a la vez que germanófila-, y resueltamente opuesta a la entrada en guerra en contra de Alemania, precisamente en nombre del “eslogan -”America first”- que Donald Trump haría suyo setenta y cinco años mas tarde
Tiempo de lectura. Cayó ayer mismo entre mi manos una obra en inglés polémica y al mismo tiempo apasionante -con tal de saber leerla entre líneas- de un periodista norteamericano premio Pullitzer -un respeto- que viene a ser una biografía (en negro) de Donald Trump, y que a tenor de lo que llevo leído de ella a fe mía que no tiene desperdicio. Y en el indagar que leva a cabo su autor en la trayectoria del actual presidente de los estados Unidos se viene a dar como cabía esperar -en uno de sus primeros capítulos- con un personaje del que hablo mucho la prensa francesa durante las presidenciales norteamericanas, como si hubiera sido el ángel negro o el espíritu maligno de Donald Trump en sus años jóvenes en los que cimentó su carrera de moderno rey/Midas y de gran magnate (en inglés mogul) del mundo de las finanzas.

Y me refiero al que habia sido el principal consejero jurídico del senador anti-comunista McCarthy que con el tiempo llegaría a ser abogado y representante del futuro presidente de los estados Unidos. Roy Cohn que es es su nombre, abogado de profesión y descendiente de una familia de confesión judía arrastra mala prensa. Por su anti-comunismo militante, por su protagonismo en el proceso que llevó a verse condenados a muerte y ejecutados a los esposos Rosenberg (1952) por espionaje a favor de la Unión Soviética, por su asociación con el senador de “la caza de brujas”, y sobre todo por su trayectoria posterior en l que se vería envuelto en acusaciones de envolvimiento con la mafia neoyorquina. “Me ha pasado mas de la mitad de mi vida bao el peso de inculpaciones”, es una de sus frases que Donald Trump gustaría mas de recordar, en guisa de ilustración del espíritu indomable y combativo que habría caracterizado al polémico jurista que fue su protector y amigo.

Murió de cáncer según los unos, del Sida según otros, en 1986 (dos años después del escándalo Watergate) Y como por el hilo se saca el ovillo, del abogado de Trump al fantasma principal que gravita sobre la trayectoria del actual mandatario supremo de la mayor potencia de la tierra. Joseph McCarthy, demonio encarnado para algunos no vino a ser más que una (pobre) victima de los medios, léase del poder omnímodo de la prensa global (made in USA) Como un adelantado a su época. Del mismo enemigo semi-invisible había sido igualmente victima (mutatis mutandis) el poderío español en el 98, tras el hundimiento del Maine sobre todo. Joseph McCarthy había combatido (heroicamente) en la guerra del Pacifico y en las batalla de las Ardenas y tras ser elegido senador por el estado de Wisconsin -lo que seguiría hasta el final de su vida- dirigió el comité de investigación de actividades anti-norteamericanas del Senado, lo que mas tarde se vería estampillado por sus enemigos “de caza de brujas”.

Un sambenito -con nota de infamia- que arrastraría aquél (hasta hoy) post mortem. en torno al cual sobrevolarían siempre una legión de fantasmas (de denuncias sin pruebas, de instrucciones procesales en secreto, de interminables listas negras, etcétera, etcétera) Su declive -del que servirían de catalizador sus choque con algunas figuras estelares del Ejército de los Estados Unidos (como el general Marshall, al que llego a acusar sin tapujos ni rodeos)- vino a raíz sobre todo de una serie televisiva -con una audiencia de viente millones de telespectadores, en la televisión naciente aquel entonces- en las que se vería objeto de linchamiento. Un comité del senado consiguió a continuación aprobar una moción de censura contra él, pero ello no le impidió guardar el cargo de senador hasta su muerte (en 1957)

McCarthy -héroe de la guerra del Pacifico y de la batalla de la Ardenas- no venía a ser menos heredero -como lo viene a ser hoy Donald Trump- de ese sector de la sociedad norteamericana grosso modo la mitad más uno de la opinión publica en los Estados Unidos que se oponían a la entrada en la Segunda Guerra Mundial (hasta el ataque de Pearl Harbor) En una campañas que surcaron las principales urbes de los Estados Unidos en los meses que precedieron a la entrada de la nación la guerra mundial bajo el eslogan de “America first”, el mismo que habrá servido de lema principal de la campaña presidencial del actual inquino de la Casa Blanca. Curiosamente, Wisconsin, el estado que hizo senador a Joseph McCarthy fue uno de los estados columpio (“swing states”) -del Middle West- que decidió la victoria electoral de Donald Trump el pasado mes de noviembre.

¿Un magnate de las finanzas sin escrúpulos y sin ideología, el actual inquilino de la Casa Blanca como nos lo viene vendiendo la prensa global? Los milagros profanos -como el de la vitoria de Trump el pasado 8 de noviembre- no se explican sin unas raíces. como ocurre (mutatis mutandis) con los milagros/marianos, tal y como ya lo expliqué -y analicé- en mi reciente libro (aun por publicar- sobre el milagro/de/superstición de Fátima. Por tratarse del fiscal en el proceso por espionaje a favor de la Unión Soviética que llevaría a los esposos Rosenberg (1952) a la silla eléctrica

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