lunes, junio 05, 2017

ELECCIONES REINO UNIDO ¿VUELCO "A LA ESPAÑOLA"?

Ceremonia de casamiento (1920) de Sir Oswald Mosley, el futuro líder fascista británico, y Lady Cynthia, hija de un virrey de la India (británica) En 1938, tras el fallecimiento de su esposa años antes, contraería nuevas nupcias con lady Diana Mitford, hija de Lord Mitford, y hermana de Unity Mitford, fan celebre de Adolfo Hilter, que se pegaría un tiro en la sien -de secuelas de lo cual acabaría falleciendo- tras la ruptura de hostilidades entre Inglaterra y Alemania al estallar la Segunda Guerra Mundial. Oswald Mosley había sido diputado laborista -después de haberlo sido por las filas conservadoras- antes de fundar su partido fascista. El laborismo inglés no ofrece los rasgos guerracivilistas (irreconciliables) del socialismo histórico español por más que se viera invariablemente frustrado por el papel de gran potencia de la Gran Bretaña. Lo mismo cabe decir de la clase obrera británica. ¿Vuelco electoral "a la española" en el Reino Unido el próximo jueves? Nada permite augurarlo. Spain is different. Como se demostró con los atentados -en realidad un agresión armada exterior, una auténtica operación de guerra- del 11 de marzo del 2004
A tres días de las elecciones en el Reino Unido, las espadas siguen en alto. La diferencia (enorme) que señalaban las encuestas, que había llevado a la actual primer ministro Teresa May a convocar elecciones anticipadas, ha ido fundiendo como nieve al sol en las últimas horas, tras los atentados de Londres del pasado sábado, y así, el desenlace de la jornada electoral del jueves próximo (8 de junio) -pese a la ventaja de la que sigue gozando la líder conservadora- se muestra de lo mas incierto. Y mas aún si hay que creer a importantes medios de la prensa española, que solo ofrezcan quizás parangón -en sus querencias e inclinaciones (a la izquierda)- en los medios de lengua francesa, como estos lo habrán harto demostrado con el escándalo Fillon, habiendo logrado confiscar la pasada elección presidencial en un caso insólito e inaudito en la historia de la Quinta República francesa.

Es cierto que la primer ministro “tory” se enfrenta a un rival -el líder laborista, Jeremy Corbyn- correoso y difícil en extremo. Corbyn y Pedro Sánchez, comparaciones odiosas: que no es menos cierto que ambos políticos socialistas ofrecen semejanzas en sus programas respectivos, caracterizados por posturas de izquierda radical, y también en sus respectivas trayectorias, salvados por las primarias internas de sus partidos respectivos después de haber sido desahuciados por los aparatos dirigentes en un caso como el otro. Corbyn no obstante -como lo ilustran los elogios que le habrá reservado recientemente David Irivng (fuera de toda sospecha) -”a fine man”- no ofrece ese rasgo dominante guerracivilista que se habrá ido labrando pulso a pulso el reelegido secretario general del PSOE, y del que le costará desprenderse (si es que se decide a intentarlo)

El partido laborista encarnó mayormente en su historia un papel de oposición/leal de su Majestad, desde los tiempos de su fundación, y no es un dato anodino el que la corriente fascista que hizo irrupción en el Reino Unido en la década de los treinta, en Gran Bretaña como en la inmensa mayoría de los países europeos, se viera encarnada principalmente en una figura, la de Oswald Mosley, de la alta aristocracia -primo lejano de la reina de Inglaterra y casado (en segundas nupcias) con la hija de un lord inglés- y de una trayectoria política que tuvo sus debuts precisamente en el Labour Party.

Y si cabe decir que la clase obrera francesa escarmentó en cabeza ajena con la guerra civil española, de la clase obrera inglesa -mayormente representada por al partido laborista- cabe decir en cambio que sus aspiraciones se verían invariablemente frustradas por el papel de gran potencia desempeñado desde hace siglos -y acentuado tras el desenlace de las dos guerra mundiales- por la Gran Bretaña. Como lo ilustraría el desenlace (propiamente historio) de la pugna que mantuvieron -mees y meses- los sindicatos ingleses y su líder -(sir) Arthur Scargill- con la entonces primer ministro Margareth Thatcher con ocasión de la guerra de las Malvinas. Donde acabaron mordiendo el polvo frente a la Dama de Hierro.

Y se ven ahora en una disyuntiva propiamente histórica de nuevo, enfrentados a un fenómeno de inmigración extranjera, europea (mayormente polaca) y no europea -mayoritariamente de confesión musulmana- que habrá sido detonante principal del Bréxit, un fenómeno atípico en extremo, comparado al que se bien produciendo en los demás países europeos, que les lleva por un lógica “identitaria” -de patriotismo elemental- a poner sordina en todo o en parte sus principales reivindicaciones de clase, como le ocurrió a la social democracia alemana al estallar la Primera Guerra Mundial (aunque se desquitaran, de la manera que acabaría registrando la historia, “por la espalda”, al final de la misma)

Algo que vienen a agravar -siempre en el marco de ese fenómeno de inmigración extranjera- los ataques terroristas -de cuño islamita (como lo ofrecen igualmente los que acaban de producirse)- de los que la gran Bretaña habrá sido blanco preferente -por tres veces en los últimos meses, desde los atentados de Londres del 2005 (de un balance sensiblemente inferior no obstante al de los atentados de Madrid del 11 de marzo del 2014. Así las cosas ¿nos encaminamos acaso hacia un nuevo vuelco electoral “a la española”? Nada parece augurarlo.

Spain is different. El guerra civilismo español -de una guerra civil que ochenta años después sigue latente todavía como desde este blog no dejo de señalarlo- no tiene parangón hoy por hoy en los demás países europeos. Y por eso,  lo mas lógico y previsible es que la opinión publica británica cierre filas (de nuevo) en torno de sus instituciones atacadas por los atentados, y de los que hoy por hoy las representan

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