El Dúo Dinámico, o la España que se fue: Testigos (mudos) de la mutación cultural (sic) que tuvo lugar en aquellos años decisivos -finales de los sesenta, principios de los setenta, justo después de aquellos que ellos marcaron con sus canciones y su voz (doy fe)
"Quince años tiene mi amor", por las ondas, por los aires, esa alegre melodía, y a las quinceañeras y qinceañeros de entonces, la vida nos sonreía. En un país todo sonrisas, y a las pruebas me remito, con un sinfín de fotos de época o sin necesidad de ellas, con las fotos del dúo musical aquél que los medios nos están pasando en revista ahora. ¿Se lloraba también, o más que nada, como de ello nos quieren persuadir ahora? Sin duda, pero detrás de las puertas (...) Y eran --doy fe- risas sanas, abiertas, sin pizca de desafío o de rencor, ni de ajuste de cuentas. Quizás lo que echó en falta entonces esa España indefensa y desprevenida. ¿. Ignorancia -o inocencia- culpable, de unas clases sentenciadas o desahuciadas por los vientos de la Historia? ? Yo, como diría Umbral, de esas cosas no entiendo (o entiendo poco): de casuística moral (jesuítica) o de sutilezas teológicas (o ideológicas) Y en cosa de un año, de meses, España cambió, o mejor, empezó a dar muestras en publico y a sembrar a la vez en secreto semillas , del cambio por venir tan brutal, , que esa fue -solo me doy cuenta ahora- la razón oculta, el motivo real, del por qué (durante tantos años) -sin que nadie me echara-, me expatrié. De mutación cultural (sic), empecé a hablar (y escribir, yo) sin parar -de lo que dejé sobrada constancia por escrito- en la esfera cultural, y en el estamento universitario -docentes y estudiantes- en el universo (semi-cerrado) de los medios. VOX clamando -la mía- en un desierto estremecedor, y en un sobrecogedor silencio. Sin que na-die -en España- se hiciese o aparentase no hacerse el menor eco de aquella sorda y rugiente batalla cultural -madre de todas las demás batallas culturales que se seguirían, que no riñeron ni asumieron los llamados a ello (al contrario de los de hoy), y pienso en Santiago ABASCAL (todo en su honor) Escuetamente, porque no podían (aquellos). Porque ello hubiera supuesto el tener que reconocer primero la madre de aquellas batallas -que ellos no supieron o no pudieron o no quisieron rendir (en su tiempo)-, sin negarse "pari passu" a sí mimos. o sea.
Y no me perdonaría si pasase aquí en silencio sobre los dos hitos mayores que presidieron aquellos tiempos tan infaustos y decisivos -los setenta y segunda mitad de los sesenta-, a saber -enumerados no en el orden del tiempo, sino en el otro (creciente) de la transcendencia- Mayo del 68, y el Concilio Vaticano II. Signos (magnos) de los tiempos aquellos, o en suma, del Tiempo que se fue, y todo un mundo con él (para nunca más volver) De una España -y en eso, al de la frase, el tiempo le daría la razón- a la que no iría a reconocer "ni la madre que la parió" De una España rota, de una España muerta (peor): de la que la España en llamas (de hoy) o la España vaciada (sic) no serían más que trágicos síntomas o señales o signos (magnos) de premonición. Y tras ellos una ristra interminable de otros signos menores, triviales en apariencia algunos de ellos, que parecen querer venir a confirmar aquel principio ancestral de la sabiduría clásica, pagana o neopagana- que acabaría siendo recogido en el relato bíblico-evangélico: TODO PUEBLO DIVIDIDO SERA DESTRUIDO. Y como colofón, aquel otro:¡ Ay de quien escandalizase a uno de estos pequeños! Mas le valdría atarse una piedra al cuello y tirarse al mar! Y yo ante esas palabras profeticas, no puedo menos de darme por aludido. como uno de esos pequeños -"enfants perdus" les llamó -nos llamó -en francés, el Abbé de NANTES (que habré repetidamente) denunciado aquí: ESCANDALIZADO POR NUESTRA GUERRA CIVIL INTERMINABLE (del 36) Así me veo yo hoy. "Miré -como el clásico aquél- los muros de la Patria mía". Y un grito me salió de muy adentro, del que no puedo menos de hacerme eco aquí. ¡ESPAÑA SOY YO! Cuestión de Amor: Y de DOLOR.
Hoy como ayer. Como lo fui en Bélgica. Por eso me tuve que ir (sin que me echara nadie de allí)
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