domingo, marzo 28, 2021

¿ANTICOMUNISTA JUAN PABLO II? (A MARINE LE PEN)

 


Philippe Olivier. Después de su vuelta al redil, tras la escisión de Bruno Megret, al que siguió, el marido de Marie-Caroline -la hija mayor de Jean Marie Le Pen-, es uno de los pesos pesados del RN (anteriormente Frente Nacional) En la reciente polémica –que no se apagó del todo aún (ni se apagará) (…)- de las declaraciones del papa Francisco en contra de la candidatura de Marine Le Pen, Ph. Olivier habrá terciado (urgente) poniendo (oportunamente) de su lado a Juan Pablo II, por el encuentro en publico de aquel pontífice con Jean Marie Le Pen en la plaza de San Pedro, en mayo de 1988 (6 años después de mi gesto de Fátima pues). Juan Pablo II era “un anticomunista”, habrá declarado. Sin razón (y sin pruebas a la vez)


Ante la inminencia de la cita electoral francesa, se confirman (¡ay dolor!) mis temores, y es que la polémica en la que se ve enfrascada –o emperrada- Marine Le Pen con el papa Francisco no parece apagada del todo (en los medios) ni (eso me temo) se apagará, con el alcance y las consecuencias imprevisibles e irreparables (y toco otra vez madera) que el asunto amenaza deparar. Y por eso a fe mía que entro a desgana al trapo, a la vista de donde la polémica nos puede llevar –y me refiero al campo o al bando digamos nacional- y no con animo de dar (quisquillosamente) vueltas y más vueltas sobre el consabido tema, ni con ganas de porfiar. Cuestión de honor, lo que aquí se plantea, y creo últimamente haberme explayado harto aquí sobre el particular (….) Que no me chupo el dedo ni me las dan tan fácilmente con queso –en política a secas, religiosa o no religiosa- como algunos se pueden pensar (….)  

Que me rindo a la evidencia que el papa Wojtyla ganó la batalla (de la imagen) en los medios, pero de eso a dar mi brazo a torcer ¡ni hablar! Que logró salir vencedor tras la caída del Muro y de la batalla (rabiosa) en la opinión que se siguió –dentro y fuera de Polonia- por cuenta de su (verdadero) papel y protagonismo -y postureo- en aquel acontecimiento tan crucial, de lo que ya me explayé igualmente al respecto sobre todo por la vía digital, y no me retracto ni una jota de lo que pensé y proclame en  publico o en privado, de su trayectoria, en aquello y desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. No me chupo el dedo ya digo, y es (también) de la aparente indiferencia en materia de religión de la que alardearon siempre esos medios (de derechas), los mismos que me dieron (airosamente) la espalda, por cuenta de la separación de la iglesia y del estado, que ellos no tenían nada que ver con el papa ni con la iglesia, que son paganos (o neopaganos) y bla, bla, bla, con lo que pretendían ocultar o disimular –de propósito fallido- la (asfixiante) tutela eclesiástica a la que (salvo prueba en contrario) se ven sometidos, en su travesía por las aguas (profundas) de la política, como una ley de bronce en política y más aún en política religiosa, y por regla general (….) 


Mantes-la-Jolie, junto al Sena, a 57 kilómetros al Oeste de Paris, donde residí dos años en el marco de la FSSPX y desde tomé el tren en dirección de Fátima (12 de mayo 1984). Marie Caroline le Pen y su marido Philippe Olivier, hicieron política electoral, presentando ella incluso -con un sonado incidente- junto  su padre, Jean-Marie Le Pen, su candidatura allí, donde (doy fe de ello) tras mi visita de vuelta –al salir de la cárcel portuguesa- todavía se acordaban de mi (vestido rigurosamente de sotana todo el tiempo que allí residí) (…) Y parece pues imposible que la pareja de dirigentes del Frente Nacional no oyeran hablar de mí entonces –mayo del 88-, ni de mi gesto  contra el papa Juan Pablo II (cuatro años antes) ¿Efecto (retardado) de mi acusación imparable (sic) (Abbé de Nantes díxit, "Liber Accusationis contra Pablo VI"), el (insólito) postureo –de derechas, anticomunista- del papa Wojtyla que (sólo) a aquello se siguió? Así lo pienso aun hoy, como así lo pensé. Con perdón de Philippe Olivier

¿Juan Pablo II “anticomunista”? ¿Como lo declara ahora –como por encargo, y saliendo así (urgente) al quite en un más que delicado trance electoral- un alto dirigente del (antiguo) Frente Nacional? No estoy (muy) seguro que en los medios (sociólogicos e ideológicos) a los que van estas líneas dirigidas se interesen (mucho) por la Verdad, pero como decía Dominique Venner, están más necesitados de ella que de mitos (sic) como los que rodean esa figura papal. Y la verdad es que si yo acusé (urbi et orbe) al papa Wojtyla de ser un comunista infiltrado -e incluso un agente del KGB- lo hice por mi propio convencimiento (y no me retracto), sin pruebas (bastantes) eso es verdad. Y por lo que ya pagué (contante y sonante) ¿y todavía más? 

Pero las mismas pruebas me siento en derecho de exigir del anticomunismo (sic) de aquel papa polaco, como el que ahora algunos pretenden proclamar. “Hay algo peor que el comunismo, el anticomunismo”, esas (sibilinas) palabras  de Jean Paul Sartre –icono de la Biempensancia entonces en todo el área de cultura occidental- circulaban (como de la biblia, como palabra/de/dios) desde mucho antes de la caída del Muro, sobre todo en ámbitos y ambientes eclesiásticos. ¿Alguien me lo podrá negar?. 

Ya me expliqué harto además en este blog sobre este asunto (y por cuenta del movimiento PAX) No era comunista (de carnet), el papa Wojtyla, o no hay pruebas de ello que me diga,–ni de su tiempo tampoco de compañero de viaje ("resistant"), en la Segunda Guerra Mundial-, no es óbice que en el Concilio actuó más eficazmente que si realmente lo fuera, dirigiendo entre bastidores la corriente (mayoritaria) de padres conciliares que consiguió impedir –contra la minoría tradicionalista (de derechas)- el renovar la condena del comunismo (“materialista y ateo”) tal y como Monseñor Lefebvre nos lo confirmaba una y otra vez en el seminario de Ecône, y para quien el papa Wojtyla no era más que “un cura de la paz” (…) 

Y todo en base a una ideología –marca Wojtyla- de la forma polaca (sic) de dialogo –católico/marxista- que es como se la podría calificar (la buena, la fetén, a prueba de excomunión o de condena papal) (...), que ese fue el resultado (o conclusión)  de mis propias indagaciones y pesquisas en Polonia (in situ) de las que di cuenta en mi libro “Yo acuso al Papa” (de hace tantos años ya) Viejas historias o batallitas dirá aquí (que ya lo estoy oyendo) algún trol. 

Pero ante el (inesperado) amago de rehabilitación de su figura que se anuncia, con fondo de reto (magno, y casi casi cataclísmico) en el terreno electoral, ni puedo ni me quiero callar. Y es que no puedo dejar de ver a Monseñor Lefebvre –no lo puedo remediar- de  convidado de piedra en la polémica en que se está (peligrosamente) emperrando la candidata del (antiguo) Frente Nacional que prefirieron (siempre) ponerse de perfil en materia de política religiosa, lo que ahora les puede resultar fatal (¿Me equivoco? ¡Ojalá!) 

¿Juan Pablo II anticomunista? ¡A otro perro con ese hueso! ¿Juan Pablo II el papa/bueno frente al actual? Como dice el refrán español –y que me perdone Francisco Umbral-, otros vendrán que bueno te harán. Y la mala imagen que arrastra –hasta tratarle incluso de antipapa (sic), entre lo mismos que canonizaron a su predecesor (...)- el papa Francisco, ítalo/argentino, no es más que una efracción, y es de la guerra civil allí. 

La misma –en su versión “guerra civil europea”- que asome la oreja en Francia, y que puede dar al traste -dios no lo quiera!- con las esperanzas (grandiosas) que despierta la candidata favorita. Frente al veto papal. Y por ella va (pese a todo) mi apuesta ¡faltaría más!!!           

viernes, marzo 26, 2021

LA COMUNA DE PARÍS, DISCUTIDO ANIVERSARIO (Y 2)

 


 

Luis Adolfo Thiers. Presidente de la República francesa (al sufragio universal) cuando el aplastamiento de la Comuna. Personaje discutido y figura emblemática de Realpolitik –de aliado objetivo de Bismarck (y de su política religiosa de Kultur Kampf)- y de “masón de derechas”. Y botón de muestra de una memoria conflictiva. Como decían los clásicos, memoria procellosa (la de la Comuna). O lo que es lo mismo, memoria tramposa: trampa (sic) de la guerra de memorias, y de la guerra civil. "La república -declaró él entonces- sera conservadora o no será" (...) Uno como él nos faltó -en el lugar de Portela- trágicamente en España. En el 36

¿Donde digo dije, digo Diego? No exactamente, pero no se me acabó el tema, no, como no se les acaba a los franceses tampoco, de lo que leo después de publicar mi primer artículo en este blog. Y es que también leo, como anillo al dedo, en un artículo de Umbral –en "El Tiempo reversible"- sobre las memorias –que le tocó presentar a él- de Santiago Carrillo, lo que al final como una especie de colofón, retiene, y es el rechazo (sic) de la segunda guerra civil, ante lo que él, Umbral, llama pasividad popular (sic) ante el golpe (el 23-F), y en lo que ve a su vez un hallazgo sociológico (sic) en el líder comunista (y revisionista) y santo/padre de la Transición. 

Y me viene todo ello a la mente a la hora de interpretar (en contraste con la locuacidad de su directa rival Ana Hidalgo en la próxima cita electoral), el mutismo -y la cautela- de ahora de Marine Le Pen y de su RN –comparable ante el mayo del 68, al de su padre Jean Marie Le Pen - en el tema de la Comuna (de París) y en general de la extrema derecha francesa (extrême-droite, para entendernos)-, en lo que el autor de estas líneas se cree en derecho de ver él también el rechazo (entre franceses) de una nueva guerra civil, la que Jorge Verstrynge creía ver agazapada en el caso de que en vez de la de Jacques Chirac hubiera salido ganadora la candidatura de Le Pen (Jean Marie). Guerra civil, un fantasma familiar entre europeos que se aparece y reaparece como una serpiente de mar auscultando el futuro o removiendo la historia en el capitulo tan controvertido como el que ahora nos ocupa de la Comuna de París. 

Y en el reportaje al que hice referencia en mi articulo anterior sobre el tema, se aludía a modo de conclusión final al ramal de la extrema derecha –nacionalista (francesa) y antisemita- que se dejó ver en la explosión revolucionaria de entonces y en la furiosa represión que se siguió. Y en un artículo más reciente aún sobre la Comuna y el poeta Rimbaud, se pone de manifiesto lo que siempre cuidadosamente se ocultó, y es el poco eco –salvo el poeta citado que fue en suma la excepción- del mundo de las letras en el país galo que se abstuvo (discretamente) ante el fenómeno o adoptó un actitud ambigua –como el “socialista” Victor Hugo-, u hostil –como la de Zola (el del affaire Dreyfus)- o claramente  que abominó de él –como Flaubert-, o como en francés dicen “lo vomitó” (...). 

Comuna y Affaire Dreyfus, Affaire Dreyfus y Communa de Paris, veintitrés años después. Que el principal "anti" del affaire, el más emblemático de todos ellos, Charles Maurras, y el primero y principal de los "pro" (dreyfusard), Zola, hasta el punto, se puede decir, que se montó el affaire sólo él, figuraron por paradójico que parecer pueda en el puesto (frente a frente) que de ellos se esperaba- sólo que al revés, Zola del lado del Orden y Maurras del lado de la subversión, codo a codo con los anarquistas, ogro (mayor) de la retórica y de la propaganda nacionalista (francesa) de sólo unos años después. Lo que debería haberle llevado a cambiar(se) de trinchera unos años mas tarde en nuestra guerra civil. A Maurras como a Doriot, antiguo líder comunista –y de clase obrera de un sector del extrarradio de París- y figura destacada de la Colaboración. Y fiel amigo no se olvide de la España nacional (...)


Jacques Doriot -"el Gran Jacques"-, durante la Segunda Guerra Mundial. Carismático líder comunista en los inicios de su trayectoria, acabó adhiriéndose al Nuevo Orden. Antiguo alcalde (comunista) de Saint-Denis, extrarradio de Paris de clase obrera, el autor de estas líneas pudo comprobar (in visu) el prestigio y la irradiación (aún) de su memoria el tiempo –en el marco del ministerio (sacerdotal) de la FSSPX (principios de los ochenta) - que viví por allí. Y aún en su segunda época (nazi-fascista), Doriot reivindicaba la memoria de la Comuna de París (...)


Pero no fue así. Meandros de la Historia y laberinto de la memoria. Memoria “procellosa” que dijeron los clásicos. No muy de fiar, como en román paladino se podría traducir (….) Y que me perdonen los “na(t)ios” franceses si digo que me inspira más empatía y comprensión –como ya aquí lo señalé- Luis Adolfo Thiers, responsable de la represión y del aplastamiento de la insurrección –lo que hoy se podría llamar un masón (sic) de derechas- que la rabia (homicida e iconoclasta, e incendiaria) de los insurrectos, o la complicidad (del paria, o del lumpen) impresentable y más que suspecta de Arthur Rimbaud. 

Que si todo se resume a una lucha o guerra de clases, hay que mirarse bien al espejo: to be or not to be, ser o no ser, cuestión de identidad –y de memoria- y de sobrevivencia de clase –la mía, la nuestra (...)- ante el fantasma o la amenaza de la lucha de clases y de la guerra civil. Y que me perdone Alain Soral, del que tanto me ocupe ya aquí

lunes, marzo 22, 2021

UMBRAL ANTE LA HISTORIA

 

Una tan insospechada como autorizada referencia –por su antigüedad y su prestigio- en la obra de Francisco Umbral del que el brillante e inimitable estilo hizo a veces olvidar (a su gran pesar) su pensamiento (histórico) profundo. La que en este blog yo reivindico: Joaquín de Flore, el abad de la Baja Edad Media acusado de milenarismo, hegeliano de derechas con muchos siglos de adelanto, y objeto de rehabilitación en la Italia fascista -y (a través del Mito del Siglo XX de Alfred Rosenberg) en la Alemania nazi-, y tras la posguerra, en el catolicismo y en la Iglesia a seguir al concilio vaticano/segundo

Umbral y la metáfora o el arte de la metáfora. ¿Un artificio apenas, una dura elaboración (sic) en él, como él decía de la prosa de su amigo el vasco –¿aún por romanizar? (….)- Ignacio Aldecoa, y como yo siempre así lo pensé? ¿o algo más, más profundo en esa ristra de descubrimientos uno detrás de otro que me trae  como al caer del día, la recordación (obsesionante al decir de algunos) de su figura, y la relectura repetitiva y sin parar del conjunto de su obra? Es desde luego lo que me viene ipso facto a la mente de la lectura del prólogo -y de la tecla de uno de sus discípulos más aventajados - al “Tiempo reversible” (escrito tipográficamente al revés incluso, el adjetivo), titulo de una de sus obras póstumas (recopilación de hecho de sus más retumbantes artículos), de alguien del que la viuda de Umbral dice (¡“parco” elogio!) ser el único que escribe como escribía él. Y va sólo un frase o un conjunto de ellas de botón de muestra: “En el Mundo rompió a hervir el mejor Umbral. El bucardo que se sabe casi solo por las cumbres” Y más atrás (o antes, en el tiempo): “en la vida transita por los portalones del desamparo y por los salones del éxito, impulsado por una aleación de daños y halagos. Pero al final, si pones los artículos en pie y de seguido al trasluz se aprecia un sistema de espejos desde donde todo se revela mejor y más el revés (para que se entienda) La micembrina literaria (sic) de Umbral es la realidad. En ella están los hallazgos compensatorios de ese  frío que hace siempre  fuera de casa”. Y no sigo. ¿Qué ha dicho, qué quiere decir (“para que se le entienda”) el fiel discípulo (modelo) de alguien al que se reprochó lo que más le dolía, y era que “solo escribía bonito”? Una forma, en suma, antigua y nueva de escribir. De escribir y de pensar (¡ay dolor!) la que traen en la prensa papel y en la red Francisco Umbral y sus mas destacados discípulos. A base de metáforas, una prosa, la suya, no ensayística sino sinestésica como lo apunta certeramente su biógrafa (1), y como lo recogí hace ya tiempo en una de mis entradas. 

Lo que me trae fielmente también a la mente una de mis viejas lecturas de cuando uno era mucho más joven en pleno buceo –y en plena burbuja (….)- entre todo lo que me entraba por los ojos o caía en mis manos, “en mi largo viaje” -hacia la Verdad- (parafraseando igualmente al maestro) Y era de un ensayo teológico, último grito de entonces en ese género de literatura (en lengua francesa) de un público tan selecto y tan exigente (y de límites tan estrechos que casi se podían contar con los dedos) Y de un autor que me obsesionó entonces y durante mucho tiempo, igual que lo hace ahora Umbral que ocupa tanto como ocupó aquél mis divagaciones y pensamientos. Y era de Joaquín de Flore (Baja Edad Media) , autor de moda en el concilio vaticano/segundo –pese a su sospecha de heterodoxia, y a su reputación con más de siete siglos de adelanto (“avant-la-lettre”) de hegeliano (de derechas) (….)-, o más bien sombra enigmática de una presencia mas enigmática aún –como de convidado de piedra- en la reflexiones (y elucubraciones) de aquella augusta asamblea, de quienes una de las figuras estelares de “la nueva teología” que triunfó precisamente allí, confesaba todo el resentimiento (sic) que le inspiraban, él - Joaquín (o Gioacchino) de Flore (o de Fiore)- y su doctrina (o teoría) del Evangelio Eterno, y otras de sus figuras y formulas mas emblemáticas como la de la Tercera Edad -"del Espíritu Santo" (*)- (de la Historia) que llamaron tanto la atención de movimientos hoy completamente muertos y en pleno auge “entonces” –época de entreguerras-. Y todos saben a qué fórmulas y eslóganes, y a quiénes me estoy refiriendo. E ilustración y prueba de lo que aquí decir quiero, viene a ser una reedición –años treinta, en la Italia de entonces (…)- de su obra mas hermética y más inédita, , que cayó en mis manos como al azar residiendo en el marco de la FSSPX- en la Argentina. Y es que la lectura en francés a la que más arriba aludo viene a ser como una vulgarización teológica brillante –lengua francesa obliga- de la obra (en latín) que descubrí antes, o en el terreno mas bien de le exégesis bíblica (evangélica, que me diga) 

De la que retuve o creo que conseguí retener hasta hoy algunas de sus líneas maestras, de las que una de ellas se podría llamar la interpretación metafórica de la Nueva Revelación (o sea del Evangelio), metafórica o lo que es lo mismo decir histórica (sic) como había siempre hecho -en exclusiva- con el Antiguo Testamento la más ortodoxa teología: la (Nueva) Revelación como una metáfora de la Historia (por venir), y viceversa. Concordia (novi et vaeteris), de otra de sus principales figuras maestras. Lo que es lo mismo que decir, como lo dice Umbral, que todo es metáfora (sic), en la realidad y en la Verdad (revelada o no), como en la literatura. Lo que nos da idea de la altura conceptual y del nivel intelectual –del orden de las ideas, con imágenes o sin ellas- de Francisco Umbral, y lo que era uno de los objetivos proclamados de su ansia (febril) de reconocimiento, que no se resignaba a que celebraran en él sólo su forma de escribir, o sea su estilo (inimitable), y que fue –de lo que él mismo escribe- lo que le ganó del que llegó a ser (por un tiempo sólo) su amigo, a saber Santiago Carrillo (que le calificaba de “hombre íntegro”). 

Leí no hace mucho en una discusión digital –de gente joven- sobre Umbral y su obra, y su postura o definición en el terreno de la política –Umbral ¿de izquierdas o de derechas?- la opinión sobre él de alguien tan fuera de sospecha como Vázquez Montalbán, que mencionaba con un aire de sumo respeto (¡cuidado! exclamaba) su “Leyenda del Cesar Visionario”. La que yo mismo de mejor novela (sic) contemporánea en lengua castellana califiqué, y no me arrepiento. Y es porque en ella se ve plasmada emblemáticamente -en extremo- la visión histórica umbraliana, repleta de metáforas (comparaciones -certeras, clarividentes-, o paralelismos, poco importa) (2). Y quién dice historia en Umbral dice historia de la guerra civil española (y también de la otra justo a seguir) (….). Pura metáfora su Leyenda. Y es de esa guerra civil interminable –que denuncio aquí hace ya tanto-, o lo que es lo mismo, de la guerra (a todo arder) de memorias (….) Metáfora de sí mismo, la visión tan de desconcertante –e irritante, ¿para que lo vendría a negar?- por lo anti convencional, por lo desmitificador y (que no falte) por lo transgresora, y por lo (aparentemente) oportunista- de nuestra guerra civil en Francisco Umbral. Y el pensamiento histórico (Geschichte im Denken, Heidegger dixit) subyacente en ella, tan profundo

De alguien en definitiva desgarrado en lo mas hondo, hasta en su propia existencia metafísica se podría decir –por la (vil e infame) denegación de paternidad de su padre biológico (falangista)-, como creo haberlo puesto en claro en el libro que le dediqué: por la guerra civil y sus secuelas, que acabó (en consecuencia) viéndose a si mismo como puente de reconciliación. O como él mismo dice en “La Cita”, uno de sus poemas autobiográficos -y en clave de guerra civil-, como “la cita que tenían con la paz” (óp.cit. pp. 129-130) Y por eso, porque al final comprendí la dirección de su (solitario) caminar, y porque alcancé a agarrar como al vuelo el guante de su desafío (histórico) inaudito, le acabé erigiendo en bandera –y amuleto o talismán- de reconciliación (española)

Y por eso –como lo dije ya en mi libro, y desafiando o desmintiendo lo que dice su glosador en el prologo citado y en su frase final-, yo (sí) te perdono, Paco Umbral

(*): sin olvidar la del Tercer Imperio, en alemán Tercer Reich que tuvo el destino que todos sabemos

(1): "Francisco Umbral. El frío de una vida", Ana Caballé (p.301)

(3): Como cuando dice (y no es más que un ejemplo) que la Revolucion Francesa automilitarizó (sic) al marqués de Sade, y a Rimbaud la Comuna de París (...) (El Tiempo reversible")(p.123)


viernes, marzo 19, 2021

LA COMUNA DE PARIS, DISCUTIDO ANIVERSARIO

Batallón “Comuna de Paris", de las Brigadas Internacionales- Mayormente franceses y belgas (¡ay dolor!) (….) Una memoria minoritaria (sic) en Francia como se ve ahora en el 150 Aniversario (marzo-mayo 1871), que los republicanos españoles leyeron –y siguen leyendo- como al revés. “La República será conservadora o no será”, declaró no obstante el que aplastó la insurrección. Y el Tiempo y la Historia le dieron la razón

 

“Rimbaud poeta de la Comuna” era el título sensacionalista en grandes letras, atronador, de la “tercera página” de ABC tras mi entrada en la Universitaria madrileña –Económicas de la Complutense- como un signo de los tiempos y de los vientos que corrían por aquel entonces, otoño del 67 ¡ay dolor!. Como una puesta en guardia o un curarse en salud –que me perdone por el lenguaje de viejas (sic) Francisco Umbral- del diario monárquico español (y madrileño), Y era de la ventolera que se les venia encima, una Comuna en versión española y “a la española” (horror!), que no se logró de un tris dicho sea en honor de la verdad.  Y todo eso me viene a la mente a borbotones ante el gran reportaje de ayer del diario francés Le Figaro en recuerdo y homenaje del celebre movimiento insurreccional (de Paris), en su ciento cincuenta aniversario que en ese diario ampliamente se evoca. Bajo el signo de la controversia y de la división. Como lo prueba e ilustra el detalle  todo menos anodino que la principal impulsora de todas las solemnidades previstas para la ocasión lo sea la actual alcaldesa de Paris, Ana Hidalgo, oriunda, de Huelva para mas señas, que entiende así rendir  homenaje de pleitesía a esa memoria o clase de memoria –¿guerra civilismo marca España obliga?- como si fuera una religión. Guerra de memorias, una trampa (sic) –como la guerra civil española- de la que me escapé o acabe por escaparme , y ahora que echo la vista atrás suelto un suspiro de alivio (mi palabra de honor) ¡Tantos años ya perdido (sic) en ese laberinto lleno espinas y de meandros! aunque no hay mal que por bien no venga, porque fue sin duda lo que me salvo haciéndome tocar buen puerto al final, léase abogando por "una paz de los bravos" (como los franceses dicen) o un armisticio (¡horror!) sin reescribir ni negar –ni robar (sic)- la Historia, en la fidelidad a la Memoria y en la dignidad y en el honor (mío y de los míos). En aras de la (autentica) Reconciliación. No soy neutro ni imparcial en el tema (el de la Comuna), aquí todos lo saben o lo adivinan. Tributario (fiel) al contrario de una memoria histórica en lengua francesa –como en la otra, en lengua española- que era la que fatalmente me entró un poco por ósmosis o perfusión en mis (cuatro) años del Seminario de Ecône. De una especie de compromiso histórico como aquí ya lo expliqué, entre la Memoria –católica, monárquica, "légitmiste"- del tradicionalismo francés, y la de la “Colaboration” (….) En la que se corría un tupido velo o se pasaba más bien de puntillas sobre aquel episodio que viene ahora a recordación. 

Y confieso que fue sin duda por eso que me quedó una idea no exacta o no del todo de aquello, como sólo hoy me doy cuenta con asombro y sana curiosidad también (¿por que no?) Los “comuneros” franceses (communards) querían continuar la guerra –contra Prusia, contra Bismarck- pero para ello empezaban declarando la guerra a los suyos, como lo hará un siglo después –¡perpetuo malentendido!- el general De Gaulle. Y en Ecône y digo bien, se pasaba de puntillas sobre ese meollo tan crucial del asunto, limitándose a la superficie o sea a las destrucciones y excesos y vandalismos de los “federales” (fédérés”) que era como así se llamaban ellos mismos los insurrectos con el telón de fondo no se olvide omnipresente -de sólo unos años antes- de la guerra civil americana, más conocida como la guerra de Secesión. “Meterle fuego a las viviendas (barraques) de los ricos”, esa era la consigna de la revuelta y la agitación.  Con lo que acabarían –ley de bronce de la Historia- siendo victimas y paganos de su propia desmesura (hubris en griego antiguo), abriendo o destapando así una caja de los truenos de la que sabría servirse el presidente de la República de entonces Luis Adolfo Thiers, especie de coco (feroz) en la memoria del comunismo frances y de los recitales y canciones –por ejemplo de Jean Ferrat- en las fiestas campestres del diario comunista L’Humanité. 

Un “vivo” –en ítalo/argentino, “piola”- apenas, que supo (legítimamente) servirse en su provecho –como un Francisco Umbral (cualquiera)-de la situación. Y era que aquel republicano sin mancha ni reproche –desde sus tiempos de periodista opositor, bajo la Restauración, y de escritor e historidor ("Historia de la Revolución Francesa" - supo ver en aquella derrota la ocasión histórica para la sobrevivencia de la Republica francesa como lo vería grosso modo apenas un siglo más tarde –y que no se escandalice nadie – el mariscal Petain. “La Republica será conservadora o no será”, fue su consigna o eslogan, segando así la hierba bajo sus pies a la impetuosa y amenazadora crecida de la corriente monárquica legitimista, mayoritaria en el paisaje francés aquel de posguerra y en la Asamblea “color azul cielo” (militar, bleue horizon) del mariscal (católico y monárquico legitimista) Mc Mahon. Y el Tiempo y la Historia le dieron razón. 

O digamos más bien que supo el ponerlos de su parte gracia a una furiosa, o más bien  resuelta y sin complejos represión, con la que se ganó a las clases medias y burguesas arrancando así no obstante con la larga cadena de acontecimientos que jalonarían una interminable guerra (mundial)  de clases, en un capítulo más de la guerra civil europea (sic) como la llamó Ernest Nolte y como lo vengo glosando yo artículo tras artículo en este blog. Realpolitik, y no otra cosa, que le aseguró el futuro –en Orden- de bienestar y de prosperidad a la sociedad francesa y a la república, la Gueuse –mendiga o pordiosera- como la llamaban los franceses del Seminario de Ecône. 

En España en cambio se aprendieron al revés la lección, como lo ilustra la nutrida participación francesa –del lado de los rojos- en nuestra guerra civil, y mejor aún, el nombre de uno de los batallones de la Brigadas Internacionales, de “Comuna de París” O sin ir mas lejos, las estampas mas divulgadas y más emblemáticas -de los parapetos de adoquines por ejemplo- de "la defensa de Madrid" (...) Como ven, la memoria de la Comuna sigue siendo entre franceses y no franceses factor de división. 

Hay otra moraleja histórica interesante –entre muchas- que se desprende del reportaje al que aludo al principio del diario Le Figaro. Porque fue allí, fueron ellos los comuneros (comunistas) franceses, los precursores –fuera de toda sospecha-del antisemitismo de izquierda, que en Francia es una verdadera tradición, como lo ilustran alguna de los (más) celebres protagonistas de aquello que servirían de fuente de inspiración al autor de “La France juïve” (Francia judía), especie de biblia de bolsillo en la materia, de Edouard Drumont (dicho sea su nombre con perdón)  En España en cambio –verdad aquí error allá, que diría Pascal- los judíos -salvo excepciones dignas de mención- estuvieron de uno de los (dos) lados de las trincheras, judíos españoles o de fuera, qué más da, que la historia traza grandes líneas maestras, para los que las quieran (saber) ver, claro está. Y a propósito, no resisto a pasar de puntillas en las (resonantes) declaraciones que acompañan el reportaje de Le Figaro

Y son las de un pilar (sic) de la intelligentsia (sic) francesa, como así se le presenta en el reportaje, y referente y referencia intocable e insoslayable en los medios universitarios y de investigaron (en lengua francesa) Y es cuando alude a la explosión (sic) de memorias minoritarias –¿cualquier parecido con la realidad pura coincidencia?-, como la memoria judía (sic) que les ha servido “de aguijón”. 

Porque no fue muy distinto –en sustancia, y en otras palabras, en español- lo que solté hace ya casi veinte años en un coloquio universitario que se siguió a la conferencia que aquí dio Fernando Savater (en la ULB), que se acogió con un mutismo de estupor y gestos de asombro y de escándalo en el auditorio, aunque el orador se dignó devolverme amablemente la palabra (dicho sea en su honor)

¿Mera elucubración histórica o cuentos del abuelo Cebolleta como me soltaría –que parecería que le estoy oyendo- aquí algún trol? No tanto, que estamos o están, en Francia, en vísperas de las elecciones más inciertas y de más difícil pronóstico en toda su historia contemporánea (o historia  apenas) Lo que explica el protagonismo de la Hidalgo y lo que no explica o llena de interrogantes en cambio el mutismo en la materia de Marine Le Pen. ¿Fantasmas de la “diabolización”?

jueves, marzo 18, 2021

Fuego Sagrado

 




Te canto a ti mujer fugaz

Que viniste y te fuiste hace tanto

Discurriste por mi vida

Como sombra de altiplano

 

Donde me cegaba la luz

Llegaste tú, luz de abajo

Y cuando tú te fuiste

¿Mi vida se paró en cambio?

 

No lo sé amor, solo sé

Que mis días son más largos

Por la Nada que los cruza

Por la noche en sobresalto

 

Y me da (Ella) ganas de cantar

De oír música de antaño

De cuando el tiempo era más lento

Y los días podía pararlos

 

De cuando mirándome al espejo

me encontraba rápido, raudo,

Y hoy en cambio se diría

Que me encuentro sólo a plazos

 

De cuando mi ritmo corría

Sin mirarlo ni pensarlo

Y hoy corre amor entre tumbos,

Más penoso, más despacio

 

Cargando o poniéndome

Las pilas a cada rato

En espera de encontrarte

A la hora de los abrazos

 

De preguntar, que me expliques

Tus silencios, ¡ay qué pasmo!

Que se llene otra vez de luz

Mi plexo solar ¡entre rayos!

 

Y me sacuda de golpe

el poso triste (hasta el llanto)

Que me embarga y me contagia

De un país, de su pasado (…)

 

Que va pegado a mis pies

¿sin soltarme desde hace años?

¡No!: se va, se esfuma en silencio

¡cuando ardo en tu fuego (sagrado)!

martes, marzo 16, 2021

MARINE LE PEN Y EL PAPA TRANCE FATAL

 


Abbé de Nantes, (difunto) convidado de piedra para Marine Le Pen en este trance tan crucial. Que una figura tan destacada de la corriente francesa tradicionalista (o tradi) a seguir a Monseñor Lefebvre por no decir igual, tendría sin duda algo que decir o aconsejar en este trance tan tremendo por el que atraviesa Marine Le Pen al borde (y en Pôle Position) del la jornada electoral. Figura emblemática, Georges de Nantes, de la corriente que se enajenó (antes que ella) su padre (por su posición en materia de política/religiosa o por falta de ella, que aquí alguno dirá) Hasta el punto que fueron tal vez los votos que le faltaron: los que se abstuvieron o como hizo el celebre “abbé” –partidario declarado de la Accion Francesa, de Charles Maurras- los que se fueron con Jacques Chirac. ¿Sabrá Marine Le Pen agarrar la ocasión –de reconciliación- al vuelo, ante tamaño golpe de báculo (papal)?       

 

El papa se mete –hasta el cuello- en política francesa en vísperas electorales. Como dicen los andaluces, ¡lagarto, lagarto! Y pienso sobre todo en Marine Le Pen, blanco (directo) de la intervención papal. Y es porque no puedo dejar de acordarme de la condena de la Acción Francesa como los franceses ahora de seguro también están debiendo recordar. El Papa, la Iglesia, el Vaticano no son escollo  tan fácil de sortear, como ya lo pensó Don Quijote, y como sin duda lo estimó siempre (en su viejo molde , de Jean Marie Le Pen) el Frente Nacional, que se mostró siempre, -como así lo demostró en el caso Lefebvre y en su actitud de conjunto con la corriente de católicos tradicionalistas franceses (tradis) y sus principales figuras-, en un plan de estricto distanciamiento, por cuenta del postulado –familiar a los oídos de españoles afines a lo que el dice proclamar y defender- de separación de la Iglesia y del Estado, que ahora como en un reflejo condicionado y ante el (imprevisto) ataque papal vuelve a esgrimir Marine Le Pen. ¿Le servirá de antídoto o de pararrayos eficaz en tan arriesgado y peligroso trance? La verdad que no lo sé. Porque acorde con todos los sondeos, las elecciones francesas están pendientes de un hilo y la intervención papal puede ser el factor (in extremis) decisivo como lo fue en la política española de años recientes tantas veces también. Y emplazo a José Luis Zapatero por ejemplo a desmentirme, que no se atreverá (¿no lo creen?) Los problemas canónicos (sic) –de los que el Frente Nacional huyó siempre como de la peste, al contrario que una gran mayoría de figuras francesas  dicen des “natio,s”, como ellos, léase del bando digamos “nacional”- son en extremo imponderables, que se lo digan (post mortem) a Maurras. Hasta el punto de poder decidir el resultado de una elección presidencial de forma más crucial y más visible que la movilización –la vez anterior- de los jóvenes (manipulados) en contra de su progenitor Jean Marie Le Pen. Lagarto, lagarto, pues. La respuesta de Marine Le Pen al “ucase” papal me parece justa y proporcionada a la vez –con lo de “Al Cesar lo que es del Cesar" y demás-, pero me pregunto si no estaría mejor, mas conveniente y sobre todo mas político una puesta de perfil. El tancredismo es una tradición propiamente española, muy nuestra, se me objetará. Que el lado de donde el papa ítalo-argentino cojea es un secreto a voces (desde que lo nombraron) de verdad: del lado de la invasión (musulmana) y del Gran Remplazo (Remplacement) y ante tamaña evidencia, tan inexorable fatalidad, no cabe más que ponerse en guardia sin perder la flema o sangre fría –a otros de hacer meritos y de rezar (….)-, qué juicioso y qué sabio te volviste Juan, dirán aquí algunos a no dudar. La condena de la Acción Francesa, y no temo exagerar, fue un primer antecedente en la cadena de acontecimientos (en cascada) que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial, y fue porque así se rompió el puente de diálogo y de unión que ofrecían el Vaticano y la figura papal entonces, en el contexto –tan lleno entonces de tensiones- de la política internacional. Y fue tomando descaradamente partido –en detrimento de sus mas fieles, de los “suyos”-como lo hace ahora el papa Francisco contra el RN (antiguamente Frente Nacional) Una puñalada por la espalda ¿o no?, como a eso se le cabe llamar.  Y ante ello el truco de la desdiabolizacion –o como eso en román paladino se traduzca (uff!!!)- me temo que le sirva ahora de poco a Marine Le Pen la verdad. Asentir a pie juntillas, y rezar, ya digo, si no quiere ver de cerca el fantasma sin rostro de la derrota y del descalabro electoral. ¿La hora de la diosa Nemesis, de la venganza, para su propio padre destronado sin piedad? Me explico, de retomar las riendas y de marcar el rumbo en trance tan crucial. Por todo lo que precedentemente habré aquí expuesto, me siento de lo mas escéptico. A menos que Marine Le Pen sepa agarrar la ocasión al vuelo (….) Y es de reconciliarse a la hora de la verdad tan decisiva con todos esos sectores –fieles a la figura de su progenitor y a su memoria- que ella se enajenó a fuerza de desdiabolizar. Que para ello no necesita, en nada, diabolizar (se) (a costa de judíos, de musulmanes o de la Historia de la Segunda Guerra Mundial) Que como dice el dicho castellano, el desdiabolizador que desdiabolizare buen desdiabolizador será. ¡Viva siempre el Frente Nacional!

jueves, marzo 11, 2021

REAL ACADEMIA Y FRANCISCO UMBRAL

 


Rosario Pereda (en el centro y en el fondo de la foto) de la Sección Femenina, heroína de la Falange santanderina y presente con José Antonio en el mitin de Santander (1934) Esposa legitima del (presunto) padre biologico de Francisco Umbral. Y madre de desdichas en su "problema" político e histórico de Memoria y en su Odisea personal           

 

No nos robarán la Historia”, fue el eslogan que esgrimió Ricardo de la Cierva en su denodada campaña pública para evitar la entrada de Francisco Umbral tanto en la Academia de la Lengua como en la de Historia, lo que da idea de la magnitud del reto –por la talla del historiador y su postura de rechazo, categórica, de principio, intransigente- que a Umbral le ofrecía lo que a muchos no les pareció mas que un puro capricho de éste -el ingreso en la Academia-, qué digo una perra, como aquella en plató de televisión de “Yo he venido a hablar de mi libro”. Y así lo creí yo hasta no hace mucho y lo argüí ardiente, no tanto por o contra los meritos literarios del autor, pero sí por cuenta de la Historia o si se prefiere de la Memoria histórica (en Umbral). 

Y fue leyendo y releyendo como un libro de horas la biografía ("no autorizada") que le dedicó Ana Caballé y junto a él como acompañando a esa lectura, “La Leyenda del Cesar Visionario”, la que me parecía y sigue pareciendo su mejor obra y una de las mejores novelas (sic) de la literatura española (española y digo bien, de España) en tiempos de posguerra. Que su biógrafa glosa como un botón de muestra del gran logro de Francisco Umbral, léase de saber utilizar su obra escrita, su trabajo de escritura en el plano de la realización personal y del éxito profesional (*). Y es si se tiene en cuenta que la citada obra –como Ana Caballé oportunamente lo subraya- apareció en publico, sólo a raíz del rechazo –en provecho de José Luis Sampedro- de la candidatura de Umbral a un sillón vacante (F) de la “que brilla, fija y da esplendor”, bajo la presidencia o dirección de su nuevo titular Pedro Laín Entralgo, figura insoslayable de la cultura oficial del régimen anterior, y no menos insoslayable dentro de lo que sus rivales de la revista Punta Europa (de Lucas María Oriol y del Opus Dei) llamarían “la minoría (astillada) del 36” y denostarían ("un trust de cerebros"), y que Umbral con aviesa intención llamaría –o como el dice que Franco los llamaba- "los laínes", el grupo de intelectuales suyos, que intentaban darle “una justificación ética” a la guerra y a la violencia, que era el grupo de falangistas del Cuartel General que se reunían periódicamente en un café de moda –¿de Burgos de Salamanca?- durante la guerra, entre los cuales, junto a Laín, figuraban Ridruejo, Antonio Tovar y Serrano Suñer, plantel emblemático de la revista (pro nazi) “Escorial”, y con ellos, Gonzalo Torrente Ballester y Ernesto Giménez Caballero (y Agustín de Foxá y Álvaro Cunqueiro). “El senado falangista”, los llama Umbral. 

A todos y cada uno de los cuales somete a unos crueles y (a fuer de certeros) escrutinios y retratos, morales y físicos que –por lo geniales e inmarcesibles- ahí quedan (….) ¿Una sórdida y vil venganza, -"en absoluta contradicción" con la verdad histórica- así les parece a algunos como le pareció a Ana Caballé, como a Rafael Conte que ella cita, como a Ricardo de la Cierva, como me lo pareció también a mí? Pero como diría Nietzsche, desde entonces todos nos hicimos mucho más serios en las cosa del Espíritu, del Espíritu o de la Historia lo mismo me da que me da lo mismo (….) Y el libro (guerra civilista) de Umbral nos parece hoy botón de muestra de una revisión histórica de la mayor envergadura, alcance y magnitud (y trascendencia e importancia) –sobre nuestra guerra civil- y es en la medida que es imposible examinarla (a ésta) haciendo abstracción del viraje radical –y no poco dramático- de la estrategia umbraliana en su trayectoria partir de entonces y en su carrera literaria y profesional.

Y es que en aras de la (desesperada) afirmación propia, de sí, se diría que a Umbral se le abrieron de golpe los ojos o se le despegaron los labios o se le soltaron los dedos de la pluma o de la tecla en un trance supremo de su vida y de su trayectoria –o ellos o él (...)- sacudiéndose de golpe el fardo pesado e insoportable (para él) de la Historia y de la memoria oficiales, y del poder cultural (Gramsci) que tan inexorablemente aquellos "laines" llegarían a encarnar en la España de la posguerra. Como si le fuera la vida en ello, en ese ansia de reconocimiento (sic) Como una fatalidad o necesidad existencial, homérica (sic) –así lo describe su biógrafa (2)- frente a la lacra como una pesada losa que desde siempre arrastraría. De denegación (injusta e infame) de paternidad

¿Un asunto de orden meramente privado (sic) como así lo creía yo y como así lo mantienen tanto los albaceas y legatarios y sucesores de su legado como los celadores de la memoria y la reputación (en entredicho) de aquellos que, de la biografía de Ana Caballé y de sus obras –y tras sus pasos- que al tema dediqué-, salen fatalmente emplazados sin reacción visible hasta hoy (el que calla otorga) de los interesados? Obvio es que no, que los asuntos de filiación y paternidad –por debatido que lo hayan sido en el terreno de la ciencia jurídica- tienen mucho de servicio publico (sic) –de estado civil (sic)-, y más en la España contemporánea y más en la situación en democracia como la que vivimos. Y más en una figura publica –blanco o víctima de la denegación- de la talla de Francisco Umbral, la suya y la de su (presunto) padre biológico, figura relevante como ya lo señalé de la política española del pasado siglo. Él, lo mismo que su mujer (….) De relevancia histórica los dos, y ahí es donde queremos venir a parar. 

Por lo que no es exagerado ni demagógico el mantener que la Historia con mayúscula coincida con la pequeña/historia en cuerpo y alma, personal, en el caso de Francisco Umbral. Lo que le arrogaba u otorgaba títulos o credenciales bastantes para reescribir (sic) la historia como un legitimo testigo o protagonista de la misma y no como un vulgar impostor o como lo pretendía Ricardo de la Cierva como un ladrón (….) Queda clara mi postura ¿o no? Que quede claro sobre todo que llegue a ella al cabo de “una larga marcha” (o viaje) –¿hacia la izquierda? no lo creo, no-, parafraseando así al propio autor. 

Porque el ladrón quinqui roba gallinas que Umbral en su sueño profético  (y surrealista) acaba describiendo -en La aeyenda del Cesar Visionario- como un vulgar impostor se parecía que ni pintado -en su estilo y en sus palabras (y en sus gritos y consignas) más aún- a la imagen del Fundador a la que rendimos culto en mis años de militancia en el FES –en una versión ortodoxa o joseantoniana/pura para la época auella de Falange de las JONS. “Se parece a José Antonio”, así lo pone Umbral en la boca de uno de los contertulios del grupo de los laínes, Álvaro Cunqueiro, autor más tarde del “Hombre que se parecía a Orestes” (en no cabe más directa alusión, todo menos trivial o superficial ¿o no?). Y así es como acabo por reconocerlo yo (….) 

Y en ese paulatino descorrer de estampas y de figuras (y pinturas) de nuestra historia le tocaba el turno también –¿y por que no?- al (presunto) padre biológico de Umbral y también a su legitima esposa –o “propietaria” como le dicen en Mejico (con sorna)-, heroína de la Falange primera (santanderina para más señas), y figura ilustre de la Sección Femenina en la posguerra. Madre de desdichas en la odisea personal y familiar de Francisco Umbral. 

Ya está, ya solté lo que tenía –hace ya tanto tiempo- que soltar. Y tras ello dejo la tecla y (como Umbral) yo también me pongo a  descansar.

(*): "El extraordinario logro de Umbral ha sido en hacer un uso práctico y estrictamente personal de la literatura", a cuento del fracaso de su candidatura de ingreso a la Academia y de la aparición de "La Leyenda del César Visionario" ("Francisco Umbral, el frío de una vida", Ana Caballé, p.316

(2): óp.cit. p.304 

jueves, marzo 04, 2021

LUMPEN Y GUERRA CIVIL

 

 


Federico Engels. Alter ego de Carlos Marx. Fue él quien acuñó el termino de Lumpenproletariat, que abrió con él –como la caja de los truenos- un debate (entre marxistas y no marxistas) del nunca acabar. Debate sin fin. Como nuestra guerra civil

Lumpen proletariado (o proletariat), un término que da mucho de qué hablar. Del que se ocupa muy en particular un autor que me obsesiona al decir aquí de algunos, léase Francisco Umbral. Y lo es (lo de obsesionante) a no dudar, porque tanto en ese tema como en el de la guerra civil –ya me expliqué al respecto largo y tendido aquí- parece que lo que escribe me está especialmente destinado, a mi. Y es por sentirme como él –hijo de un destacado falangista que no le quiso reconocer-, y como otros muchos del lado de los vencedores –del bando nacional (un Narciso Perales, un Dionisio Ridruejo o un Fal Conde y paro de contar)-, me siento como digo, caído (armas y bagajes) en una trampa (sic) o celada histórica y a la vez ideológica que es lo que habrá puesto de relieve –por lo menos para mi- la interminable guerra civil –o guerra de los Ochenta y Tantos Años (sin fin)- a la que habré asistido impávido (hasta hoy) y en el “belvedere” o balcón privilegiado que me habrá ofrecido Bélgica a mí los (largos) años que llevo ya residiendo aquí. Y es por sentirme también miembro o formando parte (nolens volens) de ese lumpen aborrecido que tanto parece obsesionarle también a él, a Francisco Umbral. A él y no solo a él, que no hay que mas darse una vuelta por la Red en la reseña que se ve reservada en Wikipedia y en el amplio e interminable debate que ahí se acaba por mostrar, sobre todo entre marxistas y filo marxistas y también me figuro entre pos-marxistas (¿o no?) ¿Amigos o compañeros de clase "sin conciencia" (de ella), o enemigos (de clase) conscientes o inconscientes, y peores que los otros? That's the question.

Tanto que -echando la mirada hacia atrás- me llena de pasmo y de sorpresa el vacío tan sobrecogedor que se veía reservado ese tema -del lumpen- en los estudios de ciencia económica tan dominados –hasta la asfixia- por la ideología marxista en mis años de estudio de Economía –en las Galerías Castañeda-, a mi paso –segunda mitad de los sesenta, principios de los setenta- por la Universidad (Complutense, de Madrid). ¡Ni pío en verdad! Como si no supieran o no pudieran -o quisieran- zanjar en aquel álgido debate tan crucial y hoy de nuevo tan actual. Como por aquello de "mejor no meneallo", que al profesorado aquel tan instruido y tan sabio –y acomodaticio y tan hábil (en la voltereta y en el vuelo de veleta)- la temática aquella tan incandescente y tan explosiva parecía inspirarles, puestos a pensar. Dejando asi  o abriendo más bien de par en par –aunque de ello parecían no darse en absoluto cuenta-lo que se me asemejaba a un coto cerrado (del marxismo y de los marxistas), a saber el ámbito de la realidad -a secas- (o de la ciencia) social. Cuestión o asunto todo menos trivial, se me reconocerá. 

Convirtiendo así a alguien como el que esto escribe, por su trayectoria o currículo tan poco frecuente o -como dirían (con sorna) los franceses- tan “original”, en profeta o visionario privilegiado (y a mi pesar) en esa cuestión tan candente, como un pionero en ese terreno virgen y a la vez semi salvaje que sólo pueblan o recorren esa especie –de especímenes-, léase, la fauna (un decir) un tanto heteróclita de parias, de marginales –“marginais” en portugués-, y de excluidos o marginados o expatriados o desterrados –o “transterrados”- de toda laya, y más aún si cabe que todos ellos, una especie completamente aparte, y es –¡presente! (o servidor), como se decía anteriormente- la del paria/internacional. Porque fue allí en donde me crucé –de a primeras, bien a mi pesar- con exponentes arquetípicos de todos aquellos, de una variante o variedad de ellos que interesaba más que ninguna otra a Francisco Umbral. Y son los mal llamados “quinquis”, mercheros, como así se llaman ellos mismos y como así prefieren que se les llame, evitando (a toda costa) el otro calificativo -por lo infame-, de lo que recientemente ahora me cabo de enterar. Y habrá sido por unos comentarios llegados hace unos días a mi blog de María Merchera, como ella misma firma y se califica en su blog, al natural. 

¡Todo un manual de historia española contemporánea a fe mía!, la que se podría llenar con la historia de los mercheros y del capítulo (en particular) de sus relaciones o de su relación –de amor y de odio- de sus encuentros o como los portugueses dicen, “desencuentros”, con el régimen de Franco –entre la colaboración de un principio y la resistencia (a la represión y  la criminalización al final)-, y antes aún, de su papel o protagonismo en la guerra civil y en el clima o espiral de violencia que nos llevaron hasta allí en particular. 

Que de verdad no me expliqué del todo hasta ahora la razón ultima del boicot del que me vi objeto en la universidad que yo frecuentaba en Bruselas, en mi trabajo –de doctorado- sobre Umbral. ¿Fue la guerra civil que me diga la memoria histórica de la guerra civil –y la ley funesta- como lo pensé hasta ahora, o fue sólo tal vez esa temática casi “maldita” (maudite)  –del lumpen o sub-proletariado- excluida por todo lo que aquí acabo de exponer del ámbito (autorizado) del pensamiento unico, y vetada o baneada –a titulo de acientífica (y por supuesto, políticamente incorrecta)- del ámbito de la investigación científica y universitaria, estampillada de charlatanería, sin más, o relegada al ámbito de las fabulas o leyendas, como la historia de los Templarios, o (mutatis mutandis) como fue de la ciencia médica alternativa –homeópatas, osteópatas, acupuntura, medicina natural, o medicina antroposófica y demás. Como si un escalofrío (de vergüenza ajena) les recorriese a aquellos augustos profesores de los pies a la cabeza, así fue como yo lo sentí exponiendo mi (superfundada) tesis, y en mi nombre (español), para qué lo voy  ocultar. Y era a no dudar por los tabúes de orden más ideológico que puramente intelectual, con los que –como Don Quijote con la Iglesia- nos fue dado el toparnos (¡calamidad!) 

Trampa (sic) de la guerra civil, sí: y fue por lo que tuvo (por un lado) de guerra de religión –que me diga en defensa de la religión- y también (del otro lado) por lo que tuvo de lucha de clases –tal y como y lo expliqué en mi libro “Krohn, el cura papicida”-, y  por lo que tiene de eso hoy aún: atrapado (yo), en la línea de en medio de las (indefensas por tantos conceptos entonces) clases medias –sobre todo en la España del Sur- y en la trampa o celada a la vez reservada a los lumpen por la izquierda española e internacional. Como lo sentí y experimenté (de nuevo) en el largo recorrido –¡como una travesía del desierto!- por los circuitos (desérticos) de la reinserción profesional –reservada en Bélgica –en España no lo sé, la verdad- a los reos de derecho común, cuando al final de una de aquellas (penosas) etapas -de trabajo manual- se me ofreció como toda salida otra variante de trabajo o de contrato “social” –léase subvencionado (y discriminado), en el campo (….)-, y a otro en cambio, compañero mío de fatigas en aquel trance, mucho más joven es verdad -y sobre todo y al contrario que yo, servible o (en terminología marxista) "empleable" (por propia definición)-, se le ofreció (en fin) un contrato “normal", en la Volkswagen (de Vilwoorde), punto privilegiado de arribada de la emigración española (política/económica, años sesenta), como por casualidad. Todos ellos bien provistos –al contrario que el sub-proletariado por regla general- de una tarjeta como dios manda (sindical)(...)

¿Pero en qué mundo vives, Juan?, se preguntarán aquí (estupefactos) algunos: al que di (consciente) la espalda, es verdad, pero que en contrapartida, me abrió los ojos o despegó ante mí el (séptimo) sello de la realidad (social) Igual que la (cruel e irresponsable) denegación de la paternidad de la que se vio victima (inocente), se los abrió a Francisco Umbral. Por lo que –ante el asombro (o escándalo) tal vez de algunos- lo erijo en bandera y en mi pensador e ideólogo favorito. En mi campaña de Reconciliación Nacional