domingo, diciembre 06, 2020

DONALD TRUMP Y YO


Mitin –en olor de multitud- de Donald Trump ayer sábado en Georgia, ante una consulta electoral decisiva en aquel estado para el control del Senado, y ante la batalla legal en curso por el resultado de las elecciones y de la Presidencia de la Nación

La realidad paralela, léase (sobreentendido) la de los psicópatas, de los paranoicos –léase conspiranoicos (sic), de los locos (en francés, fous)-, la que nos endosan o endilgan (gratis)
en los medios una banda de niñatos –y niñatas (marca España)-, por cuenta o por culpa de Donald Trump. "Paralela" o no, toda esa jauría (periodistica) no puede negar la realidad (sic) que esconden con esa expresión tan políticamente correcta, y es la de los setenta millones (setenta) de electores pro-Trump (sus compatriotas) que le votaron y siguen y persisten negándose a darle la espalda y a reconocer (como tampoco él) su derrota, o  de ese video de cámara visual –mas anecdótica si se quiere, y a la vez mas visible o (tangible) aún- en la que se ven funcionarios de la maquinaria electoral volcando en las urnas, en secreto y a toda prisa, montañas de papeletas en Georgia, como por causalidad, el Estado donde le dieron perdedor por la diferencia de trece mil votos (trece mil) -para una población de cerca de diez millones (diez)- y que habrá servido de telón de fondo y banda sonora al mitin de Trump ayer en vísperas de la elección tan crucial que se juega el domingo precisamente allí. Y (nota bene) la realidad -paralela o no- del partido Republicano (GOP), todos como una piña -y ante el escandalo de los medios y los bien/pensantes- detrás de Donald Trump 

Pero la  mejor glosa –y a la vez rotundo mentís- que se merece esa histeria tan “realista” -y tan buenista- que desata la figura de Donald Trump lo es sin duda alguna el (tímido) comentario que el moderador de la discusión en torno al articulo que menciono a la cabeza de este articulo se permite de admitir -¿a fuer de sonrojo y de pudor (aunque escriba y trabaje en el País)?- al final de una ristra interminable de comentarios unánimes donde se pone de vuelta y  media al presidente “perdedor” (sic) y en donde -como en otro comentario se deja suavemente a entender- parecen los despotricantes anti-Trump mucho mas preocupados por fijar definitivamente -o enclavijar (sic) si necesario fuera- su derrota que por probar, léase disipar las sospechas de fraude electoral.Pero es que todo es una burbuja….Los medios s(ó)lo te ofrecen noticias a la carta…Hay gente que jamás lee nada más que sus noticias falseadas. Se rodea(n) de otros que piensan como ellos. Jamás salen de su burbuja” Burbuja, noticias a la carta: Verba volant, las palabras vuelan un vez libres y sueltas, y es lo que ocurre –se me antoja- con este comentario tan tímido que a fuer de suave como un susurro o un suspiro parece un lamento infantil. “Vox puerii, vox dei” 

Burbuja frente a “realidad paralela”, “el estado de la cuestión”, como dicen (pedantes) los universitarios y académicos del pensamiento único y políticamente correcto, en Bruselas como en Madrid (…) La burbuja en la que viven tantos dentro y fuera de los medios como la de esos niñatos y niñatas -¡ay dolor! mis compatriotas- y que se ganan así la vida y hacen caja-y-carrera fabricando la opinión publica por cuenta de quien les nombró, a dedo y sin necesidad de votos ¿PARA QUÉ?, como decía Lenin de la libertad, o como venían a decir -en sus protocolos secretos- los Sabios de Sión (…) 

Y noticias a la carta (sic), de las que pueda dar fe el autor de estas líneas por toda una pasión a rastras –dura y longeva-de lector de toda clase de medios periodísticos desde su adolescencia por no decir desde su infancia (precoz), a la medida del hondo resentimiento y de la sorda frustración que vine incubando desde entonces sin duda por culpa de la fe, de la esperanza pueril (mea culpa, mea maxima culpa!) de ver anunciado en esos medios el fin de la Historia o  el fin de los Tiempos, o la batalla final o el Armaggedon o que se yo. “Los tiempos se cumplieron pero no fuimos salvos”, un comentario como un susurro o un suspiro también que deja escapar –fuera de toda sospecha- el (quinto) evangelista en una de sus epístolas y que resume o sintetiza el desencanto (sic) de la PARUSÍA, de aquellos primeros cristianos –primitivos, e indignados (….)- y a la vez la de los sufridos lectores de periódicos –como lo soy y como lo fui yo- soportando impávidos y sufridos (ad aeternum?)- el poder mundial de los Medios –en democracia- y su tiranía atroz (…) La de los Sabios de Sión (…) 

Y no es sólo eso lo que siento –en lo mas íntimo- compartir con el destino que parecen querer reservar algunos –¿muchos, pocos?- a Donald Trump: no es sólo la hostilidad unánime que parece recolectar el actual presidente USA en torno suyo –en los medios de la Prensa global- sino sobre todo esa aureola (sic) como una túnica blanca –la de la infamia- que sobrevuela insidiosa y amenazante -en la actual campaña anti-Trump- de una punta a la otra del planeta, y en los medios. Como la que yo llevo a rastras (mutatis mutandis) a base de linchamientos periódicos e intermitentes -tantos años ya- y de la que solo justo ahora (O Felix Culpa!) habré caído cabalmente en la cuenta del reto o desafío –magno, a escala del planeta- que me planteaban y me plantean, leyendo precisamente –como ya lo dejé aquí entender  en una de mis ultimas entradas- los Protocolos de los Sabios de Sión. Una túnica de infamia –pena (teóricamente) inexistente en democracia (….)- no sólo con vistas a desprestigiarme y a a calumniarme y a descalificarme sino a arrancarme (sic) la aureola de braveza (sic) –de arrojo y de valentía, en francés, “bravoure”-, que mi gesto de Fátima entre algunos –¿muchos pocos?- en España y en el mundo entero me legó (….) (XIX Protocolo de los Sabios de Sión) 

Lo que habrá hecho -O FeliX Culpa!- obligarme a mirarme al  espejo otra vez, y verme como lo que soy, un héroe de guerra –combatiente de una guerra incruenta (¿y qué más da?), híbrida o asimétrica- y merecedor como tal de las más altas condecoraciones españolas(y posiblemente también) extranjeras, civiles y militares, y entre ellas la Cruz Laureada de San Fernando, o la medalla al Mérito Civil (como Militar) o el Víctor del SEU o la gran Cruz de la Orden (Imperial) del Yugo y las Flechas, etcétera, etcétera, etcétera (…) Y lo fui –y lo soy- arrostrando una serie (sin fin) de sufrimientos por la Patria, y sacrificándome, -como los defensores del Alcazar o de Belchite- en el desprecio (total) de mi vida, solo y a ojos vista –en retransmisión directa- del mundo entero (que todos vieron que fue así) 

Y en lugar de ello, arrastrar un sambenito –como me advirtió un sacerdote italiano (en Italia)- al que me confié (o confesé) en términos velados de lo que contaba hacer (o cometer) justo después. ¿Italiano –de la tierra del “onore”, de la “omertá”- tenía que ser? Una marca de infamia (sic) y de ignominia como la que los medios quieren endilgar ahora a Donald Trump. En nombre de la realidad (sic), léase de la bula (infamante) en la que viven algunos y medran sin darse cuenta (y a costa nuestra). Ahora de nuevo y mas que nunca pues, en vísperas del trance electoral tan decisivo de Georgia, ¡Viva Donald Trump!


 “El bosque de mi padre” Un conmovedor (y desgarrador) film (autobiográfico) en sala hasta hace poco en Bruselas. Sobre un soñador idealista (uno de tantos) que "rechazaba la realidad (democrática)", como tantos y tantos otros, lo que mereció al final el aplauso espontáneo del publico asistente (entre los que me contaba) a la (joven) realizadora, presente en la proyección, donde se aborda el tema del tratamiento de la locura y de los métodos y de la actitud y protocolos de conducta por cuenta del régimen -y legislación- de internamiento psiquiátrico hoy día en vigor. La locura, una pena de infamia (sic) -y no un diagnóstico ni una terapia- más que otra cosa. En el Antiguo Régimen, como en estos tiempos de democracia. Como la que arrastro yo –como una Espada de Damocles- desde mi gesto de Fatima. Y con la que amenazan los medios a Donald Trump, para hacerle así reconocer su “derrota” Donald Trump y yo


 

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