miércoles, noviembre 12, 2025

CHILE, ¿ESTATUAS ALLÍ DE PINOCHET?



Augusto PINOCHET, en su calidad de Jefe de las Fuerzas Armadas chilenas, el 11 de septiembre de 1973. Una efemérides de rabiosa actualidad ayer como hoy. En vísperas de las elecciones presidenciales chilenas. Yo estuve allí -años después-, y viví intensamente aquello, como lo declaré cuando allí estuve -vistiendo sotana de la FFSPX de Monseñor LEFEBVRE- en entrevista en una cadena de televisión allí. El juez prevaricador, que piense y diga lo que quiera

El 11 de septiembre de 1973 -han pasado 52 años, yo en plena juventud  (24)- por la noche, y desde la caída de la tarde, fue un instante critico y decisivo para mí. Tras una de las jornadas mas agitadas y efervescentes que recuerdo de mi vida hasta entonces, recorriéndome Madrid -ajenos, la inmensa mayoría de transeúntes con los que me crucé, Gran Vía abajo, a lo que pasaba-, ojeando yo de un breve vistazo al pasar los quioscos de periódicos con las noticias -la Noticia que me diga-  en grandes titulares y a toda plana en diarios vespertinos o en ediciones extraordinarias tras el golpe de Estado en Santiago, y la caída o derrocamiento del presidente (marxista) Salvador Allende, plenamente consciente de lo que estábamos (a distancia) viviendo, del alcance y transcendencia (en todos los planos) de aquellos acontecimientos históricos. Después de todo aquello pues, de regreso a casa, ya (mucho) mas sosegado, pero en plena exaltación anímica, interior, con el impacto y bajo el peso de aquella noticia tan terrible NIETZSCHE díxit- (según los gustos) y tan extraordinaria (según otros), hice como digo, igual que leí una vez en las Confesiones de San Agustín, "coge y lee". Y oí ("la voz"), y cogí y fue una edición contemporánea, en negro, de pasta dura, del libro del KEMPIS tan sagrado como la Biblia que así me lo parecía entonces, y leí: "cuando llegares a tanto que la aflicción te sea dulce y gustosa por amor a Cristo, piensa entonces que te va bien porque hallaste el paraíso en la tierra" Porque fue allí, el arranque o punto de partida del descenso brutal a los infiernos -"en la tierra" (...)- en busca de mi vocación (sic)- que seguí a partir de entonces como a ciegas. Y es que que fue aquello (y me dejo de bromas) el principio en mí de una tragedia (sic) existencial de las que origina -según leí una vez a Miguel de UNAMUNO- la noción oscura (sic) de "la vocación religiosa". El meterme cura (o sea) 

Que los acontecimientos chilenos aquellos tan críticos y decisivos como me lo parecieron -en el plano político e ideológico aunque sólo fuera-, y como en realidad así lo serían, me parecían un desafío o una llamada (interior) a estar interiormente léase "espiritualmente", a la altura. Como si aquella decisión personal tan intransferible y tan crucial en mi, que me pareció gravitar en suspenso sobre mi cabeza, fuera de mi parte la respuesta cabal, adecuada, al reto o desafío que aquellos acontecimientos al rostro me lanzaban, y a la vez el desenlace último obligado , del estado interior -de tensión, de ansiedad e incertidumbre (y aflicción) como una prueba casi fuera de alcance  para mí, que la actualidad tan rabiosa de aquellos acontecimientos decisivos y a la vez en lenta gestación como así los había ido siguiendo yo, por espacio de dos o tres años (desde el momento de la elección presidencial, para ser exactos), lo que todo ello como digo, me infligía Y también, como el natural desahogo -así al menos lo viví- de la profunda frustración persona, espiritual -de raíz no obstante mayormente ideológica- que arrastraba de mi paso hasta aquel año por la Universidad y de la situación de adoctrinamiento asfixiante, de agobiante censura y en suma de guerra civil (por larvada que allí, Ciudad Universitaria de la Complutense, lo fuera) 

Como un parte de guerra, de Victoria, del Primero de Abril (sic),  así viví y así sufrí el 11 de septiembre chileno, y del decirlo y confesarlo aquí tantos años después, no me duelen prendas: Fue pues por motivos mayormente ideológicos -que yo disfrazaba ante mis ojos con el eufemismo aquel de la Salvación de la Iglesia- mi decisión aquella tan irreversible de ingresar en las órdenes, y no por propósitos cualquieras de promoción personal, y mucho menos "porque no me gustasen las mujeres" que así es como mayormente zanjaban -de prisa y corriendo como a salto de mata, con soltura y desparpajo "marca España"-, la cuestión lancinante aquella, el dilema aquél  tan imperioso -como el de la ruptura del nudo gordiano- que se nos planteaba con la noción aquella de la vocación religiosa, la manera como digo en que zanjaban o solucionaban aquello mis compatriotas (tan católicos ellos), al menos los que de cerca me rodeaban. "España y yo somos así, Señora" 

Ha pasado, como dije,, mucho tiempo y ha corrido mucha agua bajo los puentes -en Chile, en España, en Europa y en América y en el mundo entero- después de aquello.  No me retracto ni una jota de lo que escribo y no me arrepiento en absoluto de como viví aquellos acontecimientos, como si me fuera la vida en ellos. ¿Me dolió Chile en el trance aquel tan trágico y tan dramático?, ¿Me dolió -me duele- Chile, -como me duele España-, más de lo que me duelen -en sus lutos y en sus cuitas- los demás países de la (que fue) América Española? Me temo que tenga que acabar reconociéndolo.  De un país que conozco pero en el que sólo estuve de visita o de paso. 

Y por eso no querría que fuese (o se interpretase) como un meter el dedo en la llaga esta entrada que tiene fatalmente de telón de fondo, la página de la crónica de actualidad más rabiosa allí, que es la inminencia de la elección presidencial chilena. Y es que como aquí ya lo señalé, viendo en Chile y en muchos otros por no decir todos los países de la América hispana (o ex-hispana) una extensión o prolongación -en espacio y tiempo- de la (interminable) guerra civil española y esta a su vez de la guerra civil europea (sic), me creo pues con todo el derecho de meter baza en sus asuntos internos, aunque sólo sea para contrarrestar las (vergonzosas) injerencias en los nuestros de los otros (de izquierdas) ¡Vergüenza patria! Que los chilenos lo sepan


Johannes KAISER, fundador del Partido Nacional Libertario, y gran incógnita -de viento en popa en las encuestas- de las elecciones (de mañana) para la Presidencia chilena: De ascendencia austriaca por la vía paterna, asume el golpe militar del 11 de septiembre (1973) y propugna y promete la construcción de estatuas del General PINOCHET por todas partes en Chile. "¡No tengas miedo!" ¡pero cuídate las espaldas, camarada! ¡Que está el combate político que arde, en toda la (antigua) América española!


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