jueves, noviembre 06, 2025

MANUEL AZAÑA, ¿POR QUÉ NO FUE POSIBLE LA PAZ?

 


PAZ, PIEDAD y PERDON (Manuel AZAÑA, febrero del 36) ¿Sombra de culpa, de no haber sabido ser el puente de entendimiento ("o ministro de reconciliación) -de la izquierda liberal- con la derecha no-falangista o no-insurreccional, causa última -según Ernst NOLTE- del estallido de la guerra civil? Qui lo sa

"Tous les matins du monde" ("Todas las mañanas del mundo"), que vi en Bruselas, en diciembre del 91, un film de culto -para gente o personas cultas, quiero sobre todo decir- que me marcó y  que no olvidé, y fue -¡qué le vamos a hacer!- por culpa de la Historia (dichosa y caprichosa) otra vez. Y que viene a cuento ahora sin venir a cuento  (en apariencia) , al calor de la actualidad política española la más rabiosa. Porque fue allí donde se fraguó la comparación que evoco ahora y que se me ocurrió viendo aquel film, entre el personaje central Monsieur de Sainte Colombe, musico (de clavecín) e ilustre compositor en el ostracismo en vida, en busca de reconocimiento y al que daría un nombre célebre la posteridad, y que era además -lo que más marcaba, sobre todo, su personalidad y más marcaría su destino-, un "solitario" de PORT- ROYAL, del nombre del monasterio o abadía, no lejos de PARIS, que sirvió de centro y de refugio, a la minoría jansenista, perseguida bajo la Monarquía absoluta, en tiempos de Luis XIV, el rey Sol ("le roi soleil"

Y de ahí me vino de golpe la comparación con el que me parece el gran solitario (sic) de nuestra historia contemporánea y del capítulo más destacado de ella, el de nuestra guerra civil. Y me estoy refiriendo a Manuel AZAÑA, presidente de la Republica que murió en su refugio francés, terminada la guerra civil, y al que el inefable ministro de Memoria democrática, Víctor TORRES, en el ojo ahora del volcán -no por culpa de la Historia o de la Memoria sino de sus personales e intransferibles problemas (que todo hay que decir)- viene ahora -en Francia además- como anillo al dedo a evocar. Un solitario (sic), así acabé viendo a Manuel AZAÑA y así lo veo hoy. Víctima -por partida doble- de fatalidad. De la fatalidad francesa -que evoqué  en anterior entrada- común a todos los españoles-, y más aún, en un sincero (y culto) afrancesado, como él (sin tacha ni reproche) lo fue, y mucho más aún, notorio (franc) masón como él -lo que tampoco se puede negar- y la (otra) fatalidad, la que le reservaría su condición notoria de homosexual -que reconoce alguien tan fuera de sospecha como lo fue su notorio admirador y ardiente celador de su memoria, Francisco Umbral-, lo que le ganaría junto con su físico difícil o (digamos) un tanto singular, y sus posturas de afiladas aristas para aquel momento y lugar, tanto chiste y tanta burla y tanta chanza y también -para qué negarlo?- tanto odio visceral, el que la derecha por todos sus poros respiraba o exudaba en contra de él. Como el chiste ilustrado aquél en el que se le veía con su trasero proverbial, pidiendo en un quiosco, un conocido periódico de izquierdas: "Déme 'Ahora', sin tardar! (...)

Y conviene aquí -por mor de justicia poética, evocar una faceta suya objeto de apagón y de sordina como lo fue la de su genio literario, que le mereció el Premio Nacional de Literatura, y que no dejaría de celebrar igualmente  Francisco UMBRAL. Dicho eso, todo ello no le exime de cargos en materia de responsabilidades históricas o políticas. No más desde luego que a Carlos MAZÓN.  La de todos los crímenes y desmanes a manos de militantes de sindicatos y partidos de izquierdas, a los que (innegablemente) aportó caución, con su prestigio personal y la autoridad de la que se veía investido como presidente de la República, en la guerra civil y antes aún, bajo el Frente Popular. 

Leí una vez en una de las obras de Ernst NOLTE, "Los movimientos fascistas",  -en relación con nuestra guerra civil- que la causa última del estallido de la guerra se debió  a que a la derecha no-falangista o no-insurreccional -léase a la CEDA que reconocía al régimen republicano y observaba sus reglas- les faltó tiempo y paciencia (sic) para ganarse (o reconciliarse) -antes de que estallase la guerra- a la izquierda liberal. Una responsabilidad histórica que cabe endosar -todos aquí estarán de acuerdo- a Manuel Azaña en primer lugar, en su condición de Presidente de la Republica (el 36) y es lo que cabe reconocer tras la sombra del sentimiento de culpa (sic) que parece esconderse en el lema que hizo célebre en uno de sus memorables discursos, de PAZ, PIEDAD y PERDON- hacia el final (enero 1939)  de la guerra civil. ¿Mayormente por culpa de su sectarismo anti-clerical, y su pertenencia a la masonería? Qui lo sa 

Al lado de eso, Azaña se convirtió en la figura iconográfica de líder de una de las dos Españas enfrentadas, como lo ilustrarían las instrucciones de STALIN en dirección de los comunistas españoles, durante la guerra civil, instándoles a respetar la figura de AZAÑA, como garante de la República y la Democracia (sic)

Figura trágica como sea, el solitario Manuel Azaña, de hombros y espaldas abrumadas de responsabilidades y de manos (a la vez) limpias de sangre. Y lo fue por su innegable grandeza, solitaria (sic), y como tal, llena de contradicciones. Descanse, en PAZ. (y con él, todos los españoles)  


En esta obra suya, el historiador alemán, reprocha a la derecha no-falangista y no-insurreccional -grosso modo a la CEDA, o sea- falta de paciencia (por falta de entendimiento) por no haber llegado a un entendimiento con la izquierda liberal que hubiera evitado la guerra civil. Y una responsabilida histórica que cabría endosar -en su condición de presidente de la República- a Manuel AZAÑA, en primer lugar


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