domingo, agosto 30, 2020

LUKASHENKO Y LA REINA DE INGLATERRA


“El último dictador de Europa”, Aleksandr Lukashenko. Como lo tildan y estigmatizan los medios de la Prensa global: a las órdenes de la OTAN y de la UE 

Las horas pasan con sus minutos y segundos mientras se desarrolla la ultima manifestación “monstruo” por las calles de Minsk, la capital de Bielorrusia -en ruso Belarus-, y se hacen (angustiosamente) esperar las noticias espectaculares que la Prensa global lleva hace tiempo anunciando –estallido de la violencia, asalto (tras un primer intento fallido) al Palacio presidencial y demás-, como queriendo a toda costa repetir (y revivir) el escenario en Ucrania –tan caro a politólogos y comentaristas de los medios de la Prensa global y a los más jóvenes de sus lectores- de la plaza Maidán de Kiev (noviembre 2003-febrero 2004). De otra “revolución de color” casi siete años después: pero parece que no va a ser. Que a algunos –al contrario que aquellos monárquicos franceses del exilio y de la Restauración (de los que “nada aprenden y nada olvidan”)- parece que aquello les sirvió bien de lección. De los dos lados de la linde de separación o demarcación además. Al bielorruso Lukachenko y al ruso Vladimir Putin. A este ultimo sobre todo, que parece al fin haberle visto las orejas al lobo –del golpe de estado anti/ruso, y de la intervención (“estratégica”), como en los Balcanes de la OTAN (o de la UE), con el espectro (amedrentador) de telón de fondo, de la guerra civil-, después de llevar tanto tiempo queriendo infligir o propinar a su díscolo homólogo –de veleidades independentistas (...)- lo que cobra todos los visos de un escarmiento y de una (gran) lección. Y ante eso, el ultimo dictador de Occidente (sic) –como le tildan de este lado los medios (Huffingtong Post) , se revela a la luz del día y ante la sorpresa de la opinión como un gran comunicante y un (valiente) hombre de acción. Irrumpiendo en los momentos mas álgidos de la manifestaron del jueves pasado –en el fallido intento de asalto al palacio presidencial- cuando la situación a punto estuvo de dar un vuelco, y salirse de madre y fuera de control (como en Madrid, el 25 de septiembre 2012, en la operación de Toma del Congreso)- mostrándose con chaleco anti-balas y en la mano (sin cargador nota bene) un Kalachnikov.

 


Instantánea de ayer, en los momentos mas álgidos de la manifestación de protesta en la capital de Bielorrusia cuando los manifestantes (“pacíficos”) intentaron –en vano- asaltar el palacio presidencial. Cuando Aleksandr Lukashenko se reveló –en su estilo autoritario- además de un comunicante sin par, un (valiente) hombre de acción 

Que nos recuerda fatalmente a algunos la otra instantánea de Vladmir Putin, saludando machete en mano a las tropas rusas concentradas ante el asalto a Gorozny (enero del 2000) lo que escandalizó (como ahora) a la opinión occidental, y conforto y tranquilizó en cambio al ruso medio, al conjunto de la población, apareciendo a sus ojos como el gran defensor de la Nación. Una situación límite que le habrá permitido al dirigente bielorruso mostrar también su faceta inédita en la hoja o apartado comunicación. Con unas declaraciones netas sobre todo tipo de asuntos y de temas, con la mayor facundia, y aún mayor desenvoltura y desparpajo ante el escándalo de los garantes del pensamiento único a todo precio (a costa del derecho a la libertad de expresión) Como su respuestas de una pieza las criticas de los periodistas extranjeros a su estilo autoritario, lo que asume o a la longevidad de su estancia  en el poder, a lo que no dudó en comparar con el ejemplo de la reina de Inglaterra –en el trono (léase en el poder)- desde 1952 (…) O sus juicios sobre la figura de Hitler que “consolidó la Nación” y forjó un orden (sic) y fue el artífice pues del bienestar (sic)  consiguiente del que somos beneficiarios hoy. “La Historia de Alemania es el molde de nuestra propia historia”, añadió entonces, a modo de colofón, sin importarle a todas luces lo que pudiera pensar Vladimir Putin. Ni en eso ni sus alabanzas a Hitler, como en otras, al propio Stalin, justo a seguir. No, de verdad que la figura del gobernante bielorruso nos merece reflexión. Y se merecen verla compartida también los lectores de este blog. Y cuando nos ponemos a darle a la tecla en estas líneas, confieso que sabíamos poco de Bielorrusia, de su presente y de su pasado, de su geografía -aparte su situación geográfica- o de su historia, si se exceptúan sus capítulos de historia polaca –o polaco/lituana (la República de las Dos Naciones)- o los manidos clisés de la Historia de la Segunda Guerra Mundial de la que fue teatro principal de operaciones, zona de transito de la (primera) División Azul, y de la acción de los partisanos, y de los grupos (contrainsurgentes) de  intervención (los Einsatzkommandos), y lugar de emplazamiento de las fosas de Katyn. Una parte de Europa en suma tan cercana y próxima como pueda ser para los españoles la America (ex) española. Con un pasado común incluso más reciente, aún por resolver. Puente de acceso y entendimiento para nosotros, del ámbito geográfico y demográfico ruso, y no foso de separación como pretenden algunos navegantes y aprendices de brujo (en el seno de la UE)

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