lunes, agosto 17, 2020

MISHIMA O LA RELIGIÓN IMPERIAL

 

Mishima o la religión (imperial) del Japón. Que encarnó con su gesto, del seppuku, suicidio ritual. Último avatar de una religión imperial como lo fue el cristianismo tras la batalla del Puente Milvius. La religión del Emperador del Sol Naciente, alter/ego en versión japonesa del emperador Constantino (…)

Mishima,o la visión del vacío (o de la Muerte o de la Nada, parafraseando, para dejarnos de eufemismo) Así se titula una obra que me habrá ocupado estos últimos días –bajo el signo de la pandemia y de la psicosis colectiva- de la escritura francesa o más exactamente franco/flamenca como su nombre lo indica, Margarita Yourcenar que revela un conocimiento impar de la literatura y de la cultura japonesas y que nos revela sobre todo aspectos silenciados o rodeados del más espeso de los tabúes de la biografía del autor que nos ocupa. Más interesantes a nuestro modo de ver y más fácil de acceso a la vez, que el adentrarse como la autora hace en la obra profusa y del mas alto nivel de un autor del que da muestras tanto y tan bien conocer y al que tanto admira (….) ¿Y por qué?, cabe preguntarse de ese lazo de atracción –recíproca- entre la autora franco/belga –de la Academia francesa (s’il vous plait)- y el autor japonés (y celebre suicida) con una reputación tan entredicho, por un gesto –el de su suicidio ritual (seppuku) en japonés- que marca a su vez toda la extensión de su obra como el conjunto de su trayectoria (….) Por el gesto en sí y la didáctica del mismo que el propio interesado se habrá encargado de servirnos en sus últimos momentos de vida y por si falta hiciera, su ilustre escoliasta (femenina) nos explica hasta en los más nimios detalles a lo largo y a lo ancho de la monografía que le dedica (….) Al hilo de su ensayo o a salto de mata más bien, cuando el lector menos se lo espera o imagina. 

Así por ejemplo, cuando evoca, de manera fugaz y como quien no quiere la cosa, los bombardeos incendiarios de Tokio, con lo que no dejan menos de trazar el perfil del autor japonés que no conocíamos ni podíamos por menos de imaginar, la de un superviviente. “A poco más que hubiera durado, habría perdido la razón”,  le cita a modo de glosa la autora, que evoca a la vez los nombres de Dresde, y de Londres y Rotterdam, a modo de ilustración, y de cura en salud (apostillamos maliciosos) también. De un superviviente, sin rendición y aquí enlazo de propósito con lo que escribí en un articulo anterior sobre el bombardeo de Hiroshima (….) Como se pone de manifiesto en el repaso biográfico que la Yourcenaaer se permite en su obra. Cuando evoca por ejemplo la Sociedad del Escudo –especie de cuerpo franco en versión japonesa o de formación paramilitar o una unidad de voluntarios en el seno de la cual se fraguó el golpe de efecto (y mucho mas que eso, de golpe de estado) que Mishima selló con su vida. O la religiosidad –de un sello “sinto”- que inspiró el suicidio ritual hasta en sus mas nimios y pequeños detalles, en ese mundo de artes marciales, y en particular de la mas mortífera de todas ellas –el kendo-, críptico y hermético a ojos de occidentales, incluso en aquellos que más se precian de conocerlo y que con el mayor denuedo lo practican. El ultimo samurai, devoto de esa religión imperial con la que el Japón habrá asombrado al mundo y que no sale aún de su sorpresa, como le ocurre al autor de estas líneas leyendo el poema de Mishima que la autora no puede por menos de brindarnos en su monografía, una especie “De Profundis”, de lamento (cuasi bíblico) del ocaso del dios/emperador Hiro-Hito que selló el desenlace de la Segunda Guerra Mundial –y de la derrota del Japón-, así cuando dice, en el último verso del poema “¿por qué el Emperador de pronto se hizo hombre?” (…) O cuando se lamenta, al final del breve discurso a la guarnición que intento sublevar en el centro de Tokio justo antes de su final (años sesenta) (…), ante la mofa y escarnio de los soldados reunidos todos en el patio de armas. “Nuestros valores japoneses fundamentales están en peligro. ¿O es que el Emperador no tiene ya su sitio en el Japón?" 

 

Margarita Yourcenar. Cuando viví en Francia (principios de los ochenta), en el apogeo de su gloria -con su coronación en la Academia francesa-, la escritora franco/belga (flamenca) daba la impresión de un icono en Historia  y en Política como en Literatura, más que otra cosa. Memoria literaria –en francés- de la Colaboración: el prisma insoslayable –a mi modo de ver- de una obra y de una trayectoria. Y lo que explica este título de la académica francesa –fuera de toda sospecha- sobre el (impresentable) “samurai” Yukio Mishima-

Y ante un ejemplo tan insólito y tan inequívoco a la vez, y tan certero, no podemos menos –lo siento, no lo puedo remediar- de evocar el cristianismo de después de la batalla de Ponte Milvius (cónsul Majencio versus Emperador Constantino), que los progres zahirieron en el Concilio y después todo lo que pudieron, tachándolo de religión constantiniana, que selló el compromiso histórico que hizo posible la civilización europea rebautizada (a toro pasado) de cristiana. Y no creo que los de la Nueva Derecha (neopagana) tengan nada que objetar ante lo que nos parece a la vez un dato histórico irrefutable y elemental y un sacrosanto paradigma (…) Religión cristiano/imperial como la que encarnó y presidió a la vez el destino (trágico) de Bizancio y sus mil años de agonía. Y la que predicaron algunos padres de la Iglesia –como Eusebio de Cesarea, hoy bajo censura (…) Y de la mas rabiosa actualidad los días que corren, tras las provocaciones del turco Erdogán por cuenta de la basílica (imperial) de Santa Sofía (….) Eso y mucho mas lo que nos inspira –echando hervores- el gesto y la trayectoria del japonés Yukio Mishima. Globalización de esperanzas: del Mas Allá (“judeocristiano”), hermanándose –¡oh sorpresa!- con las esperanzas nacionales terrenales, patrióticas y a la vez religiosas del alma del Japón, del código samurai (el Bushido) y de su religión pagana y sintoísta. “El que pueda entender que entienda”. La lección y el mensaje y la moraleja –sin moralina- del bravo y heroico Yukio Mishima

Basílica de Santa Sofía, que el turco Erdogan convierte ahora (a su antojo) en mezquita. Símbolo supremo del compromiso/histórico del cristianismo con el Emperador de Bizancio, a imagen del Dios (Cristo) Pantócrator. En una misma llama de esperanzas –nacionales imperiales, terrenas (romanas o sintoistas)- que el Emperador del Japón, que honró con su muerte Yukio Mishima

 

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